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20/05/2025

Franak Viačorka, líder opositor bielorruso: “Nuestra revolución no fracasó, simplemente no ha terminado”

Fuente: telam

El activista, mano derecha de Svetlana Tikhanovskaya, analiza desde Buenos Aires la resistencia al régimen de Lukashenko, el papel de Rusia y cómo la tecnología mantiene viva la esperanza democrática en un país bajo represión

>Franak Viačorka (Minsk, 1988) lleva en la solapa un pin con el Pahonia, el escudo histórico de Bielorrusia, símbolo de la resistencia. No es solo un gesto patriótico, sino un recordatorio constante de la batalla que libra desde el exilio como asesor principal de Svetlana Tikhanovskaya, la líder opositora que desafió al régimen de Alexandr Lukashenko en las elecciones amañadas de 2020.

“Estoy seguro de que Bielorrusia alcanzará la libertad”, afirma. “Sólo tenemos que volver a golpear en el momento adecuado”.

—Bielorrusia es el único país que nunca se transformó desde el colapso de la Unión Soviética. Sigue manteniendo prácticas totalitarias estalinistas de opresión de la población. La mayor parte de la economía está en manos del gobierno y la gente no tiene libertad. Nuestro objetivo ahora es prepararnos para un nuevo momento, construir aliados dentro del sistema, dentro de la nomenklatura que apoyen nuestro movimiento cuando llegue el momento. El objetivo final debe ser la celebración de elecciones libres y justas.

— Usted ha calificado la revolución de Bielorrusia en 2020 de “inacabada”. ¿Cómo está trabajando la oposición para completarla?

—Nuestra revolución no ha fracasado, simplemente no ha terminado. Lo que estamos haciendo ahora es crear estructuras en el exilio, como un gobierno paralelo, utilizando herramientas digitales. Utilizamos tecnologías de IA y Web3 para construir una democracia paralela. Estamos empoderando a la gente que lucha sobre el terreno -periodistas ciudadanos, blogueros locales- y ayudando a los reprimidos, a los presos políticos. Y trabajamos para reforzar la identidad nacional, porque la identidad nacional bielorrusa es el mejor antídoto contra el imperialismo ruso.

—¿Cómo mantienen la comunicación con la gente dentro de Bielorrusia dada la censura?

—¿Está dividida actualmente la sociedad bielorrusa?

—La división no se basa en la geografía, sino en el acceso a la información. Quienes están conectados a internet son mayoritariamente pro-occidentales y pro-democráticos, mientras que aquellos que dependen exclusivamente de la televisión estatal rusa están bajo la influencia del régimen de Lukashenko y de Rusia. No es una división geográfica ni generacional. Es fundamentalmente una división informativa. Por eso es tan crucial difundir noticias independientes y fortalecer las tecnologías de internet y el acceso dentro del país.

—En las ciudades, en general está disponible y es accesible, pero hay censura, con más de 2.000 sitios web bloqueados. La gente ha aprendido a saltarse las restricciones utilizando VPN y anonimizadores. Quienes buscan información encuentran formas de acceder a medios independientes. Sin embargo, Internet se cierra durante las protestas, cuando comenzó la guerra o cuando Tsikhanouskaya pronuncia los discursos de Año Nuevo. Así que está disponible, pero no es completamente libre.

—Ha mencionado la influencia de Rusia. ¿Qué importancia tiene Bielorrusia para la estrategia de Putin?

—Si se produjera una transición de poder en Bielorrusia, ¿no le preocupa la intervención rusa?

—Nadie puede garantizar lo que Rusia podría hacer. Rusia es impredecible, una potencia agresiva. Pero ya estamos bajo la ocupación rusa de facto, ya estamos perdiendo nuestra soberanía. El país ya no pertenece al pueblo bielorruso; ya pertenece a Rusia. Putin quiere hacer con Ucrania o Moldavia lo que tiene en Bielorrusia: un Estado títere obediente, leal y controlado. Así que no hay garantías, pero intentamos ser pacíficos. No proponemos cambios mediante la violencia, sino mediante elecciones.

—En primer lugar, hay que dividir a las élites, dividir a la nomenklatura. No estábamos suficientemente preparados para eso. En segundo lugar, necesitas que la comunidad internacional esté dispuesta a actuar. Cuando empezaron las protestas, pasaron nueve meses hasta las primeras sanciones reales. Perdimos impulso. En tercer lugar, en cuanto a la coordinación de las protestas, podríamos haberlo hecho mucho mejor. Eran muy populares y, cuando se cerró Internet, no pudimos coordinar las protestas sobre el terreno. Éramos como gatitos ciegos caminando por las calles sin una buena coordinación.

Rusia también se preparaba entonces para la guerra. Rusia ayudó a Lukashenko principalmente porque querían atacar Ucrania, y sin el control de Bielorrusia, no podían llegar a Kiev. Así que ahora somos rehenes de esta situación geopolítica. Pero no pierdo el optimismo. Estoy seguro de que Bielorrusia alcanzará la libertad. Sólo tenemos que volver a golpear en el momento adecuado.

—Recientemente, Lukashenko indultó a algunos presos políticos. ¿Interpreta esto como una señal de apertura?

—Nina representa la resistencia de la sociedad bielorrusa. Ha sido arrestada, detenida y acosada muchas veces, pero sigue saliendo a la calle. Tiene casi 80 años. El régimen no puede encarcelarla por su edad, pero tampoco puede detenerla. Quieren expulsarla del país, pero Nina rechaza el exilio. Les irrita cada día. Ahora le han abierto una nueva causa penal, le imponen multas para que no pueda pagar su piso... le hacen la vida insoportable. La opción que le dan es: “O vas a la cárcel o te exilias”. Pero Nina y muchos otros se niegan.

—El marido de Tsikhanouskaya lleva dos años encarcelado y aislado. ¿Cómo afecta esto su trabajo?

Lo preocupante es que no sabemos nada de él desde hace dos años. Svetlana dice a veces: “No sé si está vivo”. Es como en Siria, donde desaparecieron personas en las cárceles. Tememos que esté ocurriendo lo mismo en Bielorrusia. Pedimos a la ONU acceso a las cárceles para verificar si estas personas están vivas.

—¿Su liderazgo, junto a otras figuras como María Kolésnikova, ha cambiado el papel de las mujeres en Bielorrusia?

—Ha hecho hincapié en la importancia de la identidad nacional. ¿Qué iniciativas está tomando para preservar la cultura y la lengua bielorrusas?

Estamos rodando películas sobre historia y cultura en distintas ciudades, a veces clandestinamente. Organizamos conferencias en bielorruso, incluso en comunidades de la diáspora. Ayer, aquí en Buenos Aires, hablamos de organizar clases de lengua para la diáspora local. La música, especialmente la escena moderna del rock y la electrónica, populariza la lengua y la cultura. La gente se siente orgullosa de su herencia, de formar parte de la historia bielorrusa.

—¿Qué conexiones buscan establecer en América Latina?

Franak Viačorka

  • Svetlana Tikhanovskaya

  • Alexandr Lukashenko

  • Datos clave de la represión:

    La conexión argentina:

    Fuente: telam

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