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14/03/2025

Es abogada y la inundación destruyó su estudio en Bahía Blanca: “Los expedientes y mi escritorio con 10 mil dólares se fueron flotando”

Fuente: telam

La madrugada del temporal, la casa y el lugar de trabajo de Evangelina Benítez quedaron bajo casi dos metros de agua. Su hijo menor, que estaba solo en la vivienda, logró salvarse trepando a la terraza con su gato en brazos

>La noche del jueves 6 de marzo, Evangelina Benítez cenó con sus dos hijos en su casa de Bahía Blanca. Antes de despedirse, le propuso al menor, Luca, que se quedara a dormir, pero él prefirió volver a su hogar, ubicado en la calle Sarmiento 824, donde vive junto a su padre, Luis Alberto “Titi” Chiaradía, y su hermano mayor, Marco. “Sabíamos que iba a llover porque estaba pronosticado, pero Horas después, la peor tormenta en la historia de la ciudad dejó la casa familiar, donde también funcionaba su estudio jurídico, sumergida bajo 1,85 metros de agua. “Perdí todo. Desde la terraza, mi hijo vio cómo los expedientes y mis libros flotaban junto a un escritorio donde tenía 10 mil dólares guardados bajo llave en un cajón”, detalla, a una semana del temporal que dejó un saldo de Evangelina tiene 54 años, dos hijos de 19 y 25, y es abogada y escribana. Según recuerda, el viernes pasado se despertó a las 4 de la madrugada con el sonido de la lluvia. Dos horas después, su teléfono sonó. Era Luca. “Mamá, entró agua a casa y ya me llega a los tobillos. ¿Qué hago?”, le dijo el joven, que estaba solo en el domicilio. Desde su casa, en una zona alta de la ciudad, ella intentó tranquilizarlo. “Subí lo que puedas a la mesa, poné todo a resguardo”, le dijo.

Al auto entró por el baúl. Descalzo y en cuero lo llevó hasta una estación de servicio cercana y volvió corriendo. Al regresar, el agua ya le llegaba a las rodillas. “Agarré un balde y empecé a sacar, pero por cada uno que llenaba, entraban cinco más”, detalla. “El agua entraba por todos lados, de a chorros”, dice, todavía incrédulo.

Desde su domicilio, a unas 25 cuadras, Evangelina intentaba comunicarse con su hijo, pero Luca no contestaba. “Me desesperé: llamaba al padre, que estaba en Monte Hermoso; a mi otro hijo, que estaba en la casa de su novia”, recuerda.

“No le contestaba el teléfono porque estaba hablando con mi viejo”, explica ahora Luca. Según cuenta, su papá intentó calmarlo y le indicó que subiera a la terraza. Cuando se dispuso a hacerlo, el vidrio de la puerta de entrada se rompió y el agua ingresó a la casa con la misma fuerza que cuando se abre una compuerta. “Perdimos todo, perdimos todo”, alcanzó a decirle antes de que la llamada se cortara.

Desesperado y con el agua a la cintura, Luca siguió el consejo de su padre e intentó subir a la terraza. “En el camino me chocaba con la mesa, las sillas, los colchones, todo...”, cuenta. Cuando finalmente llegó a la ventana de la cocina, trató de abrirla, pero estaba trabada. “Ya está, me muero acá”, dice que pensó. Después de forcejear un rato, logró destrabarla, trepó al techo y se metió debajo del tanque de agua. Desde ahí, dice, vio a sus vecinos con sus perros y entonces recordó a su gato, Rocky. Sin pensarlo, volvió a bajar.

Mientras Luca estaba en el techo con Rocky, su hermano mayor, Marco, logró contactarse con unos vecinos, que juegan con ellos al rugby en el Club Sportiva Bahía Blanca, para que rescataran al joven. “Cuando me enteré de que estaba a salvo, me calmé un poco, pero hasta que no lo vi con mis propios ojos no estuve tranquila”, cuenta Evangelina.

Acerca del reencuentro con el menor de sus hijos, describe: “Pude reunirme con él cerca de las 17 horas. Al día siguiente, cuando el agua bajó, regresó a la casa. “La sensación fue espantosa. Horrorosa. Estaba todo destruido. De los 16 muertos que reportaron, diez fueron de esa zona. Es que estamos a 40 metros del arroyo Napostá“, indica.

Además de perder la casa familiar y su estudio jurídico, también se esfumó el dinero que guardaba en su escritorio: 10.000 dólares. “Yo los tenía bajo llave en un cajón y el mueble se fue flotando. Lo peor fue que en el momento que mi hijo me llamó, cuando recién arrancó la tormenta, no se lo comenté porque no se me cruzó por la cabeza. Jamás imaginé que podía pasar algo así. Creo que nadie en Bahía Blanca lo pensó”, dice.

Entre la angustia por pérdida material, Evangelina dice que sintió una sensación “plancentera y feliz” al saber que sus hijos eran queridos. “La respuesta de sus amigos me emocionó. Al día siguiente, cuando íbamos a empezar a limpiar, comenzaron a llegar de a poco. Eran como 20. En un momento me quedé parada mirando cómo entraban y salían, sacaban, ponían. Me dejó una sensación tan linda”, cuenta y comparte un video de ese día.

En la secuencia, que figura a continuación, se ve cómo los jóvenes acomodan muebles en la vereda, sacan barro con el secador y basura.

En medio de la emergencia, las campañas solidarias se extendieron a nivel nacional para asistir a las miles de familias que han perdido sus pertenencias, enfrentando ahora condiciones de extrema vulnerabilidad.

    Fuente: telam

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