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19/04/2025

El marino que admitió “los vuelos de la muerte” y fue condenado a 1084 años de prisión: detalles de la sentencia dictada en España

Fuente: telam

En 1995, Adolfo Scilingo, integrante de la Armada, confesó en un libro su participación en la represión ilegal en la ESMA. Luego declaró en España, donde quedó detenido. En abril de 2005 fue condenado por delitos de lesa humanidad que incluyeron 30 muertes alevosas, torturas y detención ilegal

>“El suboficial abrió la compuerta trasera y a partir de ahí fuimos arrojando uno por uno a las personas esas. Si bien se escuchaban los ruidos de los motores, el silencio era penetrante”. La espeluznante confesión en 1995 del entonces capitán de corbeta Adolfo Scilingo al periodista Horacio Verbitsky –autor del libro El Vuelo- reveló una de las metodologías utilizadas para el asesinato y la desaparición de los cuerpos de las víctimas de la dictadura militar que pasaron a calificarse como “los vuelos de la muerte”.

Con su testimonio Scilingo se convirtió en el primer oficial de la dictadura que admitió en público el terrorismo de Estado. Por entonces en la Argentina regían las leyes de Punto Final y de Obediencia Debida, que establecían que no se podrían juzgar a los responsables de crímenes de lesa humanidad y desaparición forzada de personas y eximía de responsabilidad a los militares de menor rango por los delitos cometidos durante la dictadura.

En 1997 Scilingo fue invitado a un programa en Televisión Española. Entonces desde Madrid, los abogados Carlos Slepoy, argentino, y José Pepe Galán, español, advirtieron que si arribaba al país el juez Baltasar Garzón debía ordenar su detención. En la causa de desaparición de personas estaban perfectamente identificadas 610 víctimas de nacionalidad española. Scilingo le envió una carta al magistrado en la que le expresó que había tomado conocimiento por medios periodísticos que tenía a su cargo la investigación que se llevaba a cabo en la justicia por la desaparición de españoles durante la dictadura militar argentina entre 1976 y 1983. Y que a tal fin se ponía a su total disposición para colaborar, asumiendo las responsabilidades que le correspondieran.

Finalmente, el ex marino llegó a España el 6 de octubre y al día siguiente se presentó a declarar ante el magistrado y relató con lujo de detalles su participación en los vuelos de la muerte. Luego tenía previsto ir al programa de tevé. Pero cuando terminó de hablar, el juez le dijo sin vueltas “queda usted detenido”. Por ruego e insistencia de los productores del ciclo la entrevista pactada para la televisión pudo ser realizada, pero en la cárcel de Carabanchel, adonde fue a parar Scilingo.

Sometido a juicio, en la sentencia que llegó el 19 de abril de 2005, hace exactamente veinte años, pudo leerse: “Se ha visto en juicio oral y público la presente causa seguida por un delito de genocidio, terrorismo y torturas, contra Adolfo Francisco Scilingo Manzorro, nacido el 28 de julio de 1946 en la ciudad de Bahía Blanca de la República de Argentina, hijo de Adolfo Armando e Isabel, en prisión provisional por esta causa... Con fecha 28 de junio de 1996, se dicta auto por el que se declara la competencia de la jurisdicción española para conocer de los delitos denunciados, acordándose entre otras actuaciones, el requerimiento al Ministerio de Asuntos Exteriores para que remita información sobre los españoles o personas de origen español asesinados o desaparecidos en Argentina entre los años 1976 a 1983, así como los procedimientos judiciales que se hubieran seguido por tales hechos, interesándose al mismo tiempo, librar Comisión Rogatoria a Argentina en el mismo sentido. El procesado Adolfo Francisco Scilingo comparece voluntariamente ante el Juez Instructor prestando declaración sobre los hechos objeto de denuncia”.

