09/04/2025
Por qué dudamos de nuestras habilidades, según un estudio

Fuente: telam
Muchos, especialmente los que sufren de ansiedad o depresión, sienten inseguridad sobre sus capacidades a pesar de los logros. Un estudio reciente muestra cómo la autoevaluación distorsionada y los comentarios positivos pueden influir en esa percepción
>Sentirse inseguro en lo que uno hace, aun cuando el resultado es bueno, es más común de lo que parece. No se trata solo de timidez o de modestia; muchas personas, incluso frente a logros reconocidos objetivamente en ambientes como el laboral, conviven con una sensación constante de insuficiencia. La duda persiste, se instala como un ruido de fondo. Y esa voz interior que desconfía, lejos de apagarse con la evidencia, puede volverse más fuerte.
Lo que conocemos como confianza en uno mismo no es una intuición espontánea, sino el resultado de un proceso cognitivo: la metacognición. Este sistema se basa en observar y evaluar los propios pensamientos, decisiones o acciones según el nivel de seguridad que se tiene en ellas.
El estudio identificó un patrón claro: en quienes se encuentran en este espectro clínico, los momentos en los que sienten haber hecho algo bien, lo que se conoce como “confianza local”, no alcanzan para construir una visión positiva de su rendimiento general. Es decir, aunque registren puntualmente una seguridad sobre sus acciones, no se acumula, no se transforma en una convicción más amplia sobre sus aptitudes.
Esta disociación entre los momentos de certeza y la percepción general del desempeño sugiere que hay un filtro en la manera en la que se procesan los eventos. El problema no es el funcionamiento ni el acceso a la información, sino la forma en que los datos recibidos se transforman en creencias sobre uno mismo. El resultado es una subestimación constante que no responde a lo ocurrido realmente.
Esto significa que, por más que alguien reconozca que realizó bien una tarea, esa afirmación personal queda perdida entre pensamientos negativos y de duda. Por ende, no se logra construir una visión positiva de uno mismo y de sus habilidades.Para poner a prueba cómo se forma la autoconfianza, los investigadores diseñaron un experimento presentado en formato de juego. La consigna proponía ayudar a los habitantes de una aldea ficticia llamada Fruitville a recolectar frutas. Lejos de ser una simple actividad recreativa, requería que los participantes resolvieran tareas que combinaban memoria visual, reconocimiento de patrones y toma de decisiones bajo incertidumbre.En cada ronda, se les presentaban dos plantas con frutas y debían elegir cuál contenía más ejemplares de una especie determinada. Tras tomar una decisión, se les pedía que evaluaran cuán seguros estaban de su elección: eso constituía su nivel de “confianza local”. Después de varias rondas, debían estimar cuán bien sentían que habían jugado en general, lo que se definió como “confianza global”.
El diseño del juego permitía captar con precisión cómo las personas construyen una imagen de su rendimiento a partir de múltiples experiencias puntuales. En quienes no presentaban síntomas de ansiedad o depresión, esa integración ocurría de manera relativamente alineada: los momentos de certeza se acumulaban y daban lugar a una percepción positiva del desempeño.Lo notable es que este fenómeno se mantuvo incluso cuando el rendimiento objetivo era equivalente entre grupos. Es decir, no hay una diferencia real en la habilidad, sino en la forma en la que se interpreta. La confianza, en estos casos, no refleja el éxito, sino que queda moldeada por un sesgo interno que minimiza los logros y amplifica las incertidumbres.
Ante este cuadro, los investigadores se preguntaron si era posible intervenir en ese proceso. Para eso, introdujeron una variable adicional: la retroalimentación externa. En algunos bloques del experimento, los participantes recibían más comentarios positivos cuando acertaban por parte de un “auditor” programado dentro del juego, mientras que en otros predominaban los negativos. El objetivo era medir si el juicio externo podía corregir la tendencia a subestimar el rendimiento.“En realidad, resulta eficaz que estas personas persistentemente inseguras se centren más en sus éxitos y menos en sus inseguridades internas. Esto enfatiza la importancia de la retroalimentación positiva. Algunas personas necesitan ayuda para tomar sus propios juicios con pinzas; de lo contrario, simplemente mantendrán una visión distorsionada y negativa de sus propias capacidades”, afirmó Katyal.
Fuente: telam
Compartir
Comentarios
Aun no hay comentarios, sé el primero en escribir uno!