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23/03/2025

Danza Abierta: la resistencia cultural y artística a la dictadura también sucedió entre saltos, giros y figuras sobre el escenario

Fuente: telam

El movimiento que se inspiró en la experiencia de Teatro Abierto y buscó la expresión y el encuentro en un contexto de terror y censura contó con cientos de coreógrafos y bailarines. Muchos de ellos serían luego grandes exponentes de la escena local

>Zapatillas de punta gastadas por el uso, por la fricción en cada paso, en cada giro, en cada salto y cada ensayo. Por el roce contra las tablas. Puntas rosa pálido, el color sutil y fino de la danza clásica. Puntas rojas, de raso brillante, para una función de ballet especial. Zapatos de español. Zapatillas de lona acordonadas, impregnadas de tierra. Danza contemporánea, danza moderna, danza urbana. Zapatillas de media punta negras. Todas juntas. Todas entrelazadas. ¿Amontonadas? De eso se trató Danza Abierta.

Hubo tres ediciones —1981, 1982, 1983—; 165 funciones; más de 250 coreógrafos; más de 500 bailarines.

La voz grabada de Anahí Zlotnik, bailarina en los 80, una de las impulsoras del movimiento artístico de resistencia a la última dictadura militar, Danza Abierta, envolvió la Cúpula del Centro Cultural Kirchner —ahora Palacio Libertad—. Era 2023 y se inauguraba “Abrir Danza Abierta”, un homenaje para celebrar al mítico ciclo que contó con la presentación de más de 20 artistas que participaron de sus tres ediciones. El evento, las performance, estuvieron enmarcadas en los festejos por los 40 años de democracia. Para muchos, los más jóvenes, fue descubrir a un grupo de personas que enfrentó la censura desde un escenario.

Teatro Abierto fue un movimiento cultural que surgió como reacción al terrorismo de Estado desplegado formalmente en 1976. Creado por referentes del quehacer teatral como Osvaldo Dragún, Carlos Gorostiza, Tito Cossa, Luis Brandoni y Pepe Soriano —entre otros— con el apoyo de Adolfo Pérez Esquivel, Premio Nobel de la Paz, y Ernesto Sabato. Comenzó en 1981 y, con el impulso que genera la resistencia, el grupo creó 21 obras breves que ofrecía todas las tardes en el Teatro del Picadero. Pero la respuesta de los perpetradores ante esa irreverencia no demoró: la madrugada del 6 de agosto la sala ardió a causa del estallido de bombas incendiarias que destruyeron casi la totalidad del edificio. Así fue que se mudaron al Teatro Tabarís y repitieron su ciclo de obras en 1982, 1983 y 1985.

Lo que proponía el director teatral Alfredo Zemma era que la danza imitara la iniciativa y sus referentes se unieran para crear algo nuevo: una sinergia en movimiento que hiciera frente a la censura.

—Hay que convocar, a ver qué qué pasa —dijimos—. Y nos pusimos a hacer una lista de las coreógrafas más conocidas por nosotras, que era el grupo Nucleodanza, de Susana Tambutti y Margarita Bali, Ana Deutsch… Empezamos a llamar a la gente que conocíamos de las clases y de ir a verla en los espectáculos, eran como 14. Se corrió la voz. Todos empezaron a pedir [ser partícipes] y de 14 ¡terminamos siendo 100 coreógrafas y coreógrafos!—recuerda Szusterman.

“¿Qué hacemos nosotros con 100?¿Cómo hacemos la planificación?”, se preguntaron. Había de todo: novatos y avezados, formados y por formar. La invitación era abierta. Como sería la danza.

“De la oscuridad a un corte en el eje del sol. Pura transición personal. En el principio fue la danza, danza que se abrió a más danza, al cine, a la perfo. Danza sin zapatillas, con dedos rajados, torcidos en media punta. De la danza a la máscara, del cuerpo al mimo, mimo raro, mimo acción, mimo prohibido.

De la danza al teatro, al teatro danza, la danza mimo a la actuación, al cine, y de ahí, al descontrol colectivo. No quiero bailar, quiero ser y estar. Del 76 al 83, dictadura a democracia, transición, Teatro Abierto, Malvinas. Danza Abierta 83, un eje en el sol, todo puro desvío, todo pura transición personal, personal es político”, recitaba una voz de mujer, en medio de una oscuridad total, desde el escenario que rendía homenaje a Danza Abierta en la Cúpula del CCK. La performance se titulaba Revisitando un corte en el eje del sol ‘83, de la actriz, bailarina, narradora y dramaturga María José Gabin, interpretada por ella y por Carla Rímola.

