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04/05/2025

Las escalofriantes confesiones del “Psicópata de Placilla” en Chile

Fuente: telam

Erasmo Moena cumple presidio perpetuo por el asesinato de dos mujeres en 2010 y varias violaciones previas

>El 6 de abril de 2010, Erasmo Antonio Moena Pinto (55), estranguló a dos mujeres en un lapso de seis horas en la región chilena de Valparaíso (120 kms al oeste de Santiago), ganándose de inmediato el apodo del “Psicópata de Placilla” por parte de la prensa. Sin embargo, su historia delictual había comenzado mucho antes con varias violaciones y otros delitos que lo tuvieron en la cárcel y un asesinato que, aunque confeso, nunca pudo ser probado debido a que el cuerpo de la víctima jamás apareció.

“Me siento peor que Hannibal Lecter en ‘El Silencio de los Inocentes’ (...) me provoca ruido saber realmente por qué tengo esta falta de empatía con el resto de las personas, quiero saber qué es lo que tengo, si un daño en el cerebro, si está en mi ADN ser así, no sé”, aseguró en esa oportunidad con tono casi existencialista.

“Le voy a quedar debiendo años a la sociedad”, admitió sarcástico.

Nacido en la ciudad de Tomé en 1970, desde pequeño Moena tuvo un alto rendimiento escolar, aunque no era bien visto por sus compañeros debido a actitudes demasiado sexuales para su edad. Con 14 años fue expulsado de un colegio privado en Concepción (500 km al sur de Santiago), acusado de diversos robos, y una vez en la universidad traficó películas pornográficas para costear sus gastos. A los 20 años cometió su primer delito y asaltó un almacén de barrio, pero ya que no tenía antecedentes previos fue dejado en libertad.

Tras solo un semestre estudiando, se mudó a la comuna de Coelemu (470 km al sur de Santiago), donde conoció al peluquero Marco Antonio Cortés y vivió una época de fiestas, drogas y excesos. Y aunque algunos testigos señalaron que fueron buenos amigos e incluso mantenían una relación sentimental, lo cierto es que el 27 de agosto de 1991 Moena lo mató por motivos que nunca fueron aclarados: lo descuartizó y junto a dos amigos, quemó su cuerpo con bencina y lo arrojó al caudaloso río Itata.

Así lo declaró “Paola”, una de sus cómplices involuntarias:

“Lo encontrábamos tan cruel, lo que estaba hablando él. Hasta que dijo ‘¿saben qué? Lo vamos a quemar y tirar al río’. Nosotros, con mi amigo, nos mirábamos y no podíamos creer lo que estábamos escuchando”, explicó la mujer.

El grupo trasladó el cuerpo en una carretilla. “Él hizo todo. Nosotros nos quedamos parados. Después mi amigo dijo que iba a ir al baño y se fue. Me dejó sola con (Moena) ahí. Erasmo me dijo que teníamos que rezar, y rezó un Padre Nuestro y un Ave María. Después le prendió fuego”, detalló.

Moena también le contó este crimen a una pareja que tenía en la comuna rural cercana de Quirihue, quien rápidamente lo delató a la policía. Y aunque terminó confesando el hecho y los buzos inspeccionaron el río Itata de arriba abajo, el cuerpo del peluquero Marco Antonio Cortés nunca fue encontrado, por lo que el futuro “Psicópata de Placilla” fue finalmente absuelto.

“Mi amigo estuvo en el lugar equivocado, en el momento equivocado, vio cosas que no tenía que ver e hizo cosas que no tenía que hacer”, reconoció sobre este crimen por el que nunca recibió condena.

Moena entró y salió de la cárcel por delitos como robo con violencia y tráfico de drogas y en total pasó 18 años tras las rejas. Salió en libertad el 14 de marzo de 2010, pero solo cuatro días después trató de ultrajar a una menor de edad en un terminal de buses, y el 20 y 25 de marzo forzó a otras dos mujeres, también en Mulchén.

La primera en responder a la oferta fue Loreto López, de 39 años, quien viajó el 6 de abril de 2010 desde Santiago para reunirse con Moena en Viña del Mar. Desde ahí el agresor la llevó con engaños hasta el sector de Placilla -donde supuestamente estaba la empresa-, y la atacó sexualmente, la asfixió y luego cubrió su cuerpo con ramas.

Unas seis horas después, el asesino fue contactado por Andrea Quappe Pinto (43), quien le pidió explicaciones sobre el paradero de su amiga Loreto. Mediante artimañas, Moena la atrajo a otra zona boscosa en las afueras de Viña del Mar y le partió la cabeza con una piedra.

“Hice lo que he hecho toda mi vida: deshacerme de lo que me estorba. Y en ese momento ella me estorbaba”, admitió calculadoramente.

Tras su confesión y una vez hallados los cadáveres, entre sus pertenencias le encontraron varias prendas de ropa interior de sus víctimas, las que guardaba como trofeos. También una pistola y cinco automóviles, dos de los cuales pertenecían a las malogradas mujeres, aunque nunca se supo quiénes eran los dueños de los otros tres.

“A lo mejor no me van a perdonar nunca. Tampoco me interesa el perdón de ellos”, sostuvo tajante.

“Es como que yo me desdoblara y el que está actuando es otra persona”, manoteó sobre su actuar al final de esa única entrevista televisiva, para finalizar con una frase que hasta el día resuena desde su celda en la cárcel de Valparaíso: “Un monstruo no nace, se hace”.

Fuente: telam

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