En lo que respecta al plan llevado a cabo y las órdenes secretas, el desarrollo de la sentencia refirió textualmente: “En los días inmediatamente previos al golpe, hacia el día de 10 de marzo de 1976, el almirante Luis María Mendía, Comandante de Operaciones Navales, siguiendo órdenes del Comandante en Jefe Emilio Eduardo Massera, y con conocimiento y conformidad de la alta jerarquía de la Armada, en desarrollo del plan previamente establecido por los responsables de las Fuerzas Armadas, convocó a toda la Plana Mayor del Área Naval de Puerto Belgrano, en número de 900 marinos aproximadamente, y los arengó en el sentido de que el país estaba lleno de ‘delincuentes subversivos’ y que se les debía combatir para conseguir, según decía Horacio Hernán Berdine -compañero y asesor de psicología de Massera-, un país distinto, pacificado, con orden y economía espectacular”.

“Pocos días después del golpe militar el mismo almirante Mendía convocó una nueva reunión en el cine de Puerto Belgrano en la que marcó los lugares en los que se encontraban los ‘subversivos’ y le comunicó a la Plana Mayor que la Armada no iba a ser ajena al combate antisubversivo y que integraría el Grupo de Tareas 3.3.2, constituido por la Compañía de Ceremonial reestructurada, con un área de operaciones que se extendería a la zona norte de Capital Federal y Gran Buenos Aires. Asimismo les indicó que se combatiría todo lo que fuera ‘contrario a la ideología occidental y cristiana’, todo ello con el beneplácito de la jerarquía católica castrense, y con el apoyo de un gabinete especial creado por Massera”, según la sentencia.

“En esa reunión Mendía explicó el método de ‘lucha contra la subversión’ e indicó que se actuase con ropa civil, operaciones rápidas, interrogatorios intensos, práctica de torturas y sistema de eliminación física a través de los aviones que, en vuelo, arrojarían los cuerpos vivos y narcotizados al vacío, proporcionándoles de esta forma una ‘muerte cristiana’”, se explicó en la decisión judicial.

Acerca de la participación de Adolfo Scilingo, se especificó: “En el año 1976 formaba parte de la Armada de la República Argentina ostentando la graduación de teniente de Fragata con destino en la Base Naval de Puerto Belgrano en Argentina. Precisamente en su condición de oficial, el procesado asistió a la reunión que, a principios del mes de marzo de ese año, días antes de producirse el golpe militar en aquel país, se celebró en el cine de Puerto Belgrano. Dicha reunión a la que acudieron además de Scilingo otros 900 oficiales, fue convocada por el Almirante Luís María Mendía. En el curso de ésta se expuso por los organizadores la ‘catastrófica’ situación por la que atravesaba el país, se dijo que estaba ‘sumido en el caos’ y se aludió a los próximos cambios que se iban a producir y que lo transformarían en un ‘país pacificado de orden’ y con una ‘economía espectacular’”.

Y agrega: “Días más tarde, en el transcurso de la semana posterior al día 24 de marzo, Mendía convocó una nueva reunión de oficiales en el mismo lugar, el cine de Puerto Belgrano, a la que también acudió Scilingo, que había estado navegando, pero regresó tres o cuatro días después del golpe de Estado, pudiendo asistir a la misma. En la reunión, Mendía marcó los lugares en los que se encontraban los ‘subversivos’, también precisó que la Armada no iba a ser ajena al combate anti-subversivo y que integraría el Grupo de Tareas 3.3.2 cuya área de operaciones abarcaría la zona norte de la Capital Federal y Gran Buenos Aires. El objetivo era combatir todo lo que fuera ‘contrario a la ideología occidental y cristiana’, para ello se contaba con el beneplácito de la jerarquía católica castrense. Se explicaron las líneas generales de la actuación: se actuaría con ropa de civil, operaciones rápidas, interrogatorios intensos, práctica de torturas y sistema de eliminación física mediante vuelos sin destino, si bien la muerte así producida sería ‘cristiana’ puesto que la gente sería previamente narcotizada”.

