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28/06/2025

“Operación Wedlock”: la fallida misión secreta de la inteligencia británica para atrapar a un espía ruso en sus filas

Fuente: telam

Tras más de dos décadas, la investigación más larga y costosa del MI5 y el MI6 terminó sin identificar al supuesto agente doble, dejando abierta la posibilidad de que un infiltrado ruso siga activo en el Reino Unido

>“MI5 nunca obtuvo la prueba concluyente que buscaba”, confesó una fuente con conocimiento directo de la investigación al diario The Guardian. La frase, pronunciada tras dos décadas de pesquisas secretas, resume la frustración y el misterio que aún envuelven a la inteligencia británica: después de 20 años de vigilancia, seguimientos internacionales y recursos extraordinarios, el Reino Unido no logró desenmascarar al presunto topo ruso infiltrado en el corazón de MI6.

El origen de la caza al topo se remonta a una alerta emitida por la CIA en los años noventa. Según el libro de Corera, la agencia estadounidense advirtió a sus homólogos británicos sobre la existencia de un agente doble dentro de MI6. La preocupación era clara: un oficial británico habría sido “captado por Moscú” y estaría transmitiendo secretos a Rusia. La gravedad de la acusación llevó a que MI5 asumiera la investigación, en un movimiento inusual donde una agencia de inteligencia británica es encargada de espiar a otra.

La investigación no se desarrolló en la sede habitual de MI5 en Thames House, Westminster. En cambio, el equipo se instaló en un edificio de Wandsworth, al sur de Londres, a poca distancia de la sede ribereña de MI6 en Vauxhall. Esta ubicación estratégica permitía una vigilancia más discreta y cercana al entorno del sospechoso principal, identificado por las fuentes como “sospechoso 1A”.

Las técnicas de seguimiento y espionaje empleadas por el equipo de MI5 rozaron el límite de la legalidad y la audacia. El grupo técnico de operaciones, conocido entonces como A1, irrumpió en el domicilio del oficial de MI6 para instalar dispositivos de escucha y cámaras ocultas. Las imágenes y sonidos captados se transmitían en tiempo real a una sala de operaciones secreta. Una fuente describió cómo incluso estacionaron un coche frente a la casa del sospechoso, equipado con una cámara camuflada dentro de una caja de pañuelos en la repisa trasera. “El objetivo era un espía ruso… Estados Unidos creía que filtraba información a los rusos. Era el sospechoso 1A”, explicó una de las fuentes a The Guardian.

La vigilancia no se limitó al territorio británico. Los equipos de MI5 siguieron al sospechoso en sus desplazamientos por ciudades de Europa, Asia y Oriente Medio. Estas operaciones, fuera de la jurisdicción habitual de MI5, implicaban riesgos considerables. Cuando los agentes viajaban con pasaportes reales bajo identidades falsas, o ingresaban a países sin el conocimiento de los gobiernos locales, recibían una advertencia inequívoca: “Si los detienen, están solos”, según relató una fuente al periódico británico. Esta frase, destacada por su crudeza, refleja el nivel de exposición y peligro al que se enfrentaron los agentes durante la operación.

A lo largo de los años, la investigación se mantuvo activa en diferentes formas, incluso después de que el principal sospechoso abandonara MI6. Sin embargo, las sospechas no se limitaron a una sola persona. Una fuente aseguró que el agente bajo vigilancia no actuaba solo, sino que contaba con la colaboración de al menos otras dos personas, también radicadas en Londres. Esta revelación amplió el alcance de la operación y alimentó la inquietud sobre la posible existencia de una red de espionaje más amplia dentro de los servicios británicos.

El fracaso de la operación dejó abierta la posibilidad de que un agente doble haya logrado eludir la vigilancia y continúe en libertad. “Si no era él, entonces es posible que MI6 todavía tenga un topo por descubrir”, advirtió la fuente consultada por The Guardian. Esta declaración, resaltada por su gravedad, mantiene viva la sospecha y la inquietud en el seno de la inteligencia británica.

El libro de Gordon Corera documenta con detalle la evolución de la operación y el impacto que tuvo en la cultura interna de los servicios de inteligencia. La colaboración forzada entre MI5 y MI6, tradicionalmente celosos de sus competencias y métodos, generó tensiones y desconfianzas. La idea de que una agencia británica espiara a otra, con recursos y personal dedicados exclusivamente a esa tarea, resultó “extraordinaria”, según las fuentes citadas por The Guardian.

A lo largo de la operación, los agentes de MI5 se vieron obligados a operar en condiciones de máxima discreción y riesgo. La vigilancia internacional, la utilización de identidades falsas y la ausencia de respaldo diplomático en caso de detención pusieron a prueba la capacidad y el temple de los equipos involucrados. La frase “están solos” resonó como un recordatorio constante de la naturaleza solitaria y peligrosa de su misión.

El desenlace inconcluso de Wedlock dejó una huella profunda en la memoria institucional de la inteligencia británica. La posibilidad de que un topo siga activo, o que haya logrado escapar sin ser identificado, sigue siendo motivo de inquietud y especulación. La operación, que durante dos décadas absorbió recursos y energías de los servicios de seguridad, se cerró sin respuestas definitivas, pero con la certeza de que la amenaza de la infiltración rusa permanece latente.

Fuente: telam

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