27/04/2025
De qué se trata el “Óptimo de Pareto” que volvió a cuestionar Milei al condecorar a Huerta de Soto

Fuente: telam
El presidente ya había citado al economista y sociólogo italiano en 2024, cuando dijo que estaba trabajando en algo que podía hacerle ganar el Nobel de Economía
>En el discurso del acto en que condecoró a Jesús Huerta de Soto, el presidente Javier Milei volvió a mencionar el “Óptimo de Pareto”, como había hecho en junio de 2024 en la República Checa, cuando dijo que junto a su jefe de asesores, Demián Reidel, estaban “reescribiendo gran parte de la teoría económica para poder derivar optimalidad de Pareto, tanto estática como intertemporal, teniendo funciones de producción no convexas”. Y agregó: “si me termina de salir bien, probablemente me den el Nobel de Economía junto a Demián”.
“El óptimo de Pareto se da de patadas con el crecimiento económico”, dijo, y para ejemplificar señaló que creadores como Thomas Alva Edison, que entre otras cosas inventó la bombilla eléctrica, mandó a la quiebra a los fabricantes de velas. Quienes se oponen a las empresas, a los derechos de propiedad, a la creación e invenciones y a la apropiación de los beneficios, señaló, “matan el progreso tecnológico y los últimos 250 años de historia de la humanidad”.
El concepto de “optimalidad”, insistió, “se da de patadas con el crecimiento económico”, a propósito de lo cual mencionó a los economistas Paul Romer y Robert Lucas Jr y a la “teoría del crecimiento endógeno”, en base a educación y progreso tecnológico.
El presidente refirió incluso que en una charla personal expuso sus argumentos teóricos a Kristalina Georgieva, que le había mencionado unos textos de John Keynes. Luego, siguió Milei, la directora del FMI “me dijo que yo tenía razón y me pidió autorización para convocar a Federico Sturzenegger”, quien ahora participa en una suerte de foro asesor del Fondo sobre desregulación y promoción de la actividad emprendedora.
En ese punto, Milei elogió el concepto de “eficiencia dinámica” de Huerta de Soto, que aúna iniciativa e inventiva empresarial, destrucción creativa y eficiencia adaptativa. Ahora bien, ¿qué es el “Óptimo de Pareto”, al que se refirió Milei? Se trata de una situación de equilibrio distributivo a partir de la cual no es posible que alguien esté mejor sin que algún otro esté peor. El concepto fue extendido a modelos competitivos que asumen que en una economía la producción tiene, a partir de cierto punto, “rendimientos decrecientes a escala” y el consumo, también a partir de cierto punto, “utilidad decreciente a escala”.La admisión de “rendimientos crecientes” de modo indefinido tensiona con el principio de competencia, pues implica que las megafirmas pueden crecer sin límites y afirmarse como monopolios, algo negado por la historia económica, combatido por la legislación en buena parte de los países del mundo y contrario a la noción de mercados competitivos a la que adhiere la corriente principal de la teoría económica, aunque Milei es un admirador de Murray Rothbard, economista “anarco-capitalista” que tenía una visión positiva de los monopolios.
Gonzalo Diez Álvarez, de la española “Universidad Francisco de Vitoria” analizó la trayectoria ideológica y académica de Pareto, quien de una inicial etapa liberal democrática pasó la ortodoxia económica y terminó como sociólogo conservador y combativo que en sus años finales se entusiasmó con el ascenso político de Benito Mussolini.
Pareto nació en 1848 en París, donde su padre, un noble genovés involucrado en el partido de Giuseppe Mazzini, figura central del Risorgimento y el establecimiento de la República italiana, se había refugiado, para volver seis años después a establecerse en Florencia, donde Vilfredo se crió, estudió, se graduó de ingeniero y fue director de la Sociedad de los Ferrocarriles Italianos, un puntal de la modernización italiana de ese momento. Todo cambió con los gobiernos Depretis y Crispi (entre 1881 y 1897), cuando Italia cayó en el proteccionismo y una serie de escándalos financieros sacudió los cimientos de la economía y desacreditó a la clase política. Pareto se desengañó de un régimen parlamentario corrupto y una política clientelar, un ejercicio ventajista del poder. Lo que Milei define como “casta”. Derivó así de la ortodoxia hacia una sociología conservadora, destilada en su “Tratado de Sociología General”, de 1816, en el que desarrolla el concepto de “circulación de las elites”.“La decadencia burguesa es el núcleo del diagnóstico histórico de Pareto, que achaca a la “cobardía política” de la burguesía y al “error sociológico del liberalismo” el avance del socialismo, en la creencia de que una política ilustrada (difusión del conocimiento, imperio de la ley, reconocimiento de derechos básicos) libraría a la sociedad del despotismo, la superstición y la violencia”, escribió Diez Álvarez. ”Siempre tendrá más influencia una opinión falsa, pero capaz de entusiasmar a las masas, que una verdadera, pero que no toque el alma religiosa de la muchedumbre”, escribió Pareto. En cambio, pensaba, el discurso fascista “por su plasmación política en un discurso de regeneración nacional menos materialista y estrecho de miras que el discurso socialista, está mucho más capacitado para despertar un nuevo entusiasmo entre la religiosa muchedumbre”.Retórica reaccionaria
Otra guía a la historia y personalidad de Pareto es el economista, cientista político e historiador alemán Albert Hirschman, cuyo último libro, “La retórica reaccionaria”, de 1994, ubica la obra de Pareto como clave en la tesis de la “futilidad” de los impulsos progresistas.“La lucha emprendida por algunos individuos para apropiarse de la riqueza producida por otros es el gran acontecimiento que domina toda la historia de la humanidad”, dice en un pasaje de su obra el propio Pareto. Pero a diferencia del marxismo, del que era un declarado enemigo, el economista y sociólogo italiano no hablaba de “explotación” o “plusvalía”, sino que acusaba a quienes controlaban las palancas del Estado, que consideraba “una máquina de expoliación”. Según él, la democracia podía ser “expoliadora” como cualquier otro régimen, por lo que el sufragio universal y la democracia no podía traer ningún cambio político o social verdadero.
A su vez, el aporte empírico más importante de Pareto, tras asumir la cátedra de Economía en la Universidad de Lausana (Suiza), fue un estudio sobre la distribución de ingresos personales en distintos países y épocas, mostrando que seguían de cerca una distribución matemática. Estableció así un parámetro luego llamado “Alfa de Pareto”, que llamó “una ley natural”.Si la distribución sigue una “ley natural”, es en vano que la democracia busque modificarla. Pareto mismo escribió: “los esfuerzos que hace el socialismo de Estado por cambiar artificialmente la distribución tienen como primer efecto la destrucción de la riqueza (…) el resultado es exactamente el opuesto del que se buscaba en un principio: se empeora la condición del pobre en vez de mejorarla”.
Hirschman explica que la tesis de la “futilidad” de Pareto minimiza incluso el efecto de acontecimientos históricos como la revolución francesa y el sufragio universal. Según el autor alemán, aunque la crítica de la “perversidad” del cambio luce a primera vista más fuerte, al menos reconoce alguna eficacia a la acción humana o social. En cambio, la tesis de la “futilidad” paretiana es desmoralizante y, en definitiva, demoledora.
Hay allí, claramente, un aire de familia con el cuestionamiento del gobierno de Milei a las “organizaciones sociales”, a quienes el presidente califica de “gerentes de la pobreza”. En términos de Pareto, serían simplemente “expoliadores”.
Fuente: telam
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