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04/05/2025

Minerales críticos, tierras raras: ¿de qué recursos dispone la Argentina en la “guerra fría mineral”?

Fuente: telam

Alineado con EE.UU., el Gobierno suma al cálculo elementos de valor geoestratégico, pero desarrollo incierto y elevado costo ambiental

>En la última semana de 2024 la empresa Eramine, del grupo francés Eramet, empezó a producir carbonato de litio en el “Salar Centenario Ratones”, ubicado en Salta, a 4.000 metros sobre el nivel del mar. Se trata de la cuarta operación litífera en producción en el país, otras dos empezarán a producir en 2025 y al menos once más se agregarán en los próximos años.

Otro informe de CRU calculó además que 5 de los más de 10 proyectos de cobre en distinto grado de avance que hay actualmente en la Argentina podrían generarle al país ingresos por más de USD 47.000 millones entre 2026 y 2040 y otro estudio estimó que tres de ellos a plena producción alcanzarían para colocarlo entre los diez primeros productores de cobre del mundo.

En cuanto a uranio, el 20 de diciembre de 2024 el presidente Se trata de 3 “minerales críticos” de la llamada “transición energética”: el litio, por su rol clave en la electromovilidad; el cobre, por su ubicuidad en la infraestructura de la electrificación, desde las redes de transporte y distribución hasta su presencia en los chasis de vehículos eléctricos o híbridos, que tienen mucho más cobre que los tradicionales, y el uranio, como combustible en la generación nuclear, de regreso en la agenda internacional debido, entre otras cosas, a las demandas energéticas de la Inteligencia Artificial.

A ese de por sí amplio potencial se agregan ahora la curiosidad y el interés por las llamadas “tierras raras”, a raíz del conflicto geoestratégico entre Estados Unidos (EE.UU.) y China, agudizado por las medidas arancelarias de Las “tierras raras” no son en rigor, tan raras o escasas, pero eran casilleros vacíos en la inicial (1868) “Tabla Periódica de los Elementos” del químico ruso Dmitri Mendeleiev. Y se fueron descubriendo.

Son el escandio, el itrio y 15 “lantánidos” (desde el “lantano”, número atómico 57, al “lutecio”, número atómico 71, en casilleros consecutivos) de los cuales 4 (neodimio, praseodimio, disprosio y terbio) son hoy los más requeridos. Estos elementos (de uso en baterías, imanes, catalizadores, pantallas, lámparas de alta eficiencia, generación fotovoltaica, etc), se presentan usualmente en forma de óxidos o silicatos, similares a la tierra, pero son muy difíciles de extraer y purificar, lo que requiere el uso de métodos ambientalmente agresivos.

En su “Atlas de la Inteligencia Artificial”, Kate Crawford, investigadora de Microsoft, cuenta que el dominio de China sobre los Elementos de Tierras Raras “le debe mucho menos a la geología que a la disposición de asumir el daño ambiental de la extracción”.

Las “tierras raras” tampoco son nuevas: empezaron a conocerse a fines del siglo XIX, poco después de la primera versión de la tabla de Mendeleiev, que había dejado vacíos en su esquema a sabiendas de su muy probable existencia, al igual que la de muchos otros elementos.

Gracias a sus propiedades magnéticas, fosforescentes, conductivas y de resistencia a temperaturas extremas, desde mediados del siglo XX esos elementos aportaron a muchísimos desarrollos tecnológicos: desde el de la televisión en colores (en eso fue clave el europio, hoy presente en todo tipo de pantallas digitales y en dispositivos de verificación de autenticidad) hasta la fabricación de equipamiento médico, como los resonadores magnéticos, con sus potentes imanes en los cuales los elementos de tierras raras son imprescindibles.

Además del dominio de China en su extracción y procesamiento, lo que hoy pone a las “tierras raras” en el centro de la guerra fría mineral con EE.UU. es su uso en dispositivos de seguridad y defensa.

Hace 15 años China ya probó su determinación de usar el dominio de los ETRs (desarrollo que inició a principios de los 80s), como elemento coercitivo. Fue en 2010, cuando Beijing, que entonces explicaba el 97% de la producción mundial, inició un embargo de tierras raras a Japón, uno de los mayores usuarios, porque un guardacostas japonés había detenido a un buque chino que pescaba ilegalmente en aguas de las islas Diaoyu/Senkaku.

No menos desafiantes son las fronteras de la Orden Ejecutiva (equivalente americano de un DNU) que Trump emitió el 23 de abril pasado, disponiendo la aceleración de permisos de mapeo e identificación de recursos en lechos marinos (seabed mining), apuntando a la llamada zona Clarion-Clipperton, entre Hawai y México, donde hallazgos accidentales de restos de cobalto, níquel cobre, manganeso y “trazos” de tierras raras sugieren riqueza mineral.

EEUU no integra la Autoridad Internacional del Lecho Marino (ISA, según su sigla en inglés), agencia de la ONU de la que sí participan 170 países y agrupaciones regionales, incluidas la Unión Europea y China.

