03/05/2025
Pompeyo Audivert: “El teatro debe ser un piedrazo en el espejo”

Fuente: telam
El actor, director y dramaturgo que protagoniza un pequeño fenómeno de la cartelera porteña con “Habitación Macbeth”, reflexiona sobre la potencia transformadora de su arte. “Una máquina sagrada que rompe ficciones”, define
>Pompeyo Audivert es uno de los personajes más singulares y prolíficos del teatro argentino contemporáneo. Actor, director y dramaturgo, su trabajo se distingue por una fuerte carga política, poética y (meta)física.
“Me da mucho orgullo que se haya transformado en un suceso de público, siendo una producción independiente gestada a lo largo de los años en los márgenes y que ahora puede exhibirse en este nivel. Me da mucha alegría y me reconforta”, le dice Pompeyo Audivert a Infobae Cultura en el inicio de un largo diálogo sobre el arte teatral y su propósito, la cruel realidad de este tiempo y las posibilidades de trascendencia en un panorama cultural jaqueado por un hostil clima de época.
Porque aún así y en estas circunstancias, Audivert no la está pasando mal, acepta. “Me está yendo bien porque hay algo ya de la historia del estudio que hace que los alumnos vengan, y también por el éxito que está teniendo la obra, que genera aún más alumnos”. Esto es algo que contrasta con el “momento bastante triste en términos económicos y de situación social” que a su entender se vive en Argentina.Pero eso no es todo. Además, Audivert repuso y está presentando Edipo en Ezeiza (los domingos de mayo a las 20 hs. en Hasta Trilce), una obra que cruza mitología y realidad nacional: traslada el clásico griego a un universo argentino atravesado por el autoritarismo, el exilio y la memoria. Para Audivert, “es una suerte de cargada a un ‘teatro de living’ y a la vez, es una manifestación de lo que yo creo que debe ser el teatro: un piedrazo en el espejo. El teatro señalándole a la realidad histórica que es un campo ficcional alienado. Erige un espejo, lo apedrea y da cuenta de ese trasfondo misterioso que tiene la realidad”. —Es un tópico de conversación de este tiempo ¿Sentís que el mundo está peor que cuando creciste, por una cuestión generacional, en un contexto diferente?—Creo que sí. Lo que estamos atravesando es triste. Siento que el avance tecnológico, la hiperconectividad y el dominio de las pantallas han generado un desbalance en lo humano, incluso en lo artístico. Hoy, la subjetividad colectiva está modelada por fuerzas de poder cada vez más invisibles y despersonalizadas. El cuerpo ha perdido centralidad y el futuro ya no se proyecta: es distópico, sin perspectivas. Me parece uno de los peores momentos de la humanidad.—A la par, estás teniendo un gran momento artístico con Habitación Macbeth en plena calle Corrientes. ¿Qué representa para vos esa llegada al circuito comercial?—La obra parte de uno de los textos más célebres de la historia ¿Tu enfoque establece una conexión con el presente?
—La idea original fue llevar al extremo una fantasía que tenía desde hace años: hacer una obra solo, transformar mi cuerpo en un habitáculo de encarnaciones. Durante la pandemia, ese deseo resurgió y supe que necesitaba una obra universal. Macbeth encajaba perfecto, por sus dimensiones metafísicas y su vínculo con lo sobrenatural. Trabajé mucho el texto, con una adaptación muy libre y poética, incorporando intertextualidades de otros autores que me interesan. Sentí que debía apropiarme del material para que hablara también desde mi lugar.—Termino agotado pero también en un estado de plenitud y éxtasis. Es muy terapéutico. Durante la obra, mi identidad se suspende, entro en una zona profunda de autoconocimiento. Para poder sostenerlo, tengo una vida muy organizada: alimentación especial, siestas, nada de fiestas ni excesos. Todo gira en torno a estar disponible física y espiritualmente para la función.
—¿Y cómo vivís el momento previo, el tránsito desde la vida cotidiana hacia el escenario?—Sobre Edipo en Ezeiza. ¿Qué te propusiste? En el título incluye una palabra que remite a un ícono de la argentinidad
—Es una comedia metafísica que escribí hace más de una década, pensando en actores específicos. Quise hacer un “piedrazo en el espejo”: construir una representación de la realidad y luego romperla, para revelar ese fondo misterioso que nos habita. Me interesaba contraponerla al teatro de living, que se queda en el reflejo. Edipo en Ezeiza cuestiona la teatralidad de la existencia, la ficción de la identidad, e incluso nuestra percepción de lo nacional, bajo la sospecha de que estamos atrapados en una versión ficcional de nosotros mismos.—¿Eso es posible de hacer, aún desde el humor?
—Son cuestiones trascendentes que, si se abordan desde la solemnidad, pueden volverse inabordables. La comedia permite atravesarlas con ligereza sin perder profundidad.[Fotos: Maximiliano Luna]
Fuente: telam
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