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23/10/2024

Charly García: 5 canciones inolvidables de una vasta cosecha

Fuente: telam

Uno de los músicos argentinos más grandes de la historia ostenta una obra artística difícil de resumir en pocas palabras. Sin embargo, esta selección se atreve a pretender reflejar ese rico legado

>El corpus de creación de Charly García conecta con las neurosis, fracasos, locuras, excesos y estados de ánimo de un país. En letras y música, con maestría y certeza, sus canciones condensan esas experiencias en apenas tres, cuatro o cinco minutos. Un legado verdaderamente impresionante. En el día de su cumpleaños 73, esta es una lista arbitraria con cinco canciones que son -como escribió Fito Páez en referencia a su viejo - “parte del aire”. No es para cualquier semejante privilegio. Feliz cumpleaños, maestro.

Épico cierre el debut solista de Charly García en 1982, en esa zona gris de la historia argentina entre la guerra de Malvinas, las inminentes elecciones y el florecer de la palabra “libertad” (bien utilizada). Tras la separación de Serú Girán, García relanzaba su carrera y ya no había nombre de banda tras el cual camuflarse. Yendo de la cama al living se publicó junto a la banda de sonido de una película olvidada y olvidable (Pubis Angelical, de Raúl de la Torre, parte ese cine argentino ebrio de psicoanálisis propio de la época).

Alguien me dijo, alguna vez, que esta canción debería ser el himno nacional que se canta en las escuelas. Concuerdo.

Cuando grabó un caótico pero genial show desenchufado para la cadena de videos de moda en los 90-00, introdujo el segmento dedicado a Seru Giran pidiendo “por favor, lloren”. Por favor, cómo no hacerlo.

Hay una clara influencia clásica en la melodía, pero luego todo, todo, es responsabilidad del genio de Coronel Díaz y Santa Fe. Hoy día, suena recargada en sus arreglos de sintetizadores, pero es un detalle menor. “Por pensar no es alma”, canta él. La complejidad y riqueza de las imágenes posteadas en los 3 minutos y 42 segundos que transcurre, es estremecedora. Es una de las canciones con mayor potencia evocadora (eso que genera una canción apenas se la escucha, pensar en gente, lugares, emociones del pasado mientras sucede el acto mágico de sonar) que alguien jamás haya escrito en suelo argentino.

Entre los grandes “que hubiera pasado si...” de la historia argentina se encuentra el nueva concretado disco a dúo que alguna vez, alrededor de 1984, 85, pensaron grabar juntos Charly García y Luis Alberto Spinetta nada menos. El paso del tiempo agigante la leyenda de las dos potencias que se saludaban. Neurosis personales de la época impidieron que la tarea se vea concretada, aunque aparecieron rastros de aquellas cumbres creativas. Esta canción, convertida en himno de estados, es una prueba cabal de la potencia emocional intrínseca de semejante colaboración. Este año, la edición de La lógica del escorpión revivió ese legado con la inclusión de “La pelicana y el androide”, parte de aquellas colaboraciones que, según cuenta la historia oficial del rock argentino, generó 30 horas de grabaciones.

La otra curiosidad, más comprobable, es que ambos publicaron su versión en sendos discos solistas más o menos inmediatos. Spinetta en Privé (1985), en una versión sonora depurada, casi aséptica. García en Parte de la religión (1987), mucho más emocional y con el destino de himno para estadios que bien se le atribuye como condición. El círculo cerró en 2009, en el escenario del estadio de Vélez Sarsfield, cuando Spinetta tuvo su canto de cisne con el megarecital Las bandas eternas: esa noche la cantaron a dúo, en un efímero y mágico instante de la historia argentina.

El rock argentino durante la dictadura ha sido fuente de ensayos, libros, conversatorios y declaraciones a lo largo de más de cuatro décadas, sobre todo una vez transcurrido ese período negro de la historia nacional. En medio de todo ese palabrerío, nutrido de algunas falacias y otros hechos bien comprobables, emerge siempre esta canción. Publicada en un período todavía de cierto esplendor (previo al derrumbe de la plata dulce de Martínez de Hoz y un poco antes del aventura alcohólica de Galtieri en Malvinas), este clásico de Seru Giran nutre su encanto en las crípticas alegorías que vinculan ese “otro lado del espejo” de la obra de Lewis Carroll con la realidad argentina de la épocas. Es, abiertamente, una de las canciones más explícitamente políticas de la obra de Charly.

Tiene un carácter operístico que potencia las imágenes (”un río de cabezas aplastadas por el mismo pie”) y las alegorías de la letra (”los brujos piensan en volver”, todavía estaba fresco el recuerdo de López Rega) con un diseño dramático que se refleja en los cambios de tono en la voz de Charly. Estos matices vocales acentúan un relato que se deforma con la violencia latente tras el espejo, una evocación de la opresión y el miedo de la época. La genialidad de esta pieza, que originalmente se compuso para una obra teatral nunca estrenada, es cómo se podía decir todo sin que los que no tenían que entender, pudieran entender.

Piano Bar es una cumbre creativa que, dentro suyo, incluye perlas de toda clase. En ese contexto, esta canción 100% rock and roll arrastrado, emergió y con el paso de los años se convirtió en, posiblemente y a riesgo de erra, en uno de los mayores hit de la trayectoria musical de Charly García. Escuchar los primeros acordes en cualquier show suyo de las siguientes cuatro décadas, generaba un nivel de electricidad y excitación únicos. Así de fuerte es la combinación de letra y música. Con el potente aditamento de la palabra “revolución” incluído en el título y de “pueblo” en la letra, el efecto es instantáneo. Aquí hay rock and roll.

Fuente: telam

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