Domingo 4 de Mayo de 2025

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04/05/2025

Erri De Luca: “Sigo escribiendo porque así me hago compañía”

Fuente: telam

De los recuerdos de Maradona al “gobierno decolorado” de Giorgia Meloni, uno de los grandes autores italianos vivos reflexiona sobre identidad, revolución, batalla cultural y la literatura como territorio íntimo

>Erri De Luca (Nápoles, 1950) es este señor canoso, flaco y sonriente que espera en la puerta de su hotel, tempranísimo en una soleada mañana de otoño en Buenos Aires. Saluda en español e invita a pasar.

“Maradona es un santo”, comenta sin perder la sonrisa. “Aunque ahora también está el Papa Francisco”, agrega a tono con la actualidad. “Pero Francisco es un aspirante a santo”, remata.

Y de su pasión por el montañismo, surgieron el libro y el documental L’età sperimentale (La edad experimental), un viaje introspectivo que entrelaza filosofía y naturaleza, en la vejez es justamente esa edad “experimental”. “Escalé el Chimborazo, en los Andes ecuatorianos”, informa orgulloso cuando se le pregunta por recientes aventuras.

Por iniciativa del Instituto Italiano de Cultura, este hombre con cara de bueno y una sólida obra literaria nutrida de una vida de trabajo, militancia y aventuras, se presenta en la Feria del Libro este domingo a partir de las 17.30 hs. en la Sala Victoria Ocampo del Pabellón Blanco de la Rural. Antes, dialogó con Infobae Cultura sobre Nápoles, Giorgia Meloni y el fascismo decolorado, la obsolescencia de la palabra revolución, los tambores de guerra en Europa y el oficio de escribir.

“He estado en muchos países, incluso de América Latina, pero aquí en Buenos Aires es como si me encontrara en una ciudad italiana donde se habla español”, define al comienzo de la charla.

—Si hablamos de Nápoles en Argentina, es inevitable hablar de Maradona. Supongo usted lo sabrá.

—De Alberto Sordi a Elena Ferrante y Paolo Sorrentino, Nápoles es protagonista de toda una producción cultural a lo largo de décadas ¿Por qué cree que pasa eso?

—Nápoles, como algunas otras ciudades del mundo, es legendaria. Y legendaria, para mí, significa una combinación de lo magnífico y lo terrible. Eso es lo que hace a una ciudad legendaria. Creo que Buenos Aires también es legendaria, como Praga, como San Petersburgo. Pocas ciudades, no muchas, son legendarias, y lo son porque la literatura también las hizo legendarias. Nápoles, por acumulación, atesora leyendas. Así es. Es un lugar que, cuando alguien lo menciona, o sonríes, o te asustas. Algunos grandes escritores la han convertido legendaria. Sin embargo, Nápoles no tiene un gran escritor.

—Yo soy uno de los tantos escritores de Nápoles. En realidad digo que soy uno de los efectos de Nápoles. Quiero decir, Nápoles fue la causa, y yo soy un efecto.

—¿Este libro sobre su relación con Nápoles es lo más cercano que vamos a encontrar a una autobiografía suya?

—¿Y los napolitanos detestan, en cierto modo, a quienes abandonan la ciudad?

—Nápoles, debido a las emigraciones, ha sido vaciada. Hubo una hemorragia de napolitanos. Yo formo parte de esa hemorragia. Pero hay napolitanos que se fueron por necesidad, por obligación, por emigración. Y yo me fui por deserción, como un desertor. Soy un desertor. Eso no se perdona.

—Porque no se reconocen la necesidad de irse, y entonces es como si se hubiera abandonado un puesto de combate. Cuando sales de Nápoles, necesitas comprobar algo. Trabajé como obrero en Turín, en la fábrica Fiat, y al lado de la puerta de entrada, había un cartel donde se leía: “No se alquila... a napolitanos”.

Es un sentimiento de pertenencia. Yo no vivo en Nápoles, pero vengo de Nápoles. Entonces, digo: “soy de Nápoles”. Eso quiere decir que mi educación sentimental es napolitana. Cuando digo educación sentimental, me refiero a cómo se formaron en mí los sentimientos de compasión, de ira, de vergüenza. Todos se formaron en mi infancia y adolescencia, sobre cosas napolitanas. Y además, hablo napolitano. El napolitano es mi lengua materna. Conmigo mismo hablo napolitano, que es algo problemático. Un trastorno de comportamiento. Pero, como vivo solo, a veces necesito escuchar una voz, entonces escucho la mía, y es napolitana. En resumen, me separé de Nápoles como se saca un diente de una mandíbula, pero el diente, con sus raíces ya no se coloca en ninguna otra mandíbula o maxilar. Soy un napolitano y soy extraño en todas partes, incluso donde vivo.

—¿Está cansado que le hagan preguntas políticas, sociales, antes que hablar de literatura?

—Podría contarnos desde su impresión, entonces ¿Quién es esta señora que gobierna Italia?

—Menciona el término y, además, está bastante en boga por la realidad política del mundo ¿Cabe hablar de fascismo hoy en día?

—En otra entrevista habló del término “revolución” en tiempo pasado ¿Tampoco cabe en el siglo XXI?

—Ya que lo menciona, hay otro concepto en boga en la discusión política y es “batalla cultural” ¿Eso existe, cree usted?

—Por último: desde la invasión rusa a Ucrania y muy fuertemente este año con la propuesta de aumentar presupuestos para defensa, se ha vuelto a hablar en Europa de la palabra “guerra” ¿Así lo vive usted como ciudadano?

Hubo un sentimiento de Europa que, en lugar de dividirse, se unió un poco más frente a este acontecimiento de guerra. Por lo tanto, para nosotros es un tema cotidiano, aunque no estamos en una economía de guerra. En una economía de guerra habría alta inflación, falta de bienes de primera necesidad. No estamos en esa situación.

—Mencionó a las personas que se van de su país para huir de la guerra. Pero hay otra clase de migrantes, los que llegan desde África por ejemplo, en busca de trabajo… ¿Usted cree que para ellos hay otro tratamiento?

—Última pregunta, ¿por qué sigue escribiendo?

[Fotos: Sebastián Freire]

Fuente: telam

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