17/07/2025
La publicación póstuma de Joan Didion genera debate: ¿era justo revelar sus diarios más íntimos?

Fuente: telam
El lanzamiento de “Apuntes para John”, con confesiones personales de la autora estadounidense, propone una ola de preguntas sobre la ética de publicar escritos privados
>Joan Didion falleció en 2021, a los 87 años. Cuando se anunció la publicación de un nuevo volumen de sus diarios, la expectación era enorme: sus obras de no ficción personal constituyen la base de su formidable legado literario. Sin embargo, a medida que se conocieron los detalles, los lectores comenzaron a cuestionar la ética de su publicación.
Y no solo se revelan en las páginas del libro las vidas de Didion y Dunne, sino también la de su única hija. De hecho, Didion había comenzado sus sesiones de terapia a instancias de su hija Quintana, que entonces tenía treinta y tantos años, atravesaba una grave crisis de salud mental y luchaba contra la adicción al alcohol.
Este material pasó a formar parte del archivo Didion/ Dunne de la Biblioteca Pública de Nueva York, con “acceso sin restricciones”. Sin embargo, se ha informado de que Didion no dejó instrucciones específicas sobre cómo debía gestionarse. Los administradores del patrimonio literario de Didion, la editora literaria Lynn Nesbit y dos de sus editoras de toda la vida, Shelley Wanger y Sharon DeLano, tomaron la decisión de publicarlo.
¿Habría querido Didion que leyéramos este libro? Y si no, ¿debería haberse publicado?
La publicación póstuma ha sido durante mucho tiempo motivo de controversia literaria. No faltan ejemplos de obras publicadas en contra de la voluntad del autor tras su muerte.A veces, estas cuestiones se plantean incluso cuando el autor aún vive. La publicación en 2015 de Ve y pon un centinela, de Harper Lee, comercializada como secuela de su única otra novela publicada, el clásico de 1960 Matar a un ruiseñor, desató la preocupación de que la entonces anciana Lee hubiera sido coaccionada para cambiar su postura de toda la vida de no volver a publicar nunca más.
La controversia se intensificó por el hecho de que Ve y pon un centinela recibió críticas decididamente mixtas. A ojos de algunos lectores, su publicación empañó tanto el legado literario de Lee como la reputación del heroico abogado de Matar a un ruiseñor, Atticus Finch, que es descrito como menos que justo en Ve y pon un centinela.“La cuestión de qué hacer con lo que un escritor deja inacabado se remonta a, y se responde convencionalmente con, obras que podríamos haber perdido si se hubieran respetado los últimos deseos de sus autores”.
Por lo tanto, quizá seamos más receptivos a las publicaciones póstumas potencialmente no autorizadas si el resultado es una obra maestra literaria. Es posible que nos mostremos menos indulgentes cuando la calidad de la obra es menos segura.Didion publicó sus propias opiniones sobre este tema. Devota de Ernest Hemingway durante casi toda su vida, criticó la publicación póstuma de obras que quedaron inconclusas cuando él murió en 1961.“Lo que yo escribo y no deseo publicar tú no tienes derecho a publicarlo. No te haría algo así, como no engañaría a un hombre en el juego, ni registraría su escritorio o su papelera, ni leería sus cartas personales”.
“Era un hombre para quien las palabras importaban. Trabajaba con ellas, las entendía, se adentraba en ellas”.
Según ella, el poder de su escritura surgía de su control exigente sobre su oficio: sobre lo que incluía, pero también sobre lo que dejaba fuera. Tomar decisiones sobre estos asuntos sin la opinión del autor era, según ella, nada menos que “una negación de la idea de que el papel del escritor en su obra es crearla”.Al igual que Hemingway, Didion era una maestra del estilo, conocida por la elegancia cristalina de su prosa y su interés por las cuestiones relacionadas con el arte de la escritura. Puede existir una tendencia errónea a pensar que la escritura autobiográfica es una confesión directa, como abrir una vena en la página, pero ese nunca fue el estilo de Didion.Muchos de los rasgos distintivos del estilo literario de Didion están presentes en Apuntes para John: el carácter fragmentario, la claridad de su prosa, incluso las serpientes como imagen recurrente. Pero al relatar este tema tan cargado de emociones con poco tiempo de distancia, se vuelve directa hasta el punto de la franqueza.
“Extraordinaria o no […] no me ayuda mucho a seguir adelante con mi vida. Es incluso contraproducente, teniendo en cuenta que mi madre tiene ahora 89 años. No es que vayamos a resolver nada enfrentándonos a ello”.
