04/04/2025
El asesinato de Martin Luther King: el FBI tras sus pasos, una premonición y un tiro que nunca se supo de dónde salió

Fuente: telam
El líder de la lucha por los derechos civiles fue asesinado a los 39 años. El presunto homicida confesó el crimen y se desdijo de inmediato
>“Estoy cansada”, dijo Rosa Parks. Tenía 42 años, volvía de una jornada larguísima de su trabajo como costurera y, antes de advertir que estaba cansada, dijo tres veces que no. Parks era afroamericana y acusaba el cansancio de esa tarde y de toda una vida: eso a lo que se negaba era a la obligación de cambiarse de asiento en un colectivo, en Montgomery, Alabama, para cederle el que ocupaba a un estadounidense blanco. Era diciembre de 1955 y la discriminación a la población negra estaba sostenida en políticas concretas de Estado.
Ese era el escenario de la población afroamericana ante el que Rosa Parks, una tarde cualquiera, dijo basta. La encarcelaron, pero su hartazgo y su lucha se iban a encadenar con la pelea de una de las figuras más importantes de la lucha por el fin de la segregación y la conquista de los derechos civiles para la población afroamericana: Martin Luther King.
Martin Luther King fue, desde el primer día de su vida, Martin King Jr. Era el hijo de Martin King, un pastor de la iglesia bautista cuya comunidad de feligreses crecía en Georgia, en el sur de los Estados Unidos. Su bisabuelo había sido esclavo en los tiempos en los que toda esa franja geográfica del país apelaba a la explotación laboral extrema para llevar a cabo su actividad agrícola, ganadera y minera. Esas raíces esclavas, como la de tantos otros miles de afroamericanos, marcaron la vida de su familia.
Tan grande fue esa impronta que, aunque entró a la universidad a los 15 años sin haber terminado el secundario -porque un examen de nivelación y aptitudes consideró que ya estaba listo-, su destino fue la formación como ministro de la misma iglesia en la que predicaba su padre. A Martin Luther King Js. lo esperaba la vida pastoral. Y, desde ese lugar, convertirse en el vocero de una lucha anclada en las mismísimas raíces de la conformación de la sociedad norteamericana.
La tarde que Rosa Parks se cansó del todo, Martin Luther King Jr. llevaba un año como pastor bautista. El encarcelamiento de Parks habilitó un hartazgo y una necesidad colectiva de poner un límite a la segregación, que tenía impacto cotidiano en la población con raíces africanas. MLK, como empezó a ser nombrado en los medios de comunicación, encabezó un boicot a los autobuses de Montgomery que se extendió por 382 días. Hubo, durante toda esa protesta no violenta que implicaba que los afroamericanos no tomaran colectivos, arrestos -MLK fue uno de los encarcelados-, amenazas de muerte, explosivos que aparecieron en las casas de los mayores referentes del boicot, y una decisión irrevocable de esa población discriminada: no levantarían la medida hasta que se les permitiera subir a cualquier colectivo y sentarse en cualquier asiento. Algunos llegaron a caminar hasta 30 kilómetros para llegar a sus trabajos: ni ese esfuerzo los doblegaba. El boicot terminó cuando terminó la separación de los colectivos en sectores diferenciados para blancos y negros.Después del boicot, la figura de MLK sólo creció. Su púlpito se convirtió en un altavoz desde el que contagiar a su comunidad para que se sumara a la lucha. Protagonizó marchas pacíficas en todo el país y su figura se fue agrandando al punto tal de que se convirtió en un referente que se reunía con el Presidente norteamericano -John Fitzgerald Kennedy o Lyndon Johnson, por ejemplo- para impulsar y negociar leyes que mejoraran el escenario de su comunidad.
Esa crecimiento volcánico de su importancia era de doble filo: a medida que se sumaban de a miles las personas que lo seguían, también se engrosaba la lista de personas que querían verlo arruinado. O muerto. En los estados del sur, donde la tradición esclavista y, por definición, racista tenía mucho más pregnancia, MLK era una amenaza para los defensores de un statu quo completamente segregacionista. Y también parecía serlo para el FBI: según se supo tras su asesinato, al menos desde 1961 ese organismo empezó a seguir de cerca sus movimientos.
