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30/03/2025

Pablo Stefanoni: “El progresismo sigue siendo poderoso”

Fuente: telam

En su libro “¿La rebeldía se volvió de derecha?” señaló por qué estos movimientos habían canalizado la insatisfacción. Ahora dice que quizá el único lugar donde quedan utopías sea en Silicon Valley. Pero que la mitad de la población tiene otras ideas.

>“El progresismo sigue siendo poderoso”, dirá, al final de una larga charla, Pablo Stefanoni, que es Doctor en Historia pero, sobre todo, es el autor de un libro que “la vio” tempranamente. Se tituló ¿La rebeldía se volvió de derecha? y se ocupada de cómo el antiprogresismo y la anticorrección política construían el sentido común y, decía él, “Por qué la izquierda debería tomarlos en serio”. Era 2021, se terminaba el mandato de Donald Trump y pocos debían imaginar que Javier Milei iba a ser el presidente de la Argentina.

Pero ahí estaba, desafiante, el libro de Stefanoni. Que miraba la realidad con los dos ojos bien abiertos y escribía: “Estamos ante derechas que le disputan a la izquierda la capacidad de indignarse frente a la realidad y de proponer vías para transformarla”. Decía que estaba en juego la posibilidad de imaginar un futuro, de quién lo imaginaba, de si se caía una idea que había mantenido despierto el corazón de la civilización. La idea de “un futuro mejor”.

Indignación era la palabra, entonces. Enojo. Y quienes proponían “patear el tablero” y enfrentar a las elites no eran “los progresistas” sino, decía Stefanoni, las “derechas alternativas”. Siempre tiene su atractivo la idea de sacudir todo y arrancar de nuevo.

Entonces, desde Francia, donde vive, Stefanoni matiza: “Por lo menos en Occidente el progresismo sigue siendo significativo. La idea de una ola de extrema derecha que se lleva todo por delante no está verificada hoy en la realidad, pero quizás está suficientemente verificada para que cause legítima preocupación”.

-¿Qué es lo que viste y te llevó a estudiar el fenómeno de las nuevas derechas?

-Había varias fenómenos que no encajaban en las lo que eran las derechas tradicionales, que solían estar asociadas a la idea de orden. En el caso de estas derechas se presentaban cuestionando el statu quo y generando inestabilidad, retomando ciertas banderas de inconformismo que tradicionalmente estaban más asociadas a la izquierda.

-En ese momento no pensé que en tan poco tiempo iba a llegar a la presidencia. Me interesaba como un fenómeno casi contracultural y que podía tener alguna expresión política, pero no que fuera a ser ese fenómeno tan aluvional que vimos después. Y me pareció que todos esos cambios en la derecha estaban generando cierta perplejidad en el progresismo, porque era más fácil enfrentarse con derechas al viejo estilo, por decirlo así, hombres blancos, conservadores, acartonados, de saco y corbata, y no con mujeres como una lesbiana en Alemania o una especie de rockstar en Argentina, o con alguien como Donald Trump en Estados Unidos, que interpelaba a sectores de la sociedad de manera muy transversal. Porque esa es otra característica de esta nueva derecha: que conecta con cierto inconformismo social que atraviesa toda la sociedad.

-¿Pero en lo profundo no son conservadores? ¿Por qué canalizarían el inconformismo si no van a ir contra los poderes reales?

-¿No es conservadora porque rompe?

-Viene a patear el tablero y la izquierda, o el progresismo, en muchos casos aparece justamente como más conservadora. Dicen “bueno, el multilateralismo no estaba tan mal”, o “los derechos laborales no esstaban tan mal”. El Estado de derecho, cierto orden basado en reglas... Se llega a situaciones paradójicas: antes la OTAN era el imperialismo y ahora Trump dice “la vamos a desfinanciar, que la paguen los europeos” Entonces, estamos viviendo un momento de mucha confusión. Algo que descoloca a los actores políticos y al progresismo.

-El progresismo terminó siendo un término muy amplio que puede abarcar desde la izquierda hasta el liberalismo, y que en la medida que el término “izquierda” ha perdido eficacia, quizás el progresismo se volvió como una especie de antítesis del conservadurismo, del neoliberalismo. Pero de manera muy laxa también. Y en cada región tiene sus connotaciones.

-¿Cómo es?

-¿Con qué valores o qué políticas?

-El kirchnerismo tuvo una vertiente muy propia, que fue la cuestión de tomar un discurso sobre los derechos humanos que no tomaron tanto otros. Pero, por ejemplo, ninguno de esos gobiernos, en la primera etapa, propuso legalizar el aborto. En general todos esos presidentes -o presidentas- se opusieron. Entonces, ahora se habla mucho de “los antiderechos”, pero... En algunos casos, en los últimos años las olas feministas, las mareas verdes, etcétera,fueron modificando también esos procesos políticos. Y algunos de ellos se volvieron más progresistas.

_Es que “progresismo” es un término muy amplio, se usa para hablar de todo lo que está opuesto a ciertas formas de conservadurismo. En lo económico es más claro: el progresismo es favorable a la justicia social, por lo menos en el discurso. Y a formas de redistribución económica. Es decir, un espacio que combina reclamos de justicia social con demandas de justicia también en otros ámbitos, como de género, o climático.

-Parte de la crisis del progresismo tiene que ver con que dejó de ofrecer, si es que alguna vez ofreció, certezas en el plano económico, propuestas creíbles. Porque los Estados de bienestar fueron más complejos. No es que el progresismo, la izquierda, no tengan propuestas económicas. Tienen, pero no son muy creíbles por distintas razones. En el caso europeo, porque la socialdemocracia llevó adelante políticas de ajuste muy fuerte en los años 2000. Toda esa vía social-liberal justificó muchos de los proyectos neoliberales. Y de globalización, que generó muchas tensiones también en el interior de los países.

-En América latina esa ola de izquierda, o esa ola progresista, no logró transformar los modelos de desarrollo y terminó dependiendo mucho del auge de las materias primas y de una política redistributiva que fue limitada, que no fue tan sostenible. Y me parece que ahí claramente hay un déficit de la izquierda y del progresismo sobre temas económicos en un mundo que también es más complejo porque muchos de esos estados de bienestar socialdemócratas se basaban en un tipo de pacto entre el trabajo y el capital anclado el contexto del Estado-nación. Y hoy es mucho más difícil cobrar impuestos a las empresas porque se van, se instalan en otro lado, etcétera.

-No es sólo batalla cultural, entonces.

-Basada en estudios...

-¿Pero lo patean a fondo? ¿O mantienen la estructura económica?

-¿De qué están disconformes los disconformes?

-¿Por ejemplo?

-¿Qué es una crisis de futuro?

-Escribiste que “si el futuro se clausura y el saber se disocia de la acción transformadora, la oferta discursiva de la izquierda pierde su atractivo”. ¿Por qué la gente no cree que el futuro va a ser mejor?

-Luis Alberto Spinetta decía “mañana es mejor”, a hora no estamos seguros...

-¿No las ves duraderas?

-¿Y Trump?

-Algunos hablan de que la democracia como sistema está en riesgo.

-¿Entonces, hay futuro?

-

Fuente: telam

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