Domingo 18 de Mayo de 2025

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18/05/2025

La Infanta Isabel en Buenos Aires: la enviada real que causó revuelo y marcó los festejos del Centenario

Fuente: telam

En el centenario de la Revolución de Mayo se organizaron múltiples actos oficiales. Entre las delegaciones extranjeras invitadas, España envió a una de las figuras más destacadas de su monarquía. Su presencia en Buenos Aires generó una fuerte repercusión y fue recibida con una serie de homenajes que no pasaron inadvertidos

>Cuando a la figura más carismática y popular de la casa real española le ofrecieron viajar a Argentina en lugar de su sobrino, el rey Alfonso XIII -nunca un monarca español había viajado a América- su respuesta causó sorpresa: pidió unos días para pensarlo.

Cuando en marzo de 1910 se anunció que ella estaría en las conmemoraciones por el centenario de la Revolución de Mayo, todo fue ansiedad y expectativa en Buenos Aires.

Y si el país crecía, la capital también tenía lo suyo. En 1905 se había inaugurado el edificio del Congreso, en 1908 el magnífico Teatro Colón y otros edificios estaban en vías de construcción, como el Palacio de Tribunales. A la par, se reformaron y repararon la Catedral metropolitana, y las iglesias de Santo Domingo y San Francisco. La clase más pudiente competía por encargar a arquitectos italianos y franceses las mansiones y palacios más ostentosos.

Desde 1906, gobernaba el país el abogado cordobés de 49 años José Figueroa Alcorta por la muerte del presidente Manuel Quintana. El 10 de marzo de 1910 se habían celebrado elecciones presidenciales, resultando ganador el binomio Roque Sáenz Peña – Victorino de la Plaza, que asumiría el 12 de octubre.

Las tensiones sociales, producto de la situación que vivían los sectores más postergados, estaban a la orden del día, especialmente las protestas anarquistas. Los salarios registraban, desde 1880, un progresivo aumento, pero había profundas diferencias en la distribución del ingreso, sumado a la excesiva concentración de inmigrantes sin trabajo que vivían en la indigencia. Ya lo había advertido Carlos Pellegrini en 1905 cuando señaló que los salarios que se pagaban eran escasos comparados con el costo de vida.

Aún estaba fresco el recuerdo de la violenta represión de Plaza Lorea del 1 de mayo del año anterior. Había actos, manifestaciones, atentados y huelgas, como los de los galponistas, que buscaron entorpecer las obras para recibir el centenario.

Nació como María Isabel Francisca de Asís de Borbón y Borbón y era hija de Isabel II de Borbón y de Francisco de Asís de Borbón. Fue la primogénita y como el hermano varón no aparecía, ella fue nombrada Princesa de Asturias y sucesora del trono. Pero en 1857 nació su hermano Alfonso y ella pasó de princesa a infanta.

Un poco para levantar la imagen de la monarquía, la familia real recorrió España entre 1858 y 1866, años en los que Isabel aprendió de etiqueta y a moverse en diversos círculos.

En diciembre de 1874 su hermano Alfonso XII ascendió al trono y, como no venía la descendencia, ella volvió a estar en el primer lugar para sucederlo, pero en 1880 nació María Cristina. Alfonso XII fallecería a los 27 años de tuberculosis y el hijo al que no llegó a conocer, se transformaría en el rey Alfonso XIII. Y su sobrina, una eficaz embajadora.

Al aceptar representar a España en nuestro país, fue despedida en Madrid con todos los honores, y el 1 de mayo partió en tren a Cádiz, donde abordó el buque Alfonso XII, comandado por el capitán Deschamps, que la traería al Río de la Plata. El 18 de mayo llegó a la dársena norte del puerto de Buenos Aires, recibiendo la bienvenida de naves argentinas.

Grupos nacionalistas exigían al jefe de policía que ejecutase a los anarquistas que mantenía detenidos, y que si no lo hacía, era porque era un “cobarde”.

Al atracar, subió a cubierta el intendente porteño Manuel Güiraldes, y descendió con la ilustre visitante del brazo, mientras se ejecutaba la marcha real española, entre vivas a ella y al rey de España.

Ese miércoles 18 el día era especialmente primaveral. En el muelle la esperaba el presidente José Figueroa Alcorta junto a su gabinete. Juntos, en el carruaje presidencial, enfilaron hacia la Casa Rosada, mientras la gente corría a la par, pujando por verla, y los balcones, embanderados con las enseñas argentinas y españolas, estaban atiborrados de gente que no quería perderse el paso de la visitante.

Luego se dirigió donde se alojaría, en la residencia del alemán Teodoro De Bary, casado con María Fidela Mackinlay. Ubicada en avenida Alvear 1657, había sido construida en 1898 y fue demolida en 1933. Allí se levanta el Palacio Duhau. El matrimonio aprovechó para irse de viaje y los aposentos que ocuparía la visitante se los redecoró según la ocasión.

Cumplió una apretada agenda que incluyó una visita al Hospital Español, al Club Español y a la Sociedad Española de Beneficencia. Y si bien recorrió el predio de la Sociedad Rural, pidió conocer una estancia. Estuvo en la de los Pereyra Iraola.

El miércoles 25, a las 9 de la mañana, en la Plaza del Congreso, se cantó el himno, con la presencia de múltiples delegaciones de escolares, que aguardaron horas formados. Al mediodía fue el Te Deum en la Catedral y luego el desfile de unos 20 mil hombres, tanto de nuestro país como extranjeros. Todos esperaron el atardecer cuando se preparó una iluminación especial de la ciudad, fundamentalmente el Congreso, Plaza de Mayo y la calle Florida.

Porque no era la única visitante extranjera, sino que muchos países, como Italia, representada por el embajador Ferdinando Martini; Francia, Alemania, con el general von der Goltz a la cabeza, Austria, Estados Unidos y varias naciones sudamericanas estuvieron presentes. Inglaterra iba a enviar una delegación pero la muerte del rey Eduardo VII, fallecido el 6 de mayo, trastocó los planes.

La infante puso la piedra al Monumento a los Españoles -los italianos harían lo propio con el monumento a Colón y los británicos con la torre que está en Retiro- y visitó el Jockey Club. En la exposición ferroviaria montada en Palermo, el cantante Ignacio Corsini interpretó “El carretero” y además le dedicaron un vals compuesto para la ocasión titulado “Siempre amable”.

Bautizada aquí como “la madre de la patria”, a su regreso de “su más glorioso viaje”, como lo describieron e España, continuó cumpliendo con sus deberes protocolares y en 1924 fue nombrada alcaldesa honoraria perpetua de Segovia. Por 1930 le diagnosticaron arterioesclerosis y decayó notablemente.

Sesenta años después el rey Juan Carlos I repatrió los restos de su tía. En la Colegiata de la Granja de San Idelfonso, descansa esa dama de nariz un tanto respingada y que fue una de las figuras del centenario.

Fuente: telam

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