El Bureau Federal de Investigaciones estaba en manos de su líder histórico, J.D. Hoover, conocido por su persecución a determinados líderes, su manejo personalísimo del organismo que había prácticamente inventado y su conservadurismo político recalcitrante.El 28 de agosto de 1963, menos de tres meses antes del asesinato de JFK en Dallas, Martin Luther King Jr. congregó a unas 250.000 personas en Washington D.C. y pronunció uno de los discursos más importantes de la historia estadounidense. En el Lincoln Memorial, frente al Capitolio, dijo esa frase que quedó asociada a su figura para siempre: “I have a dream” (“Tengo un sueño”).Kennedy ya estaba comprometido con impulsar leyes que contemplaran mejoras para la población afroamericana, algo que finalmente se alcanzó en 1964 y 1965, tras su homicidio.
Luego de esas conquistas, la lucha de MLK encontró nuevas causas. La justicia social y la igualdad de oportunidades para el desarrollo económico fueron sus nuevos motores. Aseguraba que cada ciudadano, sin importar su etnia, debía tener acceso a un trabajo digno, con un ingreso mínimo que asegurara su subsistencia en buenas condiciones. Eso empezó a acercarlo mucho más a los movimientos sindicales y a los trabajadores, así como a las organizaciones que nucleaban a la población más pobre.En enero de 1968, MLK visitó Memphis para conocer de cerca las condiciones de los trabajadores de sanidad y de limpieza de esa ciudad de Tennessee. Esos trabajadores ganaban 40 centavos de dólar por hora, cuando lo que se exigía era un salario mínimo de 2 dólares por hora, y continuaba la segregación.
Luther King volvió a Memphis el 3 de abril de ese año. Se estaba llevando a cabo una huelga de esos trabajadores, que ya llevaba varias semanas, e iban a preparar una gran manifestación para hacer cumplir sus exigencias. Llegó a la ciudad contrariado: el vuelo que lo llevaba había salido con retraso porque había sufrido una amenaza de bomba directamente relacionada con su presencia allí.
El tiro de rifle que mató a MLK entró por el mentón y le destrozó el cuello. El roce con la aorta resultó letal. Fue hacia las seis de la tarde del 4 de abril, al día siguiente de su último discurso. Luther King estaba en el balcón del motel Lorraine, en el que se alojaba y que hoy es un espacio dedicado a su memoria en Memphis. Lo acompañaban algunos de sus colaboradores más cercanos. Intentaron reaminarlo durante una hora pero no hubo manera: el disparo había sido certero.
Los desmanes que desencadenó el asesinato del líder más visible de la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos tuvieron un saldo de alrededor de 50 muertos. La desesperación, la furia y la tristeza se sintieron en todo Estados Unidos. Hasta que MLK habló en Washington sobre el sueño que tenía para su comunidad y su patria, nadie desde Abraham Lincoln había dicho algo tan certero sobre cómo había que construir el destino de ese país. Había sido en 1863, tras el final de la Guerra de Secesión. A Lincoln también lo asesinaron.Aseguró que era parte de una conspiración mucho más grande, que no había sido el autor material del crimen ni mucho menos el instigador. Nada de eso fue tomado en cuenta y fue condenado a 99 años. Después de una fuga que duró tres días, le sumaron un año más a la condena.
Las pericias balísticas sobre el rifle Remington que se encontró en las inmediaciones del motel Lorraine nunca lograron demostrar que Ray lo había disparado ni siquiera que había sido el arma homicida. La Policía informó con contradicciones el lugar desde el que presuntamente se habría producido el disparo. Nunca se supo, ni se investigó, cómo un hombre con los escasos recursos de Ray había tenido los medios para una fuga por distintos países sostenida a lo largo de los meses.
Pasó más de medio siglo desde su asesinato y aún hay dudas sobre qué ocurrió realmente. De lo que no hay dudas es de las transformaciones que ese pastor impulsó para que su país se pareciera cada vez más a la Tierra Prometida con la que soñaba.
Fuente: telam
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