07/12/2025
Vilma Ibarra: “Soy una persona formada para explicar y escuchar argumentos, no sé cómo discutir en esta época”
Fuente: telam
La ex senadora y funcionaria acaba de publicar su primera novela, un policial ambicioso y entretenido sobre el que habla en esta nota. También opina sobre el presente de la democracia y sobre el juicio a Alberto Fernández por violencia de género y explica por qué el tiempo de la política activa ya pasó para ella
>En términos de formatos literarios vivimos un tiempo de nouvelles, de autoficción y de novelas de no ficción. De relatos cortos, de mucho género híbrido y de autobiografías noveladas con algunos nombres cambiados. Vivimos un tiempo en el que todo lo que se escribe puede ser llamado “novela”. Hace muchos años Tomás Eloy Martínez decía algo así como que si en la tapa, debajo del título de un libro dice “novela”, con eso alcanza: es una novela. Pero Vilma Ibarra no parece regirse por las modas literarias y quiso que su primera novela fuera otra cosa, una ficción de orden más clásico, si se quiere, una suerte de tributo al policial, uno de los géneros que cultiva como lectora. Cuando comenzó a escribir, no sabía qué podía pasar con su deseo de escribir ficción. Ahora lo sabe: por estos días ese thriller se está presentando en sociedad.
Pero antes, una postal y una reseña. El viernes 4, la librería Libros del Pasaje de Palermo estallaba de gente entusiasta y emocionada, con ganas de escuchar hablar del libro y felicitar a su autora. La última mamushka, como bien reseñó Claudia Piñeiro esa tarde, “despliega una serie de asesinatos, múltiples historias que se van encastrando —como las mamushkas del título— y distintos tiempos narrativos”. Los crímenes ocurren en ambientes familiares para su autora como el de la política y los organismos de derechos humanos. Los escenarios también son importantes en su vida: Buenos Aires y Necochea. Hay un diputado ambicioso que se presenta como progresista y al que las cosas se le complican por una serie de crímenes que son investigados como sucesos policiales aunque todo indica que están vinculados entre sí. Hay temor por un posible escándalo: las víctimas eran personas del entorno del diputado o vinculadas con su despacho...
“La novela de Vilma empieza como empiezan muchas buenas novelas policiales: con un capítulo estremecedor, de esos que de entrada te hacen sentir que algo decisivo va a ocurrir. Y antes de que termine el capítulo, sucede”, dijo también Piñeiro en la presentación. Hay sexo, violencia de todo tipo, dolor, miedo y acción. Pero hay más, porque la novela es también una narración acerca de la mugre en la política, la herencia de la dictadura, los favores entre poderes y el lugar de las mujeres en ese mundo y, todo esto, desde la mirada y las ideas de una insider. Como no podía ser de otro modo, el de Vilma es un policial feminista y no porque haya entre sus páginas abundancia de teoría o bajada de línea sino porque, aunque el narrador en tercera persona que enhebra el relato habita cada uno de los personajes que narra –incluso los más violentos, misóginos o prejuiciosos–, la mirada de la autora, su perspectiva, se cuela por los entresijos.Algo particularmente interesante y logrado tiene que ver el presente de La última mamushka, transcurre en 1996, tiempo de beepers en el que muy poquitas personas tenían celular y, naturalmente, todavía no eran los inteligentes que hoy nos permiten comunicarnos, informarnos, entretenernos y también trabajar. En ese momento tener celular significaba llevar el teléfono encima, solo para hablar. Y ya era un montón.
Vilma Ibarra construyó a su manera un policial que es también una novela histórica y no solo por aquellos capítulos datados en las década del 40, el 50, el 60 o el 70 que cuentan el origen de lo que vendrá sino, justamente, por ese 1996 en el que el regreso de la democracia no había cumplido ni 15 años y los fantasmas de la dictadura resoplaban en la nuca de todos, los correos electrónicos eran una herramienta para pocos y atrevidos, y todavía se escribían cartas, lo que hacía que dentro de un sobre te pudiera llegar el dinero que estabas necesitando o una declaración de amor sorpresiva pero también la información más cruda sobre el terrorismo de Estado o el testimonio inesperado acerca de tu origen, que podía en cinco líneas dar vuelta tu vida como un guante.
— Quiero que vayas a la historia de la novela o, mejor, primero me gustaría preguntarte si siempre supiste que ibas a intentar escribir una novela. Empecemos por ahí.
— Ahí volvemos a eso. Estás contando que la primera novela que intentaste escribir era de aventuras. ¿Volviste escribir novelas después?
— ¿Era un policial?
— ¿Vos decís que tenés “problemitas”?
