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15/06/2025

La sucesión del Dalai Lama: la comunidad tibetana enfrenta una encrucijada en medio de las amenazas del régimen chino

Fuente: telam

El líder religioso prepara un anuncio clave sobre su sucesión en un contexto de crecientes temores por la posible injerencia de Beijing y la incertidumbre sobre el futuro del movimiento tibetano en el exilio

>El recuerdo de la desaparición del niño reconocido como Panchen Lama por el Dalai Lama en 1989, quien fue visto por última vez a los seis años y nunca reapareció, sigue pesando sobre la comunidad tibetana. Este episodio, según relató el New York Times, ilustra el riesgo de que el régimen de China intervenga en la sucesión del líder espiritual tibetano, un temor que se intensifica ahora que el Dalai Lama se acerca a su 90º cumpleaños y su salud se debilita.

El Dalai Lama, quien ha liderado a su pueblo desde el exilio durante casi siete décadas, ha prometido anunciar un plan de sucesión el próximo 6 de julio, fecha de su cumpleaños. El líder tibetano busca anticiparse a las maniobras de China para controlar el proceso de sucesión, un asunto que ha cobrado urgencia ante su creciente fragilidad física y la incertidumbre sobre el respaldo internacional. “Estamos esperando lo mejor pero preparándonos para lo peor”, expresó Tsering Yangchen, miembro del parlamento tibetano en el exilio, citando una frase habitual del Dalai Lama.

El líder espiritual declaró que su sucesor “nacerá en un país libre”, lo que abre la posibilidad de que el próximo líder surja de entre los aproximadamente 140.000 exiliados tibetanos, la mitad de los cuales reside en India. Además, ha sugerido que el sucesor podría ser un adulto y no necesariamente un hombre.

La preocupación por la sucesión se ha intensificado a medida que el Dalai Lama limita sus apariciones públicas. En una de sus escasas sesiones de enseñanza el otoño pasado, necesitó ayuda de dos monjes para llegar a su asiento y fue trasladado en un carrito de golf. Durante esa sesión, al responder cómo ser budista tibetano en el siglo XXI, afirmó: “Lógica y razón, no solo fe ciega en las enseñanzas de Buda”.

La historia de la sucesión del Dalai Lama está marcada por momentos de incertidumbre. Tras la muerte del 13º Dalai Lama en 1933, la búsqueda del nuevo líder se prolongó dos años y estuvo plagada de dificultades, como el pago de rescates a señores de la guerra para trasladar al niño a Lhasa, la capital tibetana. La madre del actual Dalai Lama describió en sus memorias cómo la comisión de búsqueda llegó a su casa durante un crudo invierno tibetano, mientras la familia retiraba más de un metro de nieve. La educación y el ascenso político del joven Dalai Lama se aceleraron debido a la presión de China sobre la región autónoma.

“Que debíamos aprender de los monjes y monjas cristianos. Ellos siempre trabajan como enfermeros, maestros o médicos”, agregó.

Durante las décadas siguientes, Samdhong Rinpoche fue testigo de los esfuerzos del Dalai Lama por distanciarse de las instituciones que construía en los territorios cedidos por el gobierno indio. El objetivo era transferir el poder político a una democracia autosuficiente, mientras él permanecía como líder espiritual. “Su Santidad era tajante en que, tarde o temprano, Su Santidad debía ser irrelevante”, afirmó Samdhong Rinpoche al periódico neoyorquino.

El actual sikyong, Penpa Tsering, de 62 años, nació en un campo de refugiados en India y nunca ha estado en el Tíbet. Su administración opera con un presupuesto anual de unos 35 millones de dólares, de los cuales aproximadamente una décima parte proviene de pequeñas contribuciones de los exiliados, similares a cuotas de membresía. El resto lo aportan países como Estados Unidos, India y naciones europeas. La administración de Donald Trump recortó la ayuda, incluidos millones de dólares destinados a fortalecer las instituciones tibetanas. Además, la postura de India respecto al apoyo a los tibetanos se ha vuelto incierta, ya que Nueva Delhi ha guardado silencio sobre la sucesión mientras gestiona relaciones tensas con Beijing.

El parlamento tibetano en el exilio, compuesto por 45 miembros, se reúne dos veces al año en Dharamsala, India, para aprobar el presupuesto y revisar el desempeño del gobierno. La mayoría de sus integrantes tiene otros empleos, como la docencia o la gestión de restaurantes. El uso intensivo de redes sociales ha permitido tejer lazos entre una nación que ya va por la tercera generación en el exilio. El sikyong, en una entrevista el otoño pasado, se describió a sí mismo como un “guía turístico digital” que ayuda a los tibetanos a mantenerse conectados.

Gran parte del tiempo del sikyong se dedica a viajar y a intentar llenar el vacío dejado por el Dalai Lama en la defensa de la causa tibetana. “Antes, no teníamos que trabajar tan duro porque Su Santidad estaba allí”, reconoció Penpa Tsering al New York Times. Y añadió: “No tenemos ese tipo de respeto. Soy un tibetano muy común, de origen campesino”.

A medida que se acerca a los 90 años, la comunidad tibetana enfrenta la incertidumbre sobre el futuro de su movimiento y la amenaza de que China imponga su voluntad en la sucesión. El anuncio previsto para el 6 de julio podría marcar un punto de inflexión en la historia de los tibetanos en el exilio, quienes, según palabras de sus líderes, se preparan para afrontar tanto la esperanza como el desafío de preservar su identidad y autonomía espiritual frente a la presión de una potencia mundial.

Fuente: telam

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