14/04/2025
Mientras Brasil se prepara para la COP30, crecen la deforestación y las protestas indígenas en el país

Fuente: telam
La degradación en la Amazonia Legal aumentó 482% en comparación con el período anterior
>Este año el presidente Lula no participó en la movilización de 8.000 indígenas de todo Brasil que la semana pasada acamparon frente a los edificios institucionales de Brasilia. Se trata del famoso Acampamento Terra Libre, que se celebra todos los años y que cumple ahora 21 ediciones. No faltaron los enfrentamientos entre los indígenas y la policía, que disparó gases lacrimógenos. Pero la edición de este año ha sido crucial porque se ha debatido sobre todo el controvertido asunto del llamado Marco Temporal para la demarcación de las tierras indígenas. A pesar del veto de Lula en octubre de 2023, la ley del Marco Temporal, la 14701, fue aprobada en 2024 por el Congreso. Sin embargo, ahora está bloqueada en el Supremo Tribunal Federal (STF), que la había declarado inconstitucional un mes antes. Según esta ley, sólo se consideran indígenas los territorios que lo eran en 1988, cuando se promulgó la Constitución. En lugar de declarar inconstitucional la ley que aprobó el Congreso, el juez del STF, Gilmar Mendes, que está a cargo del caso, mantuvo la validez de la norma y creó una Cámara de Conciliación para abordar el tema, que terminó su trabajo el 2 de abril. Pero representantes del Congreso Nacional y del Sindicato solicitaron su prórroga, desatando la polémica de los Pueblos Indígenas de Brasil (Apib). En agosto del año pasado, la Apib se retiró de la mesa de negociación, calificándola de “conciliación forzada” de sus derechos. Como resultado de nueve sesiones de negociación coordinadas por su oficina, Gilmar Mendes presentó un proyecto de Ley Complementaria para sustituir a la Ley 14.701. La propuesta excluye el argumento del Marco Temporal, pero introduce novedades en varios puntos considerados lesivos por las organizaciones indígenas, como la autorización de la minería en tierras indígenas y nuevos obstáculos en los procesos de demarcación.
Mientras tanto, el pasado viernes, el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) y el Ministerio de Medio Ambiente lanzaron el programa ‘Restaurar la Amazonia’, una convocatoria pública para financiar con 150 millones de reales (25,6 millones de dólares), procedentes del Fondo Amazonia, financiado por varios países extranjeros, proyectos de reforestación de tierras indígenas en la región del llamado Arco de Restauración, que se extiende de Maranhão a Acre, gravemente afectada por la deforestación. El proyecto, ejecutado en colaboración con el Ministerio de Pueblos Indígenas y la Fundación Nacional del Indio (FUNAI) seleccionará hasta 90 proyectos, cada uno de los cuales abarcará áreas de entre 50 y 200 hectáreas, con la participación obligatoria de los pueblos indígenas. Las solicitudes estarán abiertas hasta el 19 de julio. Según el presidente del BNDES, Aloizio Mercadante, la iniciativa contribuye tanto a la lucha contra el cambio climático como al bienestar de los pueblos indígenas, al promover el uso sostenible de los recursos forestales. La ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, añadió que, gracias a tales acciones, “Brasil ha reducido cerca de 450 millones de toneladas de CO2 en dos años, atrayendo así más fondos internacionales”. La convocatoria dice que pueden participar “personas jurídicas con sede en Brasil, que tengan fines institucionales compatibles con el objeto de esta Convocatoria Pública y estén legalmente constituidas como personas jurídicas de derecho privado sin fines lucrativos, de ámbito nacional o autarquías y fundaciones públicas federales y estatales”. Sin embargo, se teme que países extranjeros como China puedan aprovechar esta apertura para operaciones depredadoras o de biopiratería.
