30/06/2025
Albano Harguindeguy, en primera persona: su defensa de la dictadura y por qué no se publicaron las listas de los desaparecidos
Fuente: telam
Sucedió en las playas de Buzios, Brasil, donde veraneaba junto a su familia en 1994. En ese momento, estaba libre tras el indulto que el presidente Carlos Menem le había otorgado en 1989. Había sido ministro del Interior durante la presidencia de Jorge Rafael Videla
>Transcurría el verano de 1994, y uno de los hombres más temidos de la dictadura militar argentina, Albano Harguindeguy, pasaba sus vacaciones en las paradisíacas playas de Buzios, Brasil, junto su familia. El dato era preciso y el objetivo era entrevistarlo. La tarea era complicada porque se negaba a los reportajes debido a las decenas de causas por crímenes de lesa humanidad en las que estaba involucrado.
Tras el golpe de Estado, Harguindeguy fue designado por Jorge Rafael Videla como ministro del Interior, y bajo su órbita y control continuaba el “funcionamiento” de la Policía Federal que manejaba los centros clandestinos de detención conocidos como “El Club Atlético” -en el sótano del edificio del Servicio de Aprovisionamiento y Talleres de la División Administrativa de la fuerza en avenida Paseo Colón, entre Cochabamba y San Juan-, “El Garaje Azopardo” –en la avenida Ingeniero Huergo-, “El Olimpo” –División Automotores, Ramón L. Falcón 4250- y la Superintendencia de Seguridad Federal –Moreno 1417-. Siempre le sobró poder, tanto que se sentía tan respaldado por la Armada Argentina –además de su propia fuerza, el Ejército- que eso lo hizo soñar con pasar a convertirse en presidente cuando Videla estaba por dejar el cargo. Finalmente su deseo fue solo una ilusión, ya que las internas del poder determinaron que el sucesor fuera el por esos tiempo teniente general Roberto Viola.
-También sembraron el terror.
-Además el Proceso falló en lo económico y en lo político.
-Entre las mismas Fuerzas Armadas hubo diferencias. Tenían sus intereses y peleaban por espacios de poder. Eso entorpeció la ejecución del programa que se quería aplicar. En la primera etapa, con Videla, la economía funcionaba muy bien. Cuando Viola asume comete un gravísimo error, que fue devaluar la moneda al otro día de recibir el gobierno. Si el ministro de Economía Lorenzo Sigaut dejaba el dólar libre lograba una estabilidad inmediata, pero se equivocó.-Todavía hay idiotas útiles que dicen entender de economía y hablan de la nefasta política de Martínez de Hoz. Me gustaría que lean el anuncio del plan económico del 2 de abril de 1976. Lo que fracasó no fue el plan, sino los hombres que lo pusieron en práctica en el gobierno de Viola.
Harguindeguy elegía hablar de la economía que se impuso en aquellos tiempos de represión y muerte, pero pasamos a hablar del derrocamiento del gobierno por la fuerza, del golpe de Estado que habían provocado una vez más la Fuerzas Armadas.-Claro que soy consciente de que violamos la Constitución Nacional. Pero todos los argentinos pedían que lo hiciéramos.
-Todos no. Muchos no estaban de acuerdo con el golpe de Estado porque estaban convencidos de que había otros mecanismos constitucionales con los que se podría haber dado solución a la difícil situación que se atravesaba.-¿Hoy tiene claro que esa no es la forma de cambiar un gobierno?
-Por supuesto. Entiendo que las Fuerzas Armadas no están para gobernar. Pero no quedaba otra alternativa. El país era un caos total.-La subversión era incontenible. Algo había que hacer y se hizo.
-Pero hubo secuestros, muertes y desaparecidos. Como ministro del Interior, ¿se hizo responsable de los excesos que cometió la Policía Federal?La charla continuaba con idas, vueltas y cambios de opiniones frente al que por aquellos años demostraba que todavía se sentía un hombre fuerte de la dictadura por más que estuviéramos en democracia. Y así lo manifestaba: “El objetivo era aniquilar al enemigo y se logró”.
-¿Por qué nunca se dieron a conocer listas con identidades de los desaparecidos?-¿Usted tuvo la posibilidad y la intención de dar a conocer esos nombres?
En el living de la casa Harguindeguy cruzaba palabras con sus demás hijos y nietos mientras reivindicaba a Videla y lo definía como un hombre íntegro. “Yo no, soy mortal y pecador”, se autodefinía. Del que no tenía tan buena opinión era del general Ramón Camps, quien fuera jefe de la temible policía de la Provincia de Buenos Aires durante el gobierno de facto: “Fue polémico, pero nunca voy a hablar mal de un camarada, aunque él no es el símbolo del Proceso”.
-Eso se produjo cuando fue preso por orden de los comandantes y llevado a Mar del Plata. Después se lo trasladó a Las Lomitas en Formosa. El tema se originó cuando enfermó su madre. Entonces ordené que se le diera el mismo trato que a Mera Figueroa (Julio, ministro del Interior durante la presidencia de Menem). Él también tuvo enferma a su mamá y viajó para verla. La orden fue que a él también se le permitiera visitarla. Nunca supe por qué no lo hizo. Si fue por problemas de que no había vuelos. Siempre se dijo que no le permití viajar y no fue así.
-¿Usted hoy puede dormir tranquilo?
En 2004, luego de que se dieran por tierra los indultos, Albano Harguindeguy volvió a ser procesado por crímenes de lesa humanidad y se negó a declarar en causas por detenciones ilegales y homicidios en el Plan Cóndor, una campaña de represión política y terrorismo de Estado realizada desde 1975 por varias dictaduras latinoamericanas con el respaldo del gobierno de Estados Unidos. Entonces se ordenó que cumpliera prisión domiciliaria en su casaquinta de Los Polvorines, donde murió el 29 de octubre de 2012 a los 85 años sin haber recibido condena.
Fuente: telam
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