16/05/2025
Una infidelidad, una confesión, una charla brutalmente honesta y una pareja que se fortaleció

Fuente: telam
Creemos que ignorarlos es una forma de cuidar al otro, proteger la relación, pero suele ser al revés: al callarlos perdemos intimidad y nos vamos distanciando cada vez más. No es el problema en sí lo que arruina los vínculos, sino lo que ocultamos para preservarlos
>Hace un tiempo una mujer compartió conmigo una historia que me llevó a pensar en el amor “incondicional”. Ella llevaba más de 20 años casada, con hijos en la universidad, y describía la relación con su esposo como sólida y amorosa. Un día, el destino la cruzó con un antiguo compañero de secundaria, con quien había vivido un breve romance en el pasado. Primero fue un café para recordar viejos tiempos, luego otro, unos tragos, hasta que sin haberlo planeado terminaron en la cama y en una relación de amantes.
Pero la culpa no tardó en llegar: aunque valoraba su matrimonio y no quería separarse, tampoco estaba dispuesta a renunciar a lo que este nuevo vínculo le aportaba.
-¿Cómo lo supiste?
-¿Y por qué no me confrontaste? ¿O me planteaste separarnos?
-Estaba esperando que te decidieras a hablar del tema, o que llegara el momento de para hablarlo.-¿Vos también tenés una amante?
-No. Y no porque no haya tenido oportunidades. Pero no sentí la necesidad.-Puedo comprender lo que te está pasando. Solo te pido una cosa: si te das cuenta de que querés hacer una pareja con él, decímelo. Creo que puedo tolerar y acompañarte en esta experiencia que necesitás vivir. Pero si querés tomar otros rumbos, contámelo así no sufro innecesariamente...
Ella estaba en shock.-Porque te amo. Las buenas parejas no son las que no tienen problemas, sino aquellas que son capaces de superarlos. Yo te banco, lo único que te pido es que si querés hacer una pareja con él, me lo digas. La verdad duele menos que la lástima.
La respuesta de su marido la desarmó por completo. Me contó que en ese instante comprendió por primera vez el verdadero significado de la palabra amor. Su marido no le imponía condiciones, no exigía nada a cambio. La aceptaba con sus contradicciones, sus errores, sus pasiones y sus dudas.Por un tiempo siguió viéndose con su amante, pero el romance fue perdiendo fuerza hasta que cumplió su ciclo. Ella y su esposo permanecen juntos, fortalecidos por la experiencia.
Al escuchar a esta mujer sentí que era una historia conmovedora por la calidad del diálogo entre ellos. La audacia de poder hablar, especialmente de los conflictos, de esos temas peligrosos y amenazantes que muchas veces preferimos evadir.Esta mujer corrió un riesgo importante, quizás percibiendo que su esposo tenía la capacidad de escuchar y comprender. Y esa pareja, gracias a ese diálogo, salió enriquecida. El valor de poner los temas conflictivos sobre la mesa, de expresar lo que nos pasa, incluso cuando es amenazante o peligroso.
Tal vez, como esta mujer, descubramos que el verdadero diálogo, aunque sea difícil, puede abrirnos las puertas a la intimidad real y al amor verdadero.
Fuente: telam
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