La sentencia abundó en detalles acerca de cómo se ejecutaban los vuelos de la muerte: “Al igual que en otros centros clandestinos de detención, en la E.S.M.A. se producían lo que se denominó tanto entre los ejecutores como entre los detenidos los ‘traslados’. Se trataba del método empleado para eliminar físicamente a aquellos sobre cuyo destino final se había decidido debía ser la muerte. Así, los prisioneros eran seleccionados por un grupo de oficiales integrado por el Director de la Escuela, el Jefe del Grupo de Tareas, los jefes de inteligencia, Operaciones y logísticos, y algunos otros oficiales. El martes de cada semana se confeccionaba la lista de qué prisioneros se incluían en el ‘traslado’ que se iba a producir al día siguiente, los miércoles, aunque excepcionalmente se produjeron también algunos ‘traslados” otros días de la semana (sábados) cuando existió una saturación de detenidos en la E.S.M.A. (algunos meses del año 1977)”.

“De esta forma, el miércoles los prisioneros podían apreciar una mayor actividad en el Edificio de Oficiales. Los que ocupaban el sótano eran desalojados y obligados a subir a ‘capucha’, hasta los guardias mostraban especial nerviosismo que se traducía en actuaciones más violentas que de costumbre. Los elegidos eran llamados por sus respectivos números, salían de las ‘cuchas’ y les obligaban a formar lo que se ha denominado el ‘trencito’, fila de prisioneros encapuchados, esposados y engrilletados, que debían caminar, arrastrando las cadenas, descender las escaleras, atravesando todas las plantas del edificio para llegar hasta el sótano, conducidos por los ‘verdes’ y cruzándose permanentemente con los oficiales que habitaban el edificio. En este lugar, les era aplicada una primera inyección de pentotal, que llamaban ‘pentonaval’, lo que les generaba una situación de semi-inconsciencia, momento en el que eran introducidos en un camión y trasladados hasta el sector militar del Aeroparque de la ciudad de Buenos Aires. Allí se les subía a un avión, que iniciaba el vuelo sobrevolando el mar, después de inyectarles otra dosis de ‘pentonaval’, eran despojados de sus ropas y arrojados vivos al mar”, señaló la sentencia.

La justicia española explicó en el expediente que Adolfo Scilingo se incorporó unos días antes de la Navidad de 1976 y finalmente fue ascendido al grado de Teniente de Navío el día 30 de diciembre cuando ya se encontraba allí. Así se lo describió en el fallo: “Al llegar, conociendo cuáles eran las actividades y la finalidad del Grupo de Tareas 3.3.2 pretendió formar parte del mismo (al que Mendía se había referido durante la reunión en el cine del Puerto Belgrano). Sin embargo, y por motivos de servicio tuvo que conformarse con ser el jefe de electricidad, y posteriormente asumir la jefatura de automoción. Lo que le permitió realizar tareas complementarias sabiendo que formaban parte necesaria de la ejecución del plan (reparar automóviles e instalaciones, entre otras). Precisamente por su ocupación y por su condición de oficial por la que ocupaba una de las habitaciones denominadas ‘camarotes’ situada en la planta primera del Edificio de Oficiales de la E.S.M.A. tenía pleno conocimiento de cuanto allí acontecía. De este modo, el procesado Scilingo, en el desarrollo de su actividad como jefe de electricidad, tuvo que subir a lo que se ha referido ‘capucha’, al objeto de solucionar ciertos problemas con uno de los ventiladores allí existentes. Al desembocar la escalera y ante la puerta con guardia tuvo que despojarse de las insignias que portaba, y una vez que penetró en el recinto y en el pasillo pudo ver a una embarazada en avanzado estado de gestación, llevaba un camisón y un salto de cama, de ojos azules. Se trataba de Mª Marta Vázquez Ocampo. Esta había sido secuestrada junto a su marido el 14 de mayo de 1976, por sus trabajos solidarios con los más desfavorecidos en zonas marginales de la capital (era psicopedagoga y su marido médico) fue llevada a la ESMA y fue la primera embarazada a la que vio el procesado Scilingo conociendo en ese momento que entre los detenidos también había mujeres encintas. Esto le provocó un importante impacto emocional (cuyo recuerdo le acompañaría muchos años después). Marta tuvo un varón e inmediatamente fue ‘trasladada’, nunca más se supo de ella, la familia biológica no supo nada más del niño que aquella había tenido”.

