16/07/2025
De una olla al oro: el grupo de amigos marplatenses que creó un gin artesanal que fue premiado como el mejor del país

Fuente: telam
Lo que comenzó como un pasatiempo mientras cursaban sus carreras universitarias, se convirtió en Wilios, un emprendimiento artesanal simbólico de la ciudad balnearia y flamante campeón en la Copa Argentina de Destilados
>Poco antes del inicio de la cuarentena por coronavirus, un grupo de amigos se propuso un desafío: producir su propia cerveza artesanal. Claro que nunca imaginaron que, cinco años más tarde, esa bebida se convertiría casi en un símbolo de Mar del Plata y, mucho menos, que su segundo producto, un gin artesanal, sería reconocido como el mejor del país.
El camino comenzó mientras cursaban sus carreras —Medicina, en el caso de Tomás; Ingeniería Química, en el de Francisco Cornú— y con el tiempo se convirtió en un proyecto que creció y tomó forma. La primera cerveza fue puesta a prueba por un jurado ineludible: amigos y familiares. Les gustó y, casi sin proponérselo, comenzaron a producir a pequeña y mediana escala.
El 10 de diciembre del 2017, Tomás Quevedo recibió una invitación de su amigo de toda la vida, Francisco Cornú. Le contó que con su hermano Matías iban a intentar elaborar cerveza artesanal en su departamento. Aceptó participar. Era una tarde sin mayores pretensiones, más que hacer algo distinto y divertido. Preparado para la ocasión, Tomás llevó unas gotas de sabor que le habían regalado, y entre botellas, recetas y entusiasmo, terminaron el proceso a las cuatro de la madrugada. “No teníamos nada, apenas una olla, pero ahí nació todo”, recuerda el joven.
Cuando lograron la primera copa de scotch, la compartieron con familiares y conocidos. “Uno siempre duda si le gusta a los demás o si dicen que es rica es solo porque lo hiciste vos, pero se la dábamos para probar y nos pedían para comprar. Nos dimos cuenta de que el producto gustaba en serio”, admite Tomás.
Como suele ocurrir en los comienzos, no todo fue sencillo. “Nos pasaba que la cerveza salía rica y después se ponía fea. Ahí entendimos que necesitábamos ser rigurosos con la limpieza, la esterilidad, el control del frío. Nos dimos cuenta de que la clave era la inocuidad”, explica. La formación técnica del grupo fue fundamental: tanto Francisco como Matías, otro de los socios, tenían experiencia previa en la industria de bebidas, y aplicaron desde el inicio altos estándares de producción.Vendían en el barrio, de forma directa, y la demanda crecía cada semana. Pronto el espacio les quedó chico y dieron un paso más: acondicionaron un lugar más grande y se volcaron de lleno al emprendimiento. “Cuando empezó a crecer el proyecto, tanto Francisco como yo dejamos nuestros trabajos y nos dedicamos de lleno a esto. Fue un desafío, pero lo sentimos como una apuesta natural”, afirma Tomás.
“El sueño era hacer algo propio, que nos gustara, y que pudiera crecer”, cuenta. “Nos parecía que en Mar del Plata todavía había margen para ofrecer un producto artesanal de calidad. La cerveza artesanal había perdido prestigio porque muchos productos estaban mal cuidados. No gustaba y caía mal... Nosotros queríamos hacer todo bien, desde la producción hasta la refrigeración. Deseábamos que al cliente le llegara lo mejor y sabíamos que lo podíamos hacer”.Con el proyecto en marcha y la producción establecida, llegó el momento de darle una identidad al emprendimiento. Eligieron un nombre que condensara afecto y tradición: Wilios. Era un homenaje al abuelo de Francisco y Matías, los hermanos fundadores. “No lo conocí, pero sé que era un tipo muy querido por su familia y quienes lo conocieron”, asegura Tomás. Aunque no recuerda al detalle la historia del abuelo, sí recuerda haber escuchado a sus amigos contar que “había tenido una bodega en San Rafael, Mendoza”. “Sin dudarlo, nos pareció un lindo gesto recuperar esa figura”, dice.Con el crecimiento de su producción, llegaron las sorpresas que más los alentaron: los vecinos hacían fila con botellones en la puerta del bar para cargar cerveza recién hecha. “Fue una sorpresa muy linda. Ver a la gente del barrio esperando afuera nos dio la pauta de que estábamos haciendo algo bien. Empezamos a construir comunidad”, dice Tomás.
En noviembre del año pasado, Wilios dio un nuevo paso: comenzó a producir y vender su propio gin artesanal, elaborado bajo el estilo London Dry. El proceso, explica Tomás, es más breve y menos riesgoso que el de la cerveza, pero requiere precisión y equilibrio. “Primero hacemos un macerado de 48 horas con alcohol vegetal y botánicos: enebro, almendras, rosa mosqueta, pimienta de Jamaica. Después destilamos y solo usamos el corazón del proceso. Luego diluimos y ya está listo para embotellar”, resume el proceso.
El objetivo que tenían era claro: lograr un gin equilibrado, con buena tomabilidad, que también pudiera gustar a quienes no suelen elegir este tipo de bebida. “Queríamos que hasta el que no es fanático del gin pudiera disfrutarlo, que no sea invasivo su sabor y que invite a seguir tomando. Eso era clave para nosotros”, dice.El premio no incluyó una retribución económica, pero sí abrió nuevas oportunidades. Rediseñaron la botella, incorporaron una etiqueta dorada con la respectiva estrella, y contrataron a un diseñador profesional para renovarla.
“Como siempre, queremos ofrecer un producto con la mejor calidad posible, pero que siga siendo accesible al bolsillo. No nos interesa ser la opción más cara del mercado por el premio. Siempre buscamos una buena relación precio-calidad”, aclara Tomás. La nueva botella —más elegante y estilizada— se venderá prácticamente al mismo valor que la anterior, cuenta. Desde marzo pasado, forman parte de la Cámara de Cerveceros de Mar del Plata y participaron en la Segunda Fiesta de la Cerveza Artesanal de esa ciudad.
Fuente: telam
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