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30/03/2025

Yoko Ono, entre el arte experimental, una maternidad compleja y el mito del fin de los Beatles

Fuente: telam

Una nueva biografía de la artista japonesa, escrita por David Sheff, hace foco en la trayectoria artística y personal de una mujer que debió lidiar con prejuicios y objeciones durante toda su vida pública

>Las groupies estaban por todas partes, pero Yoko Ono no era una de ellas. Fue el 7 de noviembre de 1966 cuando conoció a John Lennon por primera vez. Él y Los Beatles estaban a punto de comenzar a grabar Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band. Ella estaba dando los toques finales a una gran exposición de arte en solitario.

“Había oído hablar de los Beatles”, dijo ella después, “y conocía el nombre de Ringo, y nadie me va a creer, pero así fue exactamente. Ringo me llamó la atención porque ‘ringo’ significa ‘manzana’ en japonés… El rock and roll me había pasado de largo. Pero conocí a John y sentí que era un hombre increíblemente interesante”.

“Quién sabe lo que estaba pasando por sus cabezas, pero Yoko estaba preocupada con la exposición”, le dice Dunbar a Sheff. “Él era solo un tipo al que yo le di importancia. Ella no lo acosó ni lo persiguió”.

Yoko Ono llevó a John Lennon por el lugar, mostrándole las obras conceptuales que la ubicaban en un movimiento artístico experimental, el Fluxus, que incluía al compositor John Cage y al artista de video Nam June Paik. Había un juego de ajedrez completamente blanco sobre una mesa blanca, una pieza destinada a hablar de la futilidad de la guerra. Otra obra, llamada Forget It (Olvídalo), era una aguja de coser que incluía las siguientes instrucciones: “Cuando dé la instrucción ‘Olvídalo’, nunca podrás olvidarlo”.

Y había una manzana sobre un pedestal con un cartel que decía “manzana”.

Lennon, sin previo aviso ni permiso, tomó la manzana y le dio un mordisco. Esto no complació a Ono. La idea era mostrar el ciclo de la vida mediante la lenta descomposición de la fruta. (La manzana sería reemplazada para la inauguración). Pero para ambos, el recorrido marcaría el inicio de una relación intensa y a veces complicada que terminó 14 años después con la bala de un asesino.

El logro más importante de DAvid Sheff podría ser llevar este replanteamiento un paso más allá. Al explicar la historia personal y la trayectoria artística de Ono, construye el caso de que ella, y no Lennon, fue la más dañada profesionalmente por la unión. Desde el momento en que estuvieron juntos, su trabajo sería visto a través del prisma de los fanáticos de Los Beatles. En lugar de críticos de arte debatiendo sobre el significado de sus obras conceptuales, fue sometida a un juicio generalizador, de mainstream estadounidense, intentando comprender sus gritos en la actuación de Chuck Berry en el Mike Douglas Show o el retrato desnudo suyo y de Lennon adornando un álbum de divagaciones electrónicas.

De acuerdo, podrías decir, Yoko Ono eligió ponerse en esa posición. Pero ¿cómo habrían sido recibidos los dibujos llenos de garabatos de John Lennon si fueran criticados en Artforum junto a Robert Motherwell, Sol LeWitt y Roy Lichtenstein? Esto es efectivamente lo que enfrentaba Yoko Ono mientras sus discos eran destrozados en Rolling Stone y Village Voice.

David Sheff tenía 24 años en 1980 cuando consiguió la tarea de su vida: una entrevista para Playboy con John y Yoko en vísperas de su álbum de regreso, Double Fantasy. Las intensas entrevistas de varios días le dejaron un texto posteriormente publicado en forma de libro y una relación de por vida con ella. Hablaban regularmente, como amigos que acudían el uno al otro en busca de ayuda: cuando el hijo de Sheff luchaba contra la adicción a las drogas, cuando Ono y el hijo que tuvo con Lennon, Sean, viajaron a California para evitar amenazas de muerte.

Al principio, Sheff se preocupa, en voz alta, si esta amistad podría dificultarle escribir este libro. “¿Puede un periodista decir la verdad sobre un amigo?” En su (y su) crédito, el libro de Sheff no fue revisado por Ono –ahora con 92 años y retirada hace tiempo de la vida pública–, Sean ni nadie de su equipo antes de su publicación.

Si Sheff le debe algo a Ono –la entrevista para Playboy que ella aprobó cambió el rumbo de su carrera–, le devuelve el favor utilizando los hechos para argumentar su importancia por derecho propio y también como una gran influencia en el Beatle más maleable.

¿Se habría involucrado tanto Lennon en la protesta política sin Yoko? Había indicios, ciertamente, en canciones de Los Beatles como “Revolution” y “Happiness Is a Warm Gun”. Pero hay un gran salto entre escribir una canción con un poco de mordacidad y unirse a Abbie Hoffman o enfrentarse al FBI. Con ella, Lennon abrazó la terapia del grito primal, los macrobióticos y también la heroína. También cambió. En 1973, al enfrentarse al alcoholismo y la infidelidad de Lennon, ella lo echó de su casa. Asignó a una joven asistente, May Pang, como su novia y los envió a Los Ángeles. Y a pesar de sus ruegos, resistió la idea de regresar con él hasta que sintió que era el momento adecuado.

Comenzamos en la década de 1930 cuando la joven Ono es abandonada en gran medida por su padre banquero, que se dirige a Estados Unidos por trabajo, y su madre, quien está físicamente presente pero emocionalmente distante. Observamos su lucha cuando comienza la Segunda Guerra Mundial y debe cuidar de su hermano menor mientras buscan comida y refugios seguros. Es aquí, como hermana tratando de consolar a su hermano menor, que Ono desarrolla el mundo de fantasía que guiará gran parte de su arte. “Come esta manzana imaginaria, te llenará”, recuerda su hermano Keisuke. “A ella sí la llenaba –era buena imaginando–, pero esas palabras no me llenaron”.

Finalmente, Yoko Ono llega a Estados Unidos con su familia, se inscribe en Sarah Lawrence y establece conexiones con la escena artística neoyorquina que emergía a principios de los años 60. Sheff abre el libro con una descripción detallada de su actuación de Cut Piece en el Carnegie Hall en 1965. Ono, entonces con 32 años, se sienta en el escenario en el suelo, con el cabello recogido, en silencio. Se invita al público a acercarse con tijeras y cortar una parte de su ropa. Esta obra, realizada también en Tokio y Londres, abordó muchos de los temas que definirían su trabajo: la dinámica de poder entre mujeres y hombres, el impulso de los extraños cuando se les da permiso para acercarse a una figura pasiva, el papel desnudez en la sociedad…

Fuente: The Washington Post.

Fuente: telam

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