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23/04/2025

A cien años de la visita de Einstein al país: conferencias, una agenda interminable y el oasis de paz que encontró en Llavallol

Fuente: telam

Se cumplen cien años del mes en el que el científico alemán estuvo en Argentina. En tanto figura en franco ascenso en la ciencia mundial, realizó una gira por diversos lugares del mundo. Los detalles de un viaje en el que le programaron una enorme cantidad de actividades

>Cuando el barco que lo llevaba a Montevideo dejó el puerto de Buenos Aires, seguramente Albert Einstein respiró aliviado. Terminaba para él un intensísimo mes en nuestro país. Invitado por la Asociación Hebraica y por la Universidad de Buenos Aires para dictar una serie de conferencias, fue objeto de homenajes, paseos, viajes, vuelos sobre la ciudad, actos con discursos interminables, compromisos oficiales, acoso periodístico y en el mientras tanto, muchos que pugnaban por conocerlo.

Arribó al puerto de Buenos Aires a bordo del Cap. Polonio, buque de bandera alemana, la mañana del 25 de marzo de 1925. Antes había hecho escala en Río de Janeiro y Montevideo.

Gobernaba un país próspero Marcelo Torcuato de Alvear y Einstein ya había iniciado su carrera que lo consagraría. Con 46 años cumplidos el 14 de marzo, era una suerte de celebrity mundial de trato encantador, sencillo y amable, con un especial sentido del humor.

Nacido en Ulm, había estudiado en Múnich y en Suiza cursó, entre 1896 y 1900 en el Politécnico de Zúrich, donde obtuvo un doctorado en Ciencias Físicas y una habilitación para ejercer la docencia en la universidad. En 1905 comenzó con los estudios que lo harían famoso, y por el hecho de haberse nacionalizado suizo eludió pelear en la Primera Guerra Mundial, a la que criticó, lo que le valió no pocos ataques de alemanes nacionalistas y de racistas.

Cuatro años atrás de su llegada a Argentina había recibido el Premio Nobel de Física por sus investigaciones sobre el efecto fotoeléctrico y sus contribuciones a la física, y no por la famosa Teoría de la Relatividad, ya que el experto que la estudió no la entendió y se temió hacer un papelón si le otorgaban semejante galardón por un trabajo que podía terminar en un fiasco.

Se alojó en la lujosa residencia que Bruno Wassermann, un comerciante judío alemán poseía en la esquina de Zabala y Villanueva, en el barrio de Belgrano, y que hoy la ocupa la embajada de Australia.

Aseguró que de nuestro país conocía su hospitalidad, del que tenía referencia por amigos que poseía en la comunidad judía local.

El único día que disfrutó de un impasse fue el 29 de marzo cuando se quedó descansando porque llovía y se habían suspendido las actividades programadas.

En la primera brindada en el Aula Magna del Colegio Nacional de Buenos Aires, que fue la inaugural, se sorprendió por la cantidad de jóvenes, a los que alentó a que lo interrumpiesen ante la menor duda y que cuestionasen sus conceptos.

Los diarios publicaban íntegras sus conferencias y la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales lo nombró académico honorario. Todo lo que hacía tenía cobertura y algunas empresas incluyeron su nombre en sus avisos publicitarios.

Le agradó la ciudad de La Plata, y allí visitó el Museo de Ciencias Naturales y la sede del Jockey Club, donde fue homenajeado. También viajó a Córdoba en tren y en cada estación había gente en el andén esperándolo para saludarlo. Hubo recorrida por su universidad y parada en el Hotel Edén, en La Falda, propiedad de los alemanes Eichhorn –futuros aportantes a la campaña de Adolf Hitler- quienes le prepararon un banquete.

Lo cierto era que Einstein no tenía un minuto de tranquilidad, producto de una apretada agenda de compromisos de actos, charlas y visitas.

Tenían su casa de descanso en la calle Moldes y Néstor de la Peña, a escasos metros donde está situado el Instituto San Francisco de Asís. Estuvo un par de días a comienzos de abril, y le alcanzó para recorrer la reserva de Santa Catalina, considerada una de las primeras colonias agrícolas que tuvo el país, formada por escoceses en 1825.

Y, tal vez, disfrutando de su anonimato, era posible verlo sobre el puente peatonal de madera, cercano a la estación del ferrocarril, contemplando el paisaje. Se lo recuerda como una persona afable, tranquila, siempre de buen humor. También se hizo del tiempo para visitar la catedral de Lomas de Zamora y la localidad de Adrogué.

Einstein dejó el país el 23 de abril. Su visita a la Argentina no había pasado inadvertida. Hasta escribió columnas en el diario La Prensa. En la primera de ellas, ahondó en el concepto de una “pan Europa”, con lo que se adelantaba casi ochenta años a la conformación de la Comunidad Europea.

Antes de la partida, fue agasajado por estudiantes universitarios, el comité de sociedades israelitas le organizó una despedida y él realizó una cena en lo de los Wassermann, con lo que culminó la visita del creador de una teoría que pasó un ajetreado mes en ese lejano país de América del Sur llamado Argentina.

Fuente: telam

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