Todo ello contribuye a la sensación de estar leyendo algo que no estaba destinado a publicarse en su forma actual y que, por lo tanto, aún no alcanza la categoría de obra maestra. Didion seguiría escribiendo sobre al menos algunos de estos temas en libros posteriores, en particular en Noches azules, de 2011, que narra su dolor tras la muerte de Quintana en 2005, menos de dos años después del fallecimiento de Dunne. Pero la forma en que se trata el material en esta obra es notablemente diferente.
Mientras que Apuntes para John avanza de forma cronológica a través del tiempo, Noches azules imita el funcionamiento de la memoria con su naturaleza no lineal. La primera, desde un punto de vista formal, es exactamente eso: una serie de apuntes o entradas de diario que abarcan un periodo de tiempo concreto. La segunda, sin embargo, aprovecha las amplias posibilidades híbridas del ensayo para ampliar su alcance y contar una historia más completa sobre el amor, los padres y los hijos, la culpa y el dolor.Didion era una escritora conocida por aproximarse al objeto de su escritura de forma oblicua, por su dominio de lo que el escritor irlandés Brian Dillon denomina la “mirada de reojo” del ensayista, es decir, una forma de iluminar temas difíciles abordándolos de forma indirecta.
En el espacio de un solo capítulo de Noches azules, por ejemplo, Didion pasa de relatar el día de la boda de Quintana a recordar la casa de la familia en los suburbios de Los Ángeles y a reflexionar sobre el proceso de obtención del carné de conducir de Nueva York cuando se mudaron al este.
Este modo de narrar es la esencia misma de Didion. Puede dar lugar a acusaciones de ambigüedad o evasividad, cargos que se han vertido sobre su obra en más de una ocasión. Pero también tiene el potencial de proteger al autor y a las personas que le rodean cuando comparten intimidades, manteniéndoles firmemente en control de lo que se revela y lo que no.
Apuntes para John también se ve afectado por una cuestión relacionada con el público al que va dirigido. Una de las personas responsables de su publicación, Lynn Nesbit, agente de Didion y también una de sus albaceas literarias, ha reconocido que este material “no fue escrito para ser publicado”. Su título deja claro que fue escrito para un único destinatario: Dunne.El retrato de Didion que emerge es, por tanto, sorprendentemente vulnerable: vemos sus debilidades, ansiedades y dudas –especialmente en lo que respecta a la crianza de Quintana, a quien Dunne y ella adoptaron cuando era un bebé– de una forma mucho más directa que en sus otros escritos publicados.
También entiendo que la franqueza de Didion pueda servir de consuelo a lectores que se enfrentan a dificultades similares. Apuntes para John contiene muchas reflexiones sinceras y conmovedoras sobre la depresión, la ansiedad, la adicción y las duras dificultades de apoyar a un ser querido en momentos tan difíciles.
Me inclino menos a estar de acuerdo con aquellos que sugieren que las ramificaciones éticas de publicar este material son menos relevantes porque Didion, Dunne y su hija ya no están vivos para sufrir el dolor o la vergüenza de la exposición.
Desde esta perspectiva, la descripción que se hace de Quintana en Apuntes para John resulta especialmente inquietante. Los lectores obtienen una visión íntima de lo que debieron de ser algunos de sus momentos más vulnerables, mientras luchaba contra la adicción y la enfermedad mental.
Vemos, a través de los ojos de su madre amorosa, inquieta y quizás sobreprotectora, cómo Quintana da pasos en falso, recae y, en ocasiones, dice cosas a sus padres de las que probablemente se arrepentirá toda su vida.También vemos la culpa de Didion por lo que considera su responsabilidad en la incapacidad de su hija para afrontar la vida, en parte por la forma en que le ha proyectado sus propias ansiedades, a veces debilitantes. “Siempre había tenido miedo de perderla”, admite Didion.
Apuntes para John se interrumpe en enero de 2003, tras el relato de Didion sobre una conflictiva sesión en el psiquiatra junto a Quintana.
¿Debería haberse publicado Apuntes para John? ¿O debería haberse dejado en el relativo anonimato del archivo, donde lo habrían leído los estudiosos de Didion, sus biógrafos y sus fans más acérrimos, en lugar de un público potencial de millones de personas?
* Lecturer in Professional Writing and Publishing, Curtin University.
[Fotos: Rob Carr/ AAP; AAP y Kathy Willens/ AAP]
Fuente: telam
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