A finales de marzo, Systemica, empresa vinculada al banco brasileño BTG Pactual, ganó la primera licitación para la recuperación de un bosque deforestado con el objetivo de comercializar créditos de carbono en el estado de Pará. La empresa fue la única que presentó una oferta para la concesión de reforestación de la Unidad de Recuperación Triunfo do Xingu, situada en Altamira, en el sudeste del estado. El Gobierno de Pará promovió la licitación. La concesión tendrá una duración de 40 años y prevé recuperar más de 10 mil hectáreas de bosque en terrenos públicos. La inversión privada asciende a 258 millones de reales (44 millones de dólares), con una previsión de venta de 350 mil créditos de carbono y un posible ingreso total de 869 millones de reales (148,2 millones de dólares), además de la creación de 2 mil puestos de trabajo.Según los últimos datos del Instituto del Hombre y del Medio Ambiente de la Amazonia (Imazon), la degradación forestal en la Amazonia Legal continúa, alcanzando los 33.807 km² en el ciclo de deforestación de 2025, un aumento del 482% en comparación con el período anterior, cuando el área degradada fue de 5.805 km². Esta cifra representa el mayor número jamás registrado. Los estados de Pará y Maranhão concentran el 89% de la degradación forestal, debida principalmente a los incendios y a la extracción ilegal de madera. Y ahora preocupa también la sequía extrema, como ha ocurrido en los dos últimos años en la Amazonia. Según el Centro Nacional de Monitoreo de Desastres Naturales (Cemaden), Brasil se enfrentará a una nueva sequía en 2025. Sin embargo, mientras que el año pasado la región más afectada fue la Amazonia, la sequía de este año parece estar desplazándose al Centro-Sur, donde casi 1.900 ciudades se encuentran ya en este estado crítico. En riesgo en los próximos meses está el Pantanal, que en 2024 atravesó la peor crisis medioambiental de su historia y es el mayor humedal del mundo, una inmensa llanura aluvial que Brasil comparte en la región de Mato Grosso también con sus vecinos Bolivia y Paraguay.Por si fuera poco, las intervenciones urbanísticas previas a la conferencia también han creado polémica. Se taló un tramo de 13 km de bosque virgen para abrir paso a una autopista destinada a facilitar el tráfico de entrada a la ciudad. Algunos proyectos de infraestructuras exigieron el dragado de ríos y canales de aguas residuales, que luego se rellenaron de hormigón. “Belém podría haber desarrollado un nuevo repertorio de soluciones constructivas para ciudades tropicales. En lugar de ello, acoger la COP30 fue una oportunidad desperdiciada”, declaró a The Economist Lucas Nassar, de la organización local Laboratório da Cidade. Según el periódico británico, la otra paradoja es que los uniformes de los trabajadores que construyen las sedes de la COP30 llevan el logotipo de la empresa minera brasileña Vale, propietaria de la mayor mina de hierro del mundo en el estado de Pará y responsable de algunos de los peores desastres medioambientales de Brasil, como el de Brumadinho, en Minas Gerais, cuando en 2019 una presa cedió, derramando barro tóxico sobre un pueblo y matando a 270 personas.
A la COP30 también asistirán 3.000 indígenas. De hecho, para la ocasión se ha creado una Comisión Indígena Internacional. Uno de los objetivos es lograr que Brasil y otros países de la región amazónica incluyan la demarcación de los territorios indígenas en sus metas climáticas. Esta es una de las demandas de la campaña ‘La respuesta somos nosotros’, iniciada por las principales asociaciones brasileñas para asegurar la participación efectiva de los pueblos indígenas en la COP30. “Siempre hemos luchado para que los pueblos indígenas estén en el centro de este debate. Y hemos luchado para que los pueblos indígenas sean una parte importante de este debate porque, está demostrado, los territorios indígenas funcionan como una barrera contra el avance de los monocultivos, la minería y el agronegocio”, afirmó la ministra de Pueblos Indígenas, Sonia Guajajara. A pesar de sus contradicciones, la COP30 puede representar una oportunidad para las comunidades indígenas que buscan una ley que las proteja y más apoyo internacional.Fuente: telam
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