16/07/2025
Del papel a la calle: el legado del dibujante Divito, sus chicas voluptuosas y la estética que sedujo a la Argentina de los años 40

Fuente: telam
En el aniversario de su nacimiento, un recorrido por la vida de Guillermo Divito, el dibujante y editor que, desde las páginas de Rico Tipo, transformó la estética, la moda y el humor gráfico del país a fuerza de audacia, encanto y una aguda observación de la sociedad
>En pleno auge de la prensa gráfica argentina, un fenómeno sin precedentes se desplegó desde las páginas de una revista semanal. Eran las Chicas de Divito: mujeres esbeltas, curvilíneas, de piernas interminables, cintura de avispa, caderas pronunciadas y peinados estilosos. Estos personajes se alejaban de los estereotipos conservadores y recatados para dar vida a un estilo de mujer sexy y sofisticada y trasformar por siempre la representación de lo femenino en la cultura popular. Su presencia en la revista Rico Tipo, creación del dibujante Guillermo Divito, impuso una estética que marcó a generaciones y también definió tendencias como si fuese una revista de moda.
El impacto de Rico Tipo superó todas las expectativas, especialmente la de su creador. Lanzada en la segunda mitad de la década del 40, alcanzó la cifra insólita de 300 mil ejemplares semanales. Esto equivalía a más de un millón de copias al mes, un récord absoluto para la época, que la situó como referente indiscutido del humor, la sátira y el empuje de la modernidad en Buenos Aires.
Detrás de su firma “Divito”, ese nombre que durante décadas bastó para identificar al creador de un universo estético y humorístico propio, existía un hombre de carne y hueso: José Antonio Guillermo Divito. Nació el 16 de julio de 1914 en Buenos Aires, en el seno de una familia acomodada. Su padre, un médico de renombre, anhelaba que el joven siguiera sus pasos, pero la vocación de Guillermo no le dio tiempo a que surgieran otros intereses. Era demasiado claro. Mientras transitaba su adolescencia, ya dedicaba largas horas a dibujar y experimentaba con el humor gráfico en cuadernos, apuntes y colaboraciones ocasionales. En la escuela secundaria participó activamente en revistas estudiantiles y, apenas superada la barrera de la mayoría de edad, comenzó a construir su carrera profesional. La publicación de sus primeras colaboraciones con Editorial Columba a partir de 1931 marcó el inicio de un camino que no tendría retorno ni desvío.Divito supo desde temprano seguir su instinto, guiado por la pasión y una aguda observación de los gestos, tendencias y actitudes que emergían en una Buenos Aires todavía en expansión.
El ascenso profesional de Guillermo Divito coincidió con una época de oro para la prensa gráfica argentina. Luego de sus primeros pasos en Editorial Columba bajo la influencia de Alberto Iribarren, su trazo se consolidó mientras colaboraba con revistas neutrales y populares como El Hogar, Semana Gráfica, Crítica y Patoruzú. En esta última, ingresó en 1936 y pronto se convirtió en figura destacada del humor gráfico, aunque la relación con el director Dante Quinterno se mostraba tensa. Dos versiones, conocidas hasta hoy, relatan el abrupto final de esa etapa: una apunta al rechazo de Quinterno a otorgarle un aumento salarial, mientras que la leyenda dice que el motivo fue aún más simbólico, cuando Quinterno le exigió que alargara las faldas de sus chicas, algo que Divito consideró una intromisión irreconciliable en su visión artística.Golpeando la puerta y abandonando la que entonces era la revista más exitosa, el historietista volcó todas sus energías en un proyecto propio. El 5 de noviembre de 1944, Buenos Aires vio nacer a Rico Tipo, una publicación que, desde su primer número, demostró una convocatoria extraordinaria. El nombre habría surgido de una broma entre hermanos, cuando un comentario despreocupado (“Vos sí que sos un rico tipo”) derivó en la identidad de la flamante revista.La publicación se identificaba tanto con su creador que en los kioscos los lectores pedían “el Divito”. Su carácter de bon vivant, su habilidad para retratar los códigos y deseos emergentes, y la estética audaz de los personajes, convirtieron a la revista en un objeto de culto.
Divito entendió que el humor debía hablar el idioma de su tiempo y reconoció que, para convertirse en espejo de la sociedad, hacía falta inventar arquetipos inconfundibles y cercanos. Así poblaron su obra personajes que, con el correr de los años, se fundieron en la memoria popular, expandiendo las fronteras del humor gráfico argentino.