La sentencia dice que: “En otra ocasión, esta vez a principios del mes de febrero del año 1977 el procesado Scilingo volvió a encontrar una embarazada en la zona de ‘capucha’, tuvo que subir, esta vez por problemas con el ascensor. Frente a la puerta de la máquina del ascensor y en el interior de una de las habitaciones observó a una embarazada, quien después se supo era Marta Álvarez. Esta había sido secuestrada en el mes de junio de 1976 junto a su compañero y padre del hijo que esperaba, había sido torturada (aplicándole la picana por todo el cuerpo incluido los genitales aun conociendo su embarazo). Durante sus visitas a ‘capucha’, lugar al que subió en unas diez ocasiones, el procesado pudo comprobar el número de detenidos, como se hallaban distribuidos, la penosa situación en la que se encontraban, las capuchas, los grilletes, las esposas, el tremendo olor nauseabundo que impregnaba la zona, en definitiva todo cuanto se ha descrito más arriba y que vivieron los secuestrados que estuvieron en el centro clandestino de detención de la Escuela Mecánica de la Armada y que han sobrevivido y han podido prestar testimonio sobre ello: Graciela Daleo, Mario Cesar Villani, Alicia Milia de Pirles, Nilda Haydee Orazi González, Silvia Labayru, Norma Susana Burgos Molina, Alberto Girondo, Martín Gras, Lidia Cristina Vieyra López, Lisando Raúl Cubas, Rosario Evangelina Quiroga, Ana María Martí, Marta Álvarez, entre otros”.

Respecto a los niños que nacían en la E.S.M.A, la sentencia narró qué ocurría con ellos: “Las familias de marinos que quisieran tener en adopción alguno de ellos debía conectar con el grupo operativo. Esto se transmitió entre la oficialidad, en la cámara de Oficiales se comentaba cuando se producía algún nacimiento y si era varón o niña, etc. El propio Scilingo conoció en relación a estas adopciones el modo en que Vildoza se apropió de uno de estos niños, varón, hijo de Cecilia Viñas, y al que vio años después con el pequeño cuya identidad fue determinada en 1998, y que precisamente fue acompañado por los hijos de Vildoza al Tribunal argentino que conoció del caso. El procesado Scilingo tuvo igualmente conocimiento de lo que denominaron ‘asados’ porque cada vez que se iba a realizar uno en la E.S.M.A. acudían al taller de automotores, del que él era máximo responsable, para solicitar cubiertas viejas, aceite de quemar, gasoil, o bien un camión para el transporte de leña. También, esa cuestión era comentada en el Salón de Oficiales y en el curso de una comida, a la que Scilingo asistió, se comentó la duda de sí alguno de los incinerados pudiera estar vivo por el movimiento del cuerpo a lo que uno de los médicos explicó que eso era debido al calor, que hacía contraerse los cuerpos dando la sensación de movimientos espasmódicos”.

Entre las precisiones de la condena surgieron otros roles que cumplía Adolfo Scilingo: “Participó actuando como chofer de un coche ‘Falcon’ en el secuestro de una persona de identidad no determinada acaecido hacia mediados de 1977 en la zona de Caballito entre la Avenida Rivadavia y una calle transversal de Buenos Aires. El operativo lo componían 20 personas al mando del Capitán Flash e intervenía también el Capitán Pazos. Por el nerviosismo que le produjo la situación tuvieron un accidente y al coche que conducía el procesado se le rompió el palier. El secuestrado fue llevado a la ESMA, sin que se sepa cuál fue su destino final. Scilingo, como jefe de los talleres de automoción, tenía importantes funciones de asistencia a la actividad del Grupo Operativo, facilitaba vehículos y reparaba los que eran traídos, consecuencia de las detenciones y apoderamiento de ellos, eran denominados ‘recuperados’. El propio procesado cifra el número de vehículos de los secuestrados, apropiados por el Grupo de Tareas 3.3.2, en el tiempo en que él estuvo en la ESMA, en 202. Incluyendo el coche del secuestrado Conrado Gómez muy peculiar por su valor y características un ‘Ford Fairlane’; y, el de la familia Lennie una Estanciera escolar naranja y amarilla, que él reparó y que finalmente volvió a recuperar la familia después de haber sido sustraído por Astiz (Alfredo). Pero no solo por este hecho tenía pleno conocimiento de las operaciones que se realizaban, sino que también efectuaba guardias en la E.S.M.A. como oficial de guardia de la Escuela y por tanto conocía de forma aproximada las personas detenidas y los responsables, conocía quien entraba y salía del perímetro de la Escuela”.