“Fue un estallido. Como cuando se abre una puerta y sale algo que estaba comprimido. Fue muy mágico que nos pasara eso. Mágico como lo son las cosas colectivas. Que son ‘lo que es, es’. Y no hay quien lo frene”, le dijo la coreógrafa Adriana Barenstein a la periodista especializada en danza Laura Chertkoff durante la investigación para su tesis doctoral en Artes sobre Danza Abierta.

Danza Abierta fue el primer intento de recuperación de lo colectivo en el sector de la danza y fue posible gracias a la gestión de coreógrafos y bailarines independientes”, contaban los conductores en la apertura del homenaje de 2023 que se realizó en agosto. El evento buscó revisitar el movimiento artístico en sus tres ediciones, recordar que “fue un movimiento horizontal, democrático, con un modo de gestión horizontal y democrático, que abrió otros caminos y dio posibilidad a que hubiese otros movimientos similares, por ejemplo, los que tuvieron lugar en las ciudades de Rosario y Córdoba”.

“El evento de Danza Abierta 81 es distinto al del 82 y al del 83, cuando ya la dictadura de alguna manera estaba caída y cedía el paso a esta época democrática. La curaduría se desarrolló de acuerdo a qué recuerdos pueden traer estos coreógrafos que han participado. Pero estos recuerdos se dibujan contra un contexto o dentro de un contexto. Que es el régimen dictatorial, la dictadura que se desarrolló desde el 76 en adelante”, explicaba.

Y seguía: “Es algo así como tratar de componer espejos rotos. (...) me refiero a la memoria, cómo funciona la memoria. No se trata de hacer relatos de lo que fueron las coreografías (..) sino de qué tipo de performatividad tienen esas imágenes hoy. O sea, cómo pueden accionar y cómo pueden movilizar a generaciones en las que muchos ni nos conocen, porque todos somos mayores (...). Entonces, la intención es que este viaje en el tiempo, de alguna manera, tenga un traqueteo, por así decir, que mueva el presente”.

En Danza Abierta convergieron figuras consagradas y otras para las que el ciclo sería un hito. En las tres ediciones se cruzaron nombres como Margarita Bali, Ana Deutsch, Sandro Nunziata, Mónica Fracchia, Alejandro Cervera, Andrea Chinetti y Martín Miranda, Patricia Stokoe, María Fux, Paulina Ossona, el grupo Nucleodanza, Las Bay Biscuits —con Vivi Tellas y Fabiana Cantilo—, “y también jóvenes intérpretes que luego formarían Las Gambas al Ajillo, el Clú del Claun, el Parakultural y Mediomundo Varieté. En los ciclos ‘82 y ‘83 se sumaron Katya Aleman y Omar Chabán, que años después crearían la discoteca Cemento”, escribe Laura Chertkoff en un artículo sobre su investigación doctoral.

“Danza Abierta tuvo la fuerza política de volver a reunir un campo disciplinario que estaba desgarrado. Porque en esos tres años que duró, de alguna manera lo que se logró fue reconstruir un tejido. Porque en realidad el tejido comunitario es lo primero que una dictadura rompe. (...) Creo que el acto político tiene que ver justamente con esa recomposición del campo de la danza. En donde además es muy importante decir que no se eligieron obras ni por su calidad ni por su categoría —me refiero a folklore, tango, danza contemporánea— sino que estábamos todos juntos. Creo que de alguna manera es ese el eco que yo recibo desde aquella Danza Abierta” —dice Tambutti sobre su curaduría del ciclo homenaje.

—Estábamos asustadas pero no era clandestino, para nada. Es más, había carteles, teníamos flyers, pósters en todos los estudios. Teníamos a la prensa detrás nuestro y se publicaba todo en Clarín. Teníamos mucho cuidado en la entrada sobre todo, pero éramos inofensivas en realidad porque la danza no tenía palabras —recuerda Mariana Szusterman.

—Fue como si yo fuera un proyectil y me lanzaran. Como un cohete. Porque pude presentar obras muy grandes y de ahí en más me animé a hacer cosas con 25 personas, una obra llamada Los Huérfanos que la presenté en el segundo Danza Abierta, y en el tercero fue un quinteto con el que salí elegida entre las mejores obras. El primer año no estaba todavía tan centrada en mis coreografías pero después sí, me animé e hice cosas muy grosas. Y tuve muy buenas críticas.

En el homenaje del 2023, en el cual Laura Chertkoff colaboró, María José Gabin abría el acto Revisitando un corte en el eje del sol ‘83: “Danza Abierta. La puerta aún más allá de la danza. Hoy estamos ella y yo, grupo, grupa, la bailarina vieja y la vieja bailarina para abrir la danza, danza, danza, danza. Danza”.

Fuente: telam

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