En el centro de este universo surgieron Las Chicas de Divito: figuras femeninas inconfundibles, reconocibles por la cintura extrema, el busto prominente y las piernas largas y torneadas. La caricatura, lejos de degradar, exaltaba: las mujeres, dotadas de una sensualidad osada pero ingenua a la vez, incorporaban elegancia, humor y rebeldía frente a los modos conservadores. El vestuario, siempre “maravilloso”, fijaba tendencias: desde la revista se dictaba el largo de la pollera y el modo de llevar el peinado o marcar la cintura. Lo asombroso, como señaló Hugo Maradei, quien dirigió el Museo del Humor, fue la capacidad de Divito para anticipar en medio siglo una estética que entonces parecía imposible, instalando en la calle un modelo femenino que excedía las fronteras del dibujo.A este repertorio se suman figuras populares como Bómbolo, Falluteli, Fúlmine, Pochita Morfoni, El abuelo, Gracielita y Oscar dientes de leche. La sencillez y repetición en el humor de estos personajes, muchos de ellos basados en convenciones fácilmente identificables, alimentaban la complicidad con el público. “Falluteli”, siempre ventajero, odioso y oportunista, se libraba incólume de cualquier castigo, burlando la moral dominante y generando un efecto cómico constante. En otros casos, como el de “Fúlmine” o “Pochita Morfoni”, sus nombres trascendieron la viñeta para nombrar actitudes en la vida real, demostrando el poder de penetración de las creaciones de Divito.
Si alguna vez Buenos Aires tuvo una silueta reconocible y un fraseo propio, mucho se debió a la influencia que Divito inoculó en el habla, los gestos y actitudes de la vida urbana. Así como en los cafés de Barrio Norte y en la bohemia de la noche, él funcionó como cronista y personaje, encarnando el arquetipo del bon vivant: amante del jazz moderno –con Stan Kenton como ídolo–, los autos veloces, los trajes hechos a medida, el whisky y la pipa, recorría los restaurantes y confiterías emblemáticos como La Biela y el Petit Café, locales donde la presencia de Divito era casi leyenda.El éxito editorial y la popularidad constante impulsaron a Guillermo Divito a expandir su creatividad mucho más allá de las fronteras de la viñeta y el papel. Su inquietud empresarial lo llevó a fundar varias iniciativas: editó revistas de historieta de tono más serio –Audaces, Delito y Crimen– y se asoció para lanzar publicaciones como Lúpin junto a Guillermo Guerrero y Héctor Sídoli. Incursionó en el mercado de la animación publicitaria, abrió un restaurante y fue dueño de “boites” de moda tanto en Buenos Aires como en Mar del Plata. De entre estos locales destaca el club Zum Zum, que marcó el pulso de las noches porteñas en los años sesenta.
El viaje ocupaba un lugar central en las obsesiones del dibujante. Divito aprovechaba cualquier pausa de la producción de Rico Tipo para embarcarse en trayectos por Europa y especialmente por Brasil, país al que lo unían la fascinación por el sol, las playas y sus mujeres. Publicó semanalmente crónicas ilustradas bajo la fórmula “Textos y apuntes de Divito”, donde la destreza de la narración visual desplazaba a la fotografía y convertía los paisajes en escenarios animados por el humor. Viajero incansable, no sólo relató el extranjero; en ocasiones, sus propias caricaturas lo presentaban en la platea del Lido de París, mezclando realidad y ficción hasta desdibujar los límites entre ambas.Willy Divito era tan protagonista de su mundo ilustrado como cualquier personaje de sus páginas, y el equilibrio entre espectáculo y cotidianeidad forjó un mito cuya vida transcurría entre la bohemia, las empresas osadas y la obstinada búsqueda de placer y aventura.
Durante las primeras décadas de su existencia, Rico Tipo dominó la escena editorial argentina y estableció un auténtico fenómeno cultural. Sin embargo, ningún imperio es eterno y el ocaso llegó cuando los tiempos cambiaron: nuevas generaciones, otras sensibilidades y una oferta mediática crecieron en diversidad y audacia.El destino de la revista quedó sellado tras la muerte de Divito el 5 de julio de 1969 en una ruta de Brasil, cuando su célebre Fiat 1500 deportivo se estrelló de frente con un camión. Tenía 54 años y acababa de asumir un nuevo puesto como columnista en la revista Gente, donde el público y la crítica esperaban su humor y su conocimiento mundano como carta de presentación. Aquella pérdida se sintió como el final de una época: Rico Tipo agonizó durante algunos años más y cerró en 1972.
La silueta de Guillermo Divito y la impronta de sus creaciones no quedaron ancladas en el pasado. Muy por el contrario, la memoria colectiva argentina le reservó un lugar privilegiado y la valoración de su legado se renovó al compás de nuevas generaciones, exposiciones y homenajes. El reconocimiento institucional llegó con fuerza en 2005, cuando el Museo Sívori organizó la muestra “Chicas de Divito”, la primera dedicada íntegramente a un ilustrador en un espacio oficial del país. Esta exposición permitió, tanto a viejos admiradores como a quienes solo conocían a Divito por referencias familiares, reencontrarse con el estallido de color, las líneas dinámicas y la osadía gráfica que definieron a su obra.
La estética de las chicas, los trajes masculinos, los arquetipos y el lenguaje dejaron huella en la moda, en el humor y en la identidad visual de Buenos Aires. Referentes posteriores, como Quino o Calé, supieron reconocer a Divito como pionero y guía.
Fuente: telam
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