13/04/2025
Solange Levinton: “El mito de Pumper Nic es que ahí fuimos felices y no existe más”

Fuente: telam
La historia de la cadena de hamburguesas arranca con un judío huyendo de Alemania por el nazismo. Años después, su hijo menor abre un fast food en el país del bife de chorizo. En “Un sueño made in Argentina”, una periodista recorre hechos y afectos de una marca que ya está en el imaginario nacional
>Muchas veces la memoria emotiva puede conducir a las creaciones más inesperadas, por las fibras que toca, por los recuerdos que evoca o, simplemente, por la capacidad por desbordar lo inimaginable. Un sueño made in Argentina: Auge y caída de Pumper Nic, de la periodista argentina Solange Levinton, es la paradoja más increíble de la realidad editorial actual.
Solange Levinton, sin abandonar la risa franca y un humor contagioso y cómplice, reconoce lo inesperado del fenómeno –”estoy como en una cosa medio surrealista, a la que no estoy acostumbrada”–, pero accede a las entrevistas, en una suerte de gira que la tiene como protagonista, para contar el secreto de este éxito que va más allá del logo de aquella empresa extinta, el hipopótamo de la cadena de hamburgueserías Pumper Nic –estampado en la remera de un amigo o en el sello que otros amigos le regalan para firmar los libros en su primera presentación–. Como una estrella, ya tiene su club de fans.
Como cuenta Levinton en el prólogo de Un sueño made in Argentina: Auge y caída de Pumper Nic, lo que comenzó como un recuerdo con su abuela Rosita, hoy es un libro de no ficción de más de 200 páginas que está en boca de todos y que ya va por su segunda edición. Solange sabe, y lo contará una y otra vez, que el libro está entramado con otras historias, más chicas, como las de sus fundadores, y más grande, el devenir histórico de la Argentina.
Alfredo tomó el nombre un pan alemán, el pumpernickel, y abrió el primer local en 1974, cerca del Obelisco. Se volvió un objeto de deseo para los más jóvenes. El emprendimiento creció, atravesó la dictadura militar. Y empezó a declinar cuando, en 1986, aquellos gigantes como McDonalds se instalaron en la Argentina. El último Pumper cerró en mayo de 2000.
En la “búsqueda de la verdad”, Solange Levinton encontrará muchos hilos más de los cuales tirar.—Para mí fue un flash darme cuenta de que la historia de Pumper Nic, de alguna manera, empezaba ahí. Jamás me imaginé que esta historia iba a estar enlazada con la historia de los inmigrantes judíos. De hecho, mis abuelos vinieron desde Polonia.
—¿Cómo se entronca la inmigración judía con Pumper Nic?—Pero hay una cuestión que tiene que ver, específicamente, con la historia del judaísmo, que está presente en esa familia.
—Hay algo, que yo trato de decir sutilmente –porque parecía que si no era correr el foco– y es que muchos judíos saben hacer plata con nada, porque siempre los están echando de todos lados o les están cercenando profesiones. Hay algo de esto de aprender a hacer dinero con lo que tienen. Yo iba escuchando la historia de Luis, y realmente empezó viviendo en una casa con techo de chapa, y terminó haciendo un frigorífico de exportación y teniendo una compañía de real estate en Miami. Son esas historias, que ya no existen, de los inmigrantes que vienen acá y hacen la América. Porque cambió el mundo, cambió la Argentina, cambió todo. Y yo no podría entender esta historia si no viajaba a Basavilbaso, aunque fuera un fin de semana en medio de la pandemia, que parecía un lugar desierto. Y lo hice para ver a qué lugar llegó, y tratar de recrear ese momento histórico.—¿Cómo empezaste a investigar esta historia?-Y enseguida encontraste quién te contara...
-¿Había información?
-La verdad es fue un trabajo muy artesanal, porque no había nada, pero nada, de la historia de Pumper Nic. Realmente fue entrevistar a más de doscientas personas para que de los recuerdos de cinco pudiera rearmar una partecita. Y ahí me enteré del concurso, y me lo puse como zanahoria. Lo presenté y me olvidé, dije “qué les va a interesar en Barcelona esta historia”. En el momento en el que me di cuenta de que tenía una historia, sentí que no podía no contarla y no pude parar.—Debe ser muy complejo ponerse a hacer todo ese relevamiento histórico, ¿no?—¿Creés que hay una búsqueda desde los lectores de historias reales?
—Vos decís “yo nunca escribí un libro”, pero hay algo muy amigable para la gente que no esté acostumbrada a la lectura de un libro periodístico. No hay datos duros, y es lo que lo hace atractivo. Incluso para chicos que ni siquiera conocieron Pumper.
—Vos has hecho talleres de periodismo más narrativo, no de un periodismo duro…
—Encontraste un “hostil”, en el que la familia no quería hablar..
—Hubo otros locales nacionales de fast food, pero no perduraron en el tiempo ni en el recuerdo. Hay algo que pasó con Pumper que generó y alimentó un mito, ¿no?, que tiene que ver con la que caída, con el fanatismo.
—Claro, con lo emocional. Hay algo del orden de la memoria emotiva, pero iría una vuelta más en cuanto a por qué nos acordamos también de Pumper más allá de lo emocional.
—Y encima como Pumper Nic marcó cosas. Como el micrófono para hacer el pedido. No lo recuerdo en otra cadena.
—Nos acostumbramos al autoservicio y a llevar la bandeja.
—Con el libro se te abrió una puerta inesperada. Lo que es increíble es que haya cautivado en España algo que era totalmente local. Más allá de que puede ser universalizado.
—Finalmente, Pumper Nic es, en algún punto, anecdótico.
—Pero, a la vez, esa cuestión de Alfredo –pero de todos los hijos de Luis– de ser aprobado por el padre. Esa es una cuestión universal. Es un libro en el que se habla de coyuntura política pero, también, de psicoanálisis familiar. Y a la vez hay otras pequeñas “marquitas” de clase, por ejemplo que Luis Lowenstein se separa de Dora en una época en la que nadie lo hacía.
—Sos periodista, pero ¿se podría haber escrito esta historia sin hacer pie tanto en el contexto sociopolítico e histórico?
Fuente: telam
Compartir
Comentarios
Aun no hay comentarios, sé el primero en escribir uno!