Respecto a las personas detenidas y arrojadas al mar, la sentencia expresó con contundencia: “Al igual que el noventa por ciento de los oficiales, Adolfo Scilingo participó en dos de los llamados ‘vuelos de la muerte’, involucrándose de este modo directamente en la ejecución del plan. El primero tuvo lugar en la primera quincena del mes de junio de 1977. Adolfo María Arduino le llamó y le dijo que estaba asignado a un vuelo, citándole a las cinco de la tarde en ‘Dorado’ (Salón del edificio de Oficiales). No acudió uniformado, sino de civil, pues ésas eran las órdenes. Le comunicaron la composición de la columna y quién intervenía. En esta ocasión, la presidía Vildoza. A las siete de la tarde les hicieron ir al sótano. Allí estaban preparados la gente que iba a volar, a ser ‘trasladada’. El número de personas eran 25 o 27. En el sótano se encontraban los oficiales Acosta (‘El Tigre Acosta’), Arduino y González. El primero de ellos comunicó a los secuestrados que iban a ser trasladados al Sur y que por ello debían de ser vacunados por un médico. En ese momento les inyectaron la primera dosis de pentotal (‘pentonaval’). También les dijeron que tenían que estar contentos pues iban a ser pasados al Poder Ejecutivo Nacional, es decir, iban a adquirir la condición de detenidos legales lo que conllevaba que sus familiares conocerían de su paradero y tendrían los derechos inherentes a cualquier detención. Para que lo celebrasen y como una especial broma macabra les hicieron bailar con música brasileña”.

Sobre otra de esas operaciones la sentencia dice: “El segundo vuelo se produjo en un sábado, mes y medio después del primero, en los primeros días del mes de agosto de 1977. El procesado iba a salir de fin de semana hacia Bahía Blanca, donde se encontraba su familia. Sin embargo, el Vicealmirante Adolfo Mario Arduino le ordenó suspender el viaje y efectuar el vuelo. Acudió directamente el sótano y sobre las siete de la tarde la columna salió de la E.S.M.A. al Aeroparque. En esta ocasión el número de personas que iban a ser ‘trasladadas’, es decir, arrojadas al mar para que muriesen y desapareciesen, fue de diecisiete. El avión en el que las subieron era grande, un Lockhead ‘Electra’, en el que iba un número importante de tripulantes. El método empleado fue el mismo y el resultado también, la muerte y la desaparición de todas las personas ‘trasladadas’. Vale precisar que, aunque no haya aparecido el cadáver, consta también acreditado el fallecimiento de Jorge Alberto Devoto. El referido, Oficial de la Armada, que solicitó el pase a retiro en 1975, al ser conocedor de los planes sobre el golpe de Estado y no comulgar con los mismos, desapareció el 21 de marzo de 1977 cuando entró en el edificio Libertad, sede del Comando Jefe de la Armada, en Buenos Aires, para preguntar por el paradero de su suegro D. Antonio Bettini, Catedrático de Derecho, Abogado y ex-Fiscal Federal. Entre los oficiales de la Armada se comentaba que el teniente Devoto había sido arrojado al mar en uno de los ‘vuelos de la muerte’ en estado consciente, como excepción a la regla, por lo que se había considerado una ‘traición’ a sus compañeros de la Armada”.

Dos años después el Tribunal Supremo de España elevó la sentencia a 1084 años al sumarle que había sido cómplice de 255 secuestros, ocurridos durante su desempeño en la ESMA. Para determinar la pena se establecieron 19 años de prisión por cada uno de los 30 homicidios, 4 años por la detención ilegal y 2 por la complicidad en cada secuestro y torturas. En 2020, después de pasar más de 22 años detrás de las rejas Scilingo fue dejado en libertad condicional y derivado a un Centro de Inserción Social (CIS) de la Comunidad de Madrid.

Fuente: telam

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