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15/07/2025

Por qué cada vez nacen menos niños en el mundo desarrollado

Fuente: telam

El demógrafo Lyman Stone detalló en el podcast Modern Wisdom que factores como el precio de la vivienda, la influencia de la cultura digital y la percepción del trabajo están influyendo en la decisión de tener descendencia

>La imagen de una catedral recién construida en Georgia, vacía de bebés para bautizar, llevó a la iglesia ortodoxa local a tomar una medida insólita: su líder prometió apadrinar personalmente a cada tercer hijo nacido de parejas casadas.

Según analizó Stone en el podcast Modern Wisdom, la La disminución de las tasas de natalidad en países como Estados Unidos, Argentina, Corea del Sur o Japón responde a una compleja combinación de factores. Según Stone, en la actualidad criar hijos se percibe como una tarea más ardua que nunca: la vida es costosa, el futuro se percibe incierto y la estabilidad parece cada vez más lejana.

Japón y Corea del Sur enfrentan una crisis demográfica aguda, con cifras históricamente bajas de nacimientos: solo 350.074 en Japón entre enero y junio de 2024, el nivel más bajo desde 1969, y 230.000 en Corea del Sur en todo 2023, según datos oficiales.

En contraste, Estados Unidos registró 3.622.673 nacimientos en 2024, un leve aumento del 1% respecto al año anterior, aunque la tendencia general desde 2015 sigue siendo descendente.

En América Latina, Argentina muestra una de las caídas más pronunciadas: la natalidad bajó un 40% desde 2014, según un estudio de la Universidad Austral, lo que refleja un cambio profundo en la estructura demográfica del país.

El acceso a una vivienda adecuada y asequible se convirtió en un obstáculo central. “El precio del metro cuadrado de vivienda, en relación con los ingresos de los jóvenes adultos que consideran tener su primer hijo, se ha disparado”, explicó durante la entrevista en Modern Wisdom.

Pero el coste de la vivienda no es el único factor. Las encuestas recopiladas por el demógrafo muestran que muchos adultos jóvenes citan la pérdida de tiempo libre, la dificultad para encontrar pareja y la falta de seguridad como razones para posponer o renunciar a la paternidad.

También señaló que, más allá del aspecto económico, hay un “nexo” entre la preferencia por el ocio, la percepción de que tener hijos tiene bajo estatus y la influencia de modelos sociales en medios y redes.

El tipo de vivienda y el diseño de los vecindarios juegan un papel fundamental en la decisión de tener hijos. Stone, quien ha estudiado a fondo la relación entre la densidad poblacional y la fertilidad, aseguró que no es la densidad en sí la que disminuye la natalidad, sino el hecho de que un gran número de personas habite o comparta un espacio reducido.

“Las casas abarrotadas son negativas para la fertilidad, pero esto no siempre ocurre en zonas de alta densidad”, explicó en Modern Wisdom. En muchos países, incluso en áreas rurales, la construcción de grandes bloques de apartamentos en entornos poco preparados genera situaciones de hacinamiento que desincentivan la formación de familias.

El diseño de los barrios también importa. Stone defendió la construcción de comunidades compactas, con espacios públicos seguros, donde los niños puedan ir andando al colegio o al parque y las familias puedan apoyarse mutuamente.

“El número uno en la lista de deseos de cualquier familia es la seguridad y el orden”, declaró, añadiendo que los parques y espacios públicos solo resultan atractivos si están bien mantenidos y vigilados.

La cultura digital transformó las aspiraciones familiares, al reforzar modelos de vida sin hijos y generar preferencias más definidas. Según Stone, “cuando la gente accede a móviles e internet, es más probable que adopte preferencias familiares concretas, no necesariamente más bajas, pero sí menos flexibles”.

En contextos occidentales, esta rigidez puede generar mayor insatisfacción entre quienes no logran tener la cantidad de hijos que desean. A ello se suma la cultura de la comparación constante, impulsada por redes sociales, que alimenta la idea de que la paternidad implica renunciar a experiencias personales.

“Es más fácil presumir de un estilo de vida sin hijos en Instagram que mostrar los beneficios cotidianos de la paternidad, que suelen ocurrir en la intimidad del hogar”, indicó.

Las percepciones sociales sobre el reparto de responsabilidades entre hombres y mujeres también influyen en las decisiones reproductivas. Stone sostuvo que, si bien existe una idea extendida de que las mujeres enfrentan una “doble jornada” al combinar empleo y tareas del hogar, los datos muestran que las parejas casadas con hijos destinan un tiempo similar al trabajo total, sumando tanto el remunerado como el doméstico.

No obstante, el demógrafo reconoció que persisten diferencias importantes: las mujeres con empleos de tiempo completo suelen asumir una mayor carga en las tareas del hogar, mientras que aquellas que no trabajan fuera del hogar tienden a dedicar menos tiempo total al trabajo que sus parejas.

Stone explicó que la presencia de familias numerosas o que un compañero tenga hijos aumenta la probabilidad de que otros también formen familias, porque las conductas son altamente contagiosas y operan a través del aprendizaje social.

Fuente: telam

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