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06/07/2025

El frente olvidado de la defensa antimisiles: las estaciones terrestres de China en América Latina

Fuente: telam

Esas bases son fundamentales para la arquitectura de teledetección de Beijing, ya que permiten operaciones en tiempo real, reducen la latencia de los datos y amplían la cobertura geoespacial

>La administración Trump está impulsando la iniciativa de defensa antimisiles Golden Dome con la mirada puesta en la creciente amenaza que suponen las capacidades hipersónicas de China. Integrada con tecnologías espaciales, la Golden Dome se concibe como una arquitectura en capas para detectar, rastrear e interceptar una serie de amenazas aéreas —incluidos misiles balísticos, de crucero e hipersónicos— procedentes de adversarios.

Mientras los expertos siguen debatiendo el precio previsto de 175.000 millones de dólares del Golden Dome y expresan su preocupación por su financiación y viabilidad operativa, este análisis sostiene que cualquier esfuerzo creíble para proteger el territorio estadounidense de la amenaza de los misiles de largo alcance de China debe abordar también la expansión de las estaciones terrestres chinas en América Latina.

Una comparación de las iniciativas conjuntas activas en materia de satélites y el despliegue de estaciones terrestres sugiere que China concede mayor importancia estratégica al establecimiento de estaciones terrestres en América Latina. En 2025, China y sus socios regionales operarán en forma conjunta aproximadamente cuatro satélites activos, destinados principalmente a la teledetección y las comunicaciones, entre ellos dos satélites CBERS-4 con Brasil, el VRSS-2 con Venezuela y el TKSAT-1 con Bolivia.

Por el contrario, China mantiene al menos ocho estaciones terrestres en toda la región, con instalaciones en Argentina (Neuquén y Río Gallegos), Bolivia (Amachuma y La Guardia), Venezuela (El Sombrero y Luepa), así como en Chile (Cerro Calán) y Brasil (Alcântara). Aunque China no participa directamente en las estaciones terrestres situadas en Iquitos, Lima, Piura, Pucallpa, Puerto Maldonado y Tacna, Perú mantiene una importante cooperación espacial con Pekín a través de iniciativas multilaterales y acuerdos de intercambio de datos satelitales.

Las estaciones terrestres son fundamentales para la arquitectura de teledetección de China, ya que permiten operaciones en tiempo real, reducen la latencia de los datos y amplían la cobertura geoespacial. Estos activos mejoran el conocimiento de la situación de China sobre el territorio estadounidense y refuerzan la eficacia de la cadena de ataque del EPL: localizar, fijar, rastrear, apuntar, atacar y evaluar. Las recientes actividades militares chinas, incluidas las pruebas de vehículos hipersónicos de planeo en 2021 y 2023, y el lanzamiento de un misil balístico intercontinental al Pacífico en 2024, ponen de relieve la expansión del alcance de la red de teledetección de China, con las estaciones terrestres como columna vertebral fundamental.

La estación terrestre de espacio profundo de China en Neuquén (Argentina) subraya su creciente alcance técnico. Durante el regreso de la sonda lunar Chang’e-5 (CE-5) el 17 de diciembre de 2020, la estación desempeñó un papel fundamental en el seguimiento de la compleja maniobra de «reentrada con salto» de la misión, colmando una laguna importante en la red de interferometría de muy larga base (VLBI) de China en el extranjero.

Los datos de telemetría que proporcionó fueron esenciales para calcular la trayectoria de reentrada de la sonda. Esta misma capacidad de determinación de órbitas de alta precisión podría servir de apoyo para el posicionamiento de vehículos hipersónicos equipados con sensores y algoritmos de guía avanzados, lo que subraya cómo el regreso de la CE-5 también validó el potencial estratégico de las capacidades de ataque de precisión hipersónicas de China contra Estados Unidos.

Los análisis recientes sugieren cada vez más que la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda (BRI) de China no solo tiene fines económicos, sino también objetivos estratégicos y militares. Muchos proyectos de la BRI —puertos, aeropuertos e infraestructuras digitales— tienen un diseño de doble uso y están situados en puntos estratégicos geopolíticos, lo que amplía el alcance global del EPL. Los proyectos de infraestructura de China en América Latina no son una excepción.

El megapuerto chino de Chancay en Perú, financiado por COSCO Shipping, encarna los riesgos de doble uso de la infraestructura de la BRI. Promocionado como centro comercial, sus muelles de aguas profundas y sus grúas avanzadas podrían servir de apoyo logístico a la Armada del EPL cerca del Canal de Panamá. Preocupaciones similares rodean el puerto de Paranaguá, en Brasil, y el puerto de Manta, en Ecuador, controlados por China Merchants Port Holdings y Hutchison Port Holdings, respectivamente, y que operan bajo acuerdos opacos que despiertan sospechas sobre posibles actividades de recopilación de información y transferencias encubiertas.

Además de los puertos y las telecomunicaciones, China está invirtiendo fuertemente en la infraestructura energética de América Latina. En Chile, las empresas estatales State Grid Corporation y China Southern Power Grid controlan ahora el 70 % de la red nacional de transmisión. Esta influencia en el sector energético podría reforzar la posición de Pekín en las negociaciones sobre el proyecto suspendido de la estación terrestre de Cerro Ventarrones. En términos más generales, el acceso seguro a la logística, la transmisión de datos y la electricidad mejora el rendimiento de las estaciones terrestres y los sistemas de teledetección de China, lo que agudiza su conocimiento de la situación cerca del territorio estadounidense.

A medida que se profundiza la participación de América Latina en el sector espacial con China, las complejas dimensiones geopolíticas y de seguridad requieren más atención y vigilancia. Si bien la inversión china aporta oportunidades científicas y desarrollo de infraestructuras, el doble uso potencial de las instalaciones espaciales —especialmente las gestionadas por instituciones vinculadas al EPL— suscita preocupaciones sobre la transparencia, la legalidad, la soberanía nacional y las implicaciones estratégicas a largo plazo.

Domingo I-Kwei Yang es investigador del proyecto Coastwatcher 2.0, trabaja en el Instituto de Investigación para la Defensa y la Seguridad Nacional (INDSR) de Taiwán y es colaborador de Análisis Sínico en www.cadal.org

Fuente: telam

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