Económicamente, el mercado mundial de tierras raras es pequeño. Antes de los recientes escarceos se estimaba que crecería de unos USD 12.000 millones en 2020 a USD 20.000 millones en 2029 y a USD 40.000 millones hacia 2040. Poco comparado con mercados como los del petróleo y el gas, los de la carne, el trigo, el maíz y la soja. o los de minerales como el oro, el cobre, el hierro, el aluminio (producto de la mena de la bauxita) e incluso el litio. Pero su repercusión estratégica es enorme y bien podría llevar a precios “de pánico” como destacó Klinger.

Grace Baskaran directora del programa de minerales críticos del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS, por su sigla en inglés) con sede en Washington, subrayó además que las medidas chinas pusieron a 16 “entidades norteamericanas”, 15 de las cuales son firmas aeroespaciales o de defensa, en una lista “de control”, para inducir a terceros países a “colaborar” con Beijing si no quieren sufrir similares disrupciones.

Esta situación equivale a que, en una guerra convencional, un contendiente dependa del enemigo para la provisión de municiones. Las restricciones, aclaró la experta, abarcan por ahora a las tierras raras “pesadas” y no a las ”livianas”, de las cuales sí hay más capacidad de extracción y procesamiento fuera de China.

En cuanto a la capacidad de la industria norteamericana de suministrar lo que China deje de proveer, la Estrategia de Defensa Nacional 2024 (durante el mandato de Joseph Biden) de EE.UU. fijó como objetivo completar hacia 2027 la cadena que va desde el minado de tierras raras hasta la producción de imanes, en Mountain Pass, California, sede de la primera producción histórica mundial de tierras raras, que EE.UU. descuidó luego, a medida que China se hacía cargo de una industria agresiva con el ambiente (también Beijing, en años recientes, empezó a derivar parcialmente operaciones a Myanmar).

EE.UU. también confía en la colaboración de Australia, país con el que tiene una alianza de Seguridad (AUKUS) de la que también participa el Reino Unido, y en particular en Lynas Rare Earths, una de las empresas más avanzadas del sector, con una subsidiaria en EEUU, Lynas USA.

Ahora bien, ¿qué papel puede jugar la Argentina en esta “guerra fría mineral”. Por de pronto, el gobierno está política e inequívocamente alineado con EEUU, y tanto Trump, que empujó el Lo cierto es que la producción local y la exportación de litio, el “mineral crítico” en el que el país tiene hoy más peso relativo, son en buena medida producto de inversiones chinas y van a China, que absorbe dos terceras partes del litio que exporta el país. Por otra parte, En cobre Argentina cuenta con proyectos de grandes empresas occidentales, como BHP Billiton, Rio Tinto y Glencore, tres de las diez principales mineras del mundo, además de, por caso, la canadiense McEwen Copper, pero la producción se iniciará, con suerte, hacia 2027. Y llegar a la producción de uranio demandará un plazo probablemente mayor.

Según la información que la delegación oficial argentina presentó en recientes ediciones de la Prospectors & Developers Asociación of Canada (PDAC) -la reunión anual más importante de las grandes mineras del mundo- en el país habría “tierras raras” en Salta, Jujuy, San Luis, Santiago del Estero, San Juan, Córdoba y provincia de Buenos Aires, en lugares como Distrito Rangel, Isis-Osiris, Ra, Rodeo de los Molles, Jasimampa y Valle Fértil.

A diferencia de China, donde la explotación de tierras raras surgió como subproducto de la de mineral de hierro en Mongolia, a partir de extraerlas de bastanasita (un tipo de roca), en la Argentina las tierras raras deberían extraerse y separarse de la monacita, otro tipo de roca. De hecho, en el país la única referencia histórica de producción reportada de ETRs, asociadas a torio, un metal radioactivo de empleo en la industria nuclear, fue la recuperación de poco más de 1.000 kilos de monacita en la Mina Teodesia, entre 1954 y 1956.

Es un tiro económico, geológico y social bastante largo. Por caso, el estudio del Segemar y la presentación de la secretaría de Minería en PDAC citan Jasimampa, al sur de Santiago del Estero, como fuente potencial de tierras raras en territorio argentino. En 2011, una movida antiminera resistió el intento de la canadiense U308 Corp y la empresa Sarec (Corporación de Tierras Raras de América del Sur, propiedad en un 20% de U308), de avanzar en la exploración y eventual explotación de ETRs, principalmente cerio, lantano y neodimio.

Además, la Argentina tiene al lado un gigante en Tierras Raras: según el Servicio Geológico de los Estados Unidos (USGS), Brasil cuenta con las segundas reservas mundiales, con 22 millones de toneladas, volumen solo superado por China. El gigante del Mercosur detenta, además, el cuasi-monopolio de reservas y producción mundial de niobio, otro “mineral crítico”, aunque no una “tierra rara”.

Por otra parte, un informe del Servicio de Investigaciones del Congreso de EEUU, de febrero de este año, destaca que el grado de “criticidad” de un mineral depende del cristal con que se mira, aun dentro de un mismo país. Según el Departamento de Energía de EEUU, el litio y el níquel tienen para el país del norte menor “riesgo de provisión” que los 4 más demandados “elementos de tierras raras” (ver arriba), pero importan más para generar energía, mientras el USGS y evaluaciones geoestratégicas dan mayor peso a las tierras raras.

Fuente: telam

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