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26/04/2025

El joven que cambió de vida tras el crimen de su mamá: de estudiar abogacía al impulso de Pity Álvarez para viajar

Fuente: telam

Hace 15 años el caso de General Las Heras había estremecido al país. Carola Bruzzoni fue asesinada a mazazos por su amiga Silvia Luna. Un video hot y una fiesta de casamiento postergada

>Por un tiempo todo el mundo habló del caso. Los móviles de la televisión coparon la plaza central de General Las Heras. La cercanía con Buenos Aires lo hacían atractivo, eran menos de 100 kilómetros. La historia tenía todo los condimentos para completar muchas horas de los canales de cable. Dos amigas, Carola Bruzzoni y Silvia Luna, compartían el trabajo en un pueblo en el que se conocían todos. Luna se iba a casar y algo se rompió en ese vínculo con Carola, que amenazó a su amiga con difundir un video íntimo.

Carola le dijo a la que las había separado “me golpeó acá” y mostraba su sien izquierda. Pidió hielo para ponerse en la cabeza con un repasador. Le ofrecieron llevarla al hospital pero no quiso. Se fue a su casa algo dolorida. Su marido notó que esa misma noche mientras dormían comenzó a salirle sangre donde la habían golpeado. Fue internada y pasó por tres hospitales. Bruzzoni murió nueve días después del golpe en el Hospital Vicente López de la zona.

Pasaron 15 años y poco se subo del entorno de la víctima. Agustín Robledo, hijo de Carola, tenía 20 años cuando sucedió el crimen. Su vida dio varios vuelcos en todo este tiempo, pero siempre recuerda a su mamá con cariño y la extraña. “Muchas veces lloro cuando me pongo a pensar en ella”, cuenta en diálogo con Infobae.

De esos días recuerda que se levantó tarde y cuando caminó por las calles del pueblo todo el mundo lo abrazaba o lo miraba raro. “Hasta que llegó una tía y me contó lo que había pasado - recuerda Agustín-. Entonces me fui al hospital para estar con ella la mayor cantidad de tiempo posible”.

Durante los 9 días de agonía de su mamá y después en el juicio, Agustín se convirtió en un experto en leyes. “Me la pasaba todo el día leyendo el Código Penal y hablaba con los abogados para darle consejos o hacerle preguntas - cuenta Robledo-. Sabía que la iban a condenar a homicidio simple, por todo lo que decía el fiscal y los jueces”.

Silvia quedó detenida y fue condenada el 24 de febrero de 2012 a diez años de prisión por el homicidio de Carola. Un año después la Sala III del Tribunal de Casación Penal de La Plata le redujo la pena a cuatro años, ya que los jueces consideraron que Luna había actuado en estado de “emoción violenta”. Recuperó su libertad en el 2013. No volvió a General Las Heras y tampoco volvió a ver a su novio con el que iba a casarse el 24 de abril del 2010.

Cada verano, Robledo agarraba su mochila y aprovechaba el mes de feria judicial en enero para irse de vacaciones al sur. “Cada año me costaba más volver a trabajar al estudio. Sentía que mi lugar estaba ahí en la ruta, viajando”, explica Agustín.

El joven era fanático de la Viejas Locas. Tenía el nombre de la banda tatuado en la piel y seguía a Pity Álvarez en cada uno de sus recitales. Se lo encontró una noche a la salida de un show. “Me miró y me dijo, ´vos estás para otra cosa”, recuerda Robledo. La frase le quedó en la cabeza y lo hacía sentir cada vez más incómodo con la corbata al cuello. En el siguiente recital de la banda llevó una serie de cartas para su ídolo. “Se las tiré al escenario y él las agarró. Después lo esperé afuera para saludarlo, pero Pity nunca salió y me fui”, cuenta.

Las frases de Pity fueron el impulso definitivo. Igual, Robledo se recibió de abogado y siguió unos años más trabajando. Hasta que un día, de 2021 dejó el estudio que había armado con un socio. “Nos iba bien, pero mi vida estaba en otro lado”, explica. Emprendió su primer viaje al sur. En Bariloche trabajó de cocinero en el Hotel Llao Llao y en San Martín de los Andes. “Aprendí todo lo que se cocina en esa zona como cordero, por ejemplo”, afirma.

El siguiente paso fue más osado. Agustín tomaba una cerveza frente al lago Nahuel Huapi en un descanso de su trabajo a mediados de 2022. Miraba el lago azul, cristalino, y pensaba que sería lindo vivir cerca del mar. “Al instante le dijo a un amigo que estaba junto a él en Bariloche ´me voy a Río de Janeiro´”. Y se fue.

En Brasil hizo de todo. Fue mesero en uno de esos barcitos de la Avenida Atlántica que visitan todos los turistas y también vendió empanadas en la playa. En un momento, vio que la venta de choclos rendía más y se asoció a un joven chileno para comprar un carro. “Me metí en una favela para arreglar la compra y poder trabajar en la playa de Ipanema - explica el joven-. Parecía una película, tuve algo de miedo y mucha adrenalina. Por suerte salió todo bien”.

Después se cansó del frenesí carioca y se alejó un poco, pero siempre cerca del mar. Ahora vive en Buzios y cocina para un restaurante de playa. “Estoy muy tranquilo acá. El año pasado volví a visitar a mi familia a Argentina, pero me quedé dos semanas y me volví porque no aguanté. Me sentía como encerrado. Estaba tirado en la reposera en la casa de mi papá y ya quería volver al mar”, explica Robledo.

Robledo afirma que se puede rehacer la vida luego de una tragedia. Cuando tenía 20 años, se despertó un día y su mamá agonizaba en el hospital. Agustín no se cayó. Primero estudió abogacía para saber cómo funcionaba la Justicia que había condenado a la asesina de Carola. Después, sintió que su vida pasaba por otro lado. Y se largó a la ruta. A cumplir el sueño de vivir junto al mar. Ahora, a los 35, ya piensa en los nuevos rumbos. Siempre con un mapa en la mano y buscando nuevos destinos.

Fuente: telam

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