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15/03/2025

La extorsión a “El Padrino”: secretos del arreglo con la verdadera mafia para filmar el gran clásico del cine

Fuente: telam

Marlon Brando y Al Pacino, sus grandes protagonistas, casi quedan afuera. La productora sufrió amenazas y ataques con armas de fuego

>Iba a ser una película de bajo presupuesto. Una más de gangsters para aprovechar que los cines se llenaban de gente en busca de ese género. Iba a estrenarse en la Navidad de 1971 pero las idas y vueltas para decidir quién iba a dirigir la película primero y quién iba a actuarla después, postergaron la llegada a las salas hasta el 15 de marzo de 1972, hace exactamente 53 años.

Iba a ser Robert Redford, pero finalmente el papel de Michael Corleone fue para Al Pacino. No lo querían porque era más bajito de lo que esperaban para ese personaje. No lo querían porque no era una estrella lo suficientemente brillante. Pero lo quisieron porque parecía más siciliano que una de las rubias debilidades de Hollywood, y porque estuvo dispuesto a renunciar al otro papel que había logrado en una audición de una película con más presupuesto.

Ese padre, el Don, Vito Corleone, tampoco iba a ser Marlon Brando. Paramount consideraba que sus últimas películas no habían sido lo suficientemente exitosas como para incluirlo pero, sobre todo, consideraba que les iba a salir carísimo y que sus desplantes iban a descontrolar el set y complicar la grabación. Coppola insistió ante la productora y, por exigencia de la empresa, “camufló” un casting haciéndolo pasar por una prueba de luces en la casa de Brando.

La productora iba a destinar un millón de dólares en el rodaje de El Padrino. Pero por insistencia de Coppola, que quería a Brando en su película y quería grabar en exteriores y no sólo en un estudio de Kansas, la productora finalmente desembolsó 6 millones. La decisión no sólo tuvo que ver con el director.

Es que la película está basada en la novela homónima del escritor Mario Puzo, que estuvo varios meses entre los libros más vendidos según The New York Times. Ese éxito “spoileó” lo que podía pasar una vez que los Corleone llegaran a la pantalla grande. Así que Paramount se terminó por decidir a favor de abrir la billetera. Hicieron negocio: el film recaudó, sólo a través de sus exhibiciones en el cine, 245 millones de dólares. Por cada dólar invertido, Paramount recuperaba 40.

Pero para que El Padrino fuera El Padrino no sólo hubo que contratar a un director barato, salir a filmar a Nueva York y a Sicilia, aceptar a Brando a pesar de él mismo y decidirse por Al Pacino. Además de todo eso, Paramount tuvo que aceptar una oferta que no podía rechazar.

Joseph Colombo fingió demencia. Hizo de cuenta que no tenía idea por qué Al Ruddy, el productor general de El Padrino, lo convocaba a una reunión. Colombo era uno de los capos de la mafia ítalo-estadounidense en Nueva York. Ese mundo que El Padrino estaba a punto de mostrarles a millones de personas. Era el patriarca de una de las Cinco Familias y era, además, el creador de la Liga de los Derechos Civiles de los Ítalo-estadounidenses.

Había dado a luz a esa organización para “limpiar” la imagen de esa comunidad en la Gran Manzana. En el imaginario colectivo -y, muy frecuentemente, en los hechos-, esa colectividad protagonizaba los negocios más espurios de la ciudad. Y la disputa por el dinero y, sobre todo, por el poder, era a pura violencia, sin importar quién podía salir herido.

Al Ruddy, el productor general, encontró las cuatro ruedas de su auto baleadas y, una vez, una de sus ventanillas también atravesada por un disparo. Algunas empresas -incluso petroleras, bien alejadas del rubro- que tenían participación accionaria en Paramount recibieron amenazas de bomba. Varios integrantes de la producción empezaron a darse cuenta de que los seguían en autos. Los modus operandi que la producción sufría en la vida real eran demasiado parecidos a los que iba a narrar la película. Paramount supo que había que reunirse con la mafia.

Además, los representados por el mafioso -que para este objetivo estaba completamente unido a las otras cuatro familias- tenían derecho a enviar a alguno de los suyos al rodaje para que supervisara que se cumplieran las condiciones establecidas.

Leonardo Passafaro, un mercenario al servicio de Colombo, fue uno de los enviados al set. A esa altura ya se lo conocía como Lenny Montana, el nombre con el que se había popularizado como luchador de catch y con el que incluso había hecho algunas apariciones menores en películas protagonizadas por Elvis en años anteriores. Montana medía casi dos metros y, además, tenía los rasgos fisonómicos y el modo de hablar de los ítalo-estadounidenses que querían llevarse a la pantalla.

La verdadera mafia había puesto sus condiciones a la película que buscaba retratar su funcionamiento a través de una familia (mafiosa) de ficción. Con amenazas y balazos. Paramount negoció con esa mafia, aunque nunca donó lo recaudado en el estreno, tal como había prometido. En cambio, prepararon una función especial para proyectar El Padrino ante los miembros más selectos de las Cinco Familias: todos quedaron encantados.

La película los mostraba asesinos, violentos, construyendo poder a través de actividades completamente fuera de la ley. Y aún así, los mostraba también apegados a ciertos códigos, a determinadas lealtades dentro de un sistema que parecía completamente anárquico.

Paramount aceptó la oferta de la Cosa Nostra exportada desde Sicilia hasta Nueva York. Por eso El Padrino no dice ninguna vez “mafia”, aunque haya construido la historia de mafiosos más potente de la historia del cine.

Fuente: telam

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