10/05/2025
El nuevo Papa y la herencia económica de León XIII: claves de una elección simbólica en plena era digital

Fuente: telam
Al adoptar el nombre de quien escribió Rerum Novarum, el pontífice remite a un tiempo de aceleración tecnológica, tensiones sociales y redefiniciones políticas que resuenan con el presente
>Desde el momento en que se conoció la elección de Además de las referencias a su biografía, desde su nacimiento y su vida hasta su temprana juventud en Estados Unidos y su experiencia pastoral en Chiclayo (Perú, país del que también adoptó la nacionalidad), que recordó en su primer mensaje desde los balcones de la Basílica de San Pedro, se destaca la elección del nombre con el que ejercerá su papado, León XIV.
Su predecesor de nombre, el italiano Gioacchino Pecci, Rerum Novarum se difundió en un contexto que guarda similitudes con los tiempos actuales. Desde mediados del siglo XIX se vivía una situación de euforia revolucionaria y, a la vez, acelerado cambio tecnológico. En 1847 Karl Marx y Friedrich Engels habían publicado “El manifiesto comunista”, al año siguiente se desencadenó una oleada revolucionaria en Europa y la llamada “segunda revolución industrial” generaba diferencias de ingresos y riquezas que favorecía el avance entre los sindicatos de la tesis marxista de la “lucha de clases”.En la segunda mitad del siglo XIX se había ido generalizando el uso de ascensores, que dio más vigor a la construcción de edificios en altura, se perfeccionó el método Bessemer, que abarató la producción de acero, se creó el motor de combustión interna, que transformó la industria automotriz y revolucionó la movilidad y el transporte, se empezaron a fabricar las primeras máquinas de escribir de tamaño razonable, el químico ruso Dmitri Mendeleiev publicó la original “Tabla Periódica de los Elementos” y en los años siguientes se fueron descubriendo las primeras “tierras raras”,Fueron décadas en las que se conoció la pasteurización y refrigeración de alimentos, el sueco Alfred Nobel creó la dinamita, el norteamericano Thomas Alva Edison, que hizo de la invención una industria, creó la bombilla eléctrica que, en palabras del escritor de ficción y divulgador científico Isaac Asimov, “empezó a alejar la negrura de la noche” y a su vez facilitó las actividades nocturnas y la extensión de la jornada laboral. En aquellos años se pasó del telégrafo al teléfono, el croata Nikola Tesla construyó el primer motor de corriente alterna, el sueco Alfred Nobel creó la dinamita, de uso intensivo en minería, el alemán Carl Benz construyó el primer auto “práctico” con motor a combustión interna, hallazgos del norteamericano Martin Hall y el francés Paul Héroult dieron lugar a un método más barato y eficiente de producción de aluminio y el británico John Dunlop creó el neumático, que mejoró la suspensión de los autos y facilitó su difusión. La suerte de subtítulo que encabeza la encíclica, abundante en referencias económicas, es “Sobre la situación de los obreros”, en torno de cuya orientación política y situación económica León XIII estaba muy preocupado , como muestran las primeras palabras de su carta: “Despertado el prurito revolucionario que desde hace ya tiempo agita a los pueblos, era de esperar que el afán de cambiarlo todo llegara un día a derramarse desde el campo de la política al terreno, con él colindante, de la economía”. Rerum Novarum afirma repetidamente la propiedad privada como parte de la “ley natural” y en armonía con los principios cristianos. Refleja también la preocupación de la Iglesia por “la acumulación de las riquezas en manos de unos pocos y la pobreza de la inmensa mayoría” y se opone firmemente a “la solución socialista”.Otro pasaje subraya la crítica eclesial a “algunos restauradores de desusadas opiniones” que si bien “conceden, es cierto, el uso del suelo y los diversos productos del campo al individuo, le niegan la existencia del derecho a poseer como dueño el suelo sobre que ha edificado o el campo que cultivó”.
Según la encíclica, “la totalidad del género humano (…) encontró en la ley de la misma naturaleza el fundamento de la división de los bienes y consagró, con la práctica de los siglos, la propiedad privada como la más conforme con la naturaleza del hombre y con la pacífica y tranquila convivencia. Y las leyes civiles, que, cuando son justas, deducen su vigor de esa misma ley natural, confirman y amparan incluso con la fuerza este derecho”.Y cuando plantea el problema de mejorar “la condición de las clases inferiores –vocabulario decimonónico-, reitera que “se ha de tener como fundamental el principio de que la propiedad privada ha de conservarse inviolable”.
La encíclica rechaza la idea de que “una clase social sea enemiga de la otra, como si la naturaleza hubiera dispuesto a los ricos y a los pobres para combatirse mutuamente en un perpetuo duelo (…). Ambos, dice, “se necesitan en absoluto: ni el capital puede subsistir sin el trabajo, ni el trabajo sin el capital”.Subrayados el “derecho natural” y el rechazo a la lucha de clases, la encíclica dice que, “en relación con los proletarios (…) la Iglesia quiere y se esfuerza en que salgan de su misérrimo estado” e inquiere sobre “qué parte de ayuda puede esperarse del Estado”.
Pero aclara que lo que más contribuye a la prosperidad “es la probidad de las costumbres, la recta y ordenada constitución de las familias, la observancia de la religión y de la justicia, las moderadas cargas públicas y su equitativa distribución, los progresos de la industria y del comercio, la floreciente agricultura y otros factores de esta índole”.
Y concluye de modo equidistante al destacar, entre los deberes del gobierno “defender por igual a todas las clases sociales, observando inviolablemente la justicia llamada distributiva”.Hace dos semanas Milei condecoró con la Rerum Novarum, texto al que probablemente remita el nuevo Papa, defendía la propiedad privada, rechazaba la lucha de clases y afirmaba la subsidiariedad del Estado en un contexto mundial agitado por el conflicto político (que aquella vez se manifestó, dos décadas después, en la revolución rusa y la primera guerra mundial) y un acelerado cambio tecnológico. Como ahora.
¿Hasta dónde avanzarán la digitalización y una virtualidad que llevó al filósofo italiano Luigi Zoja a hablar de “La muerte del prójimo”? ¿Podrá la “transición energética” detener o mitigar el “cambio climático”? ¿Hasta dónde llegará la confrontación geoestratégica entre EEUU y China? ¿Cuánto cambiará la Inteligencia Artificial el mundo del trabajo, el arte, la política y tantos otros? ¿Cuáles serán sus efectos sobre la distribución del ingreso y de la riqueza?
Fuente: telam
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