09/04/2025
Entre montañas, bosques y cascadas: cómo es el pueblo peatonal de Córdoba que prioriza la naturaleza

Fuente: telam
Ubicado en las Sierras Grandes, este destino ecológico ha logrado equilibrar el desarrollo turístico con la conservación del medio ambiente
>La A 1.450 metros sobre el nivel del mar, este poblado es considerado un refugio de tranquilidad, un lugar donde la naturaleza y la intervención humana han logrado un equilibrio perfecto.
Rodeado por imponentes bosques y cascadas, La Cumbrecita ha mantenido una identidad única, especialmente por su singular condición como uno de los pocos pueblos peatonales del país, junto con La Carolina, y una de las primeras en Sudamérica.Según la página web oficial del pueblo, la historia de La Cumbrecita se remonta a 1934, cuando un alemán llamado Helmut Cabjolsky, quien había llegado a la Argentina para asumir una gerencia en la empresa Siemens, adquirió 500 hectáreas en la zona con la idea de encontrar un espacio alejado del bullicio de la ciudad para conectar con la naturaleza.
La región en aquel entonces era prácticamente inhóspita: carecía de árboles, los caminos eran rudimentarios y las montañas, desoladas.Para conectar el nuevo terreno con otros puntos de la región y empezar a transformar el paisaje, Cabjolsky trazó un plan de reforestación y comenzó a construir la primera infraestructura, usando materiales locales y recursos naturales.En 1935 se comenzó a construir una casa de adobe, que en principio sería solo una vivienda de verano para la familia, pero que rápidamente se convirtió en una pequeña hostería, al empezar a llegar otras personas atraídas por la belleza del lugar.Para 1938, el hijo de Helmut, el ingeniero Helmut Cabjolsky, se encargó de organizar el loteo y trazar las calles, cimentando así el crecimiento del pueblo.
Con el paso de los años, La Cumbrecita fue recibiendo más visitantes y, en 1996, se decidió adoptar una medida revolucionaria para la época: la peatonalización del pueblo.La razón por la que se prohibió el ingreso de vehículos se debe a un profundo respeto por el entorno natural que rodea al pueblo y la necesidad de preservarlo de los efectos de la contaminación sonora y visual que producen los automóviles.
Esta prohibición ha tenido un impacto significativo, tanto en la calidad de vida de los residentes como en la experiencia de los visitantes.Al no ser posible circular en automóvil por las calles de La Cumbrecita, los visitantes deben dejar sus vehículos en los estacionamientos habilitados en los alrededores, justo antes de ingresar al pueblo.
Una vez dentro, los turistas deben caminar, una experiencia que permite una conexión directa con la naturaleza.Este hecho ha transformado a La Cumbrecita en un lugar ideal para quienes buscan escapar del estrés de las grandes ciudades y disfrutar de la paz y la belleza de un entorno natural.Los bares y restaurantes del lugar combinan lo mejor de la gastronomía centroeuropea, especialmente alemana, con platos criollos, creando una propuesta culinaria única.
Los visitantes pueden disfrutar de rutas de senderismo que los llevan a lugares como la Cascada Grande, o realizar recorridos más desafiantes como el trekking hacia el Cerro Wank, desde donde se obtiene una vista impresionante del valle y las Sierras Grandes.
Por otro lado, mediante la sostenibilidad, la mayoría de las viviendas cuentan con sistemas de energía renovable, como paneles solares, y los plásticos, vidrios y metales son reciclados de manera eficiente en una planta cercana.El turismo ha tenido un impacto significativo en La Cumbrecita, tanto en términos económicos como sociales.
Sin embargo, el número elevado de visitantes también implica desafíos. La infraestructura del pueblo debe adaptarse a esta gran afluencia de turistas sin comprometer el equilibrio ecológico.
Fuente: telam
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