— Volvamos a La última mamushka. ¿Cuál fue esa primera imagen? ¿Cuándo dijiste “voy a volver a escribir”, voy a volver a intentar a ver si soy buena escribiendo una novela?
— Hay varios crímenes en la novela. ¿Siempre pensaste que iba a ser un policial con muchos muertos?
— O sea que fuiste sumando muertos en la escritura.
— Los personajes son muchos, cada uno con una historia detrás. ¿Cómo te ordenabas para trabajar la trama?. ¿Armaste cuadros? ¿Fichas?
— ¿Mientras estabas escribiendo decías: acá falta un personaje y aparecía un personaje? Pregunto porque muchos de esos personajes son bien complejos y con historias súper interesantes que podrían haber sido cada uno de ellas un relato aparte digamos, ¿no?
— Hablás en tu novela de universos que conoces muy bien como el de la política, el de los organismos de derechos humanos, incluso el mundo del periodismo lo conocés muy bien desde tu lugar.
— Y el de la Justicia. Esas internas las conocés. Pero todos los personajes de la novela son creaciones, según decís.
— ¿Alguno de los personajes te costó más que el resto?
— ¿Por qué?
— Sin recurrir al spoiler podemos decir que María canta.
— Claro.
— En Niebla, la novela de Unamuno, el personaje se le rebela al autor y le pide que no lo mate. ¿Te pasó en algún momento cuando te tocaba “matar” a alguno de tus personajes que se te rebelaba?
— En este año aparecieron libros de distintos géneros que tratan cuestiones que tienen que ver – todavía – con la dictadura. Es notable cómo esos traumas se continúan en el tiempo cuando parece que ya se dijo todo y que el tema se abordó de todas las maneras posibles. En tu novela aparece la herencia de la dictadura en la política pero también en la vida y en la sociedad. ¿También supiste de entrada que tu novela iba a tratar sobre ese tema?
— Hablás de lo que significa ser mujer como marca y pienso en lo que son las convicciones de una persona que se decide a escribir, a ser autora. En la novela, más allá de que hay un narrador que se ocupa de adentrarse en cada uno de los personajes, se advierte una especie de mirada sobre el mundo, una perspectiva de género. ¿Cómo viviste eso de escribir sobre personajes que están completamente en contra de tus principios?
— Ahora, una cosa es cuando uno ve escenas muy tremendas o piensa en frases de los años 40, 50. El año 96 está bastante más cerca y una entonces creía que se había avanzado mucho. ¿Qué te pasó cuando empezaste a reconstruir lo que tiene que ver con el 96?
— Bueno, hubo momentos en que como lectora yo tuve algo de miedo.
— ¡Pero vos la escribiste!
— ¿Elegiste datar el presente en 1996 por la cuestión tecnológica? ¿Te servía para lo que querías contar en términos de la investigación que no pudiera haber acceso tan fácil a la información como el que hay hoy?
— En la novela la política es clave. Aparecen temas como el financiamiento de la política y también el de la pauta en relación a los periodistas. O sea, aparecen muchos de esos temas de los que se hablan todo el tiempo, incluso hoy. Hasta aparece un personaje bastante central que es el secretario legal y técnico. Y vos pasaste por ahí, por ese cargo. Estamos hablando de todo esto y no puedo no preguntarte: ¿volverías a estar en un lugar central en la política?
— Podés decirlo.
— Vos sentís que hoy no hay espacio para eso.
— En el presente de La última mamushka, que transcurre en 1996, la discusión que se da es a propósito de una tercera fuerza política progresista que contemple o no el peronismo. Hoy el escenario es todo lo opuesto. Me gustaría saber qué pensás de este presente, sobre todo porque, más allá de tus críticas previas al kirchnerismo, formaste parte del gobierno anterior que, más allá de los matices, fue un gobierno del peronismo y terminó, como sabemos, siendo una gran decepción para la mayoría.
— Sos feminista y activista, fuiste la cabeza detrás de leyes históricas para las mujeres y las disidencias y tiempo atrás tuviste además un vínculo sentimental de muchos años con el ex presidente Alberto Fernández. ¿Cómo viviste y cómo vivís las denuncias y el juicio por violencia de género que le inició su ex esposa y todo el episodio y el escándalo alrededor de este tema?
— Recién cuando hablábamos de la política usaste una primera persona del plural rara. Fue cuando hablabas de cómo debería ser una coalición y dijiste “A esto nos comprometemos, para esto vamos a poner a nuestros diputados y diputadas”. Sonó extraño.
— En la página 52 de la novela hay una frase que dice el vecino de Laura, un personaje que solo aparece en ese capítulo: “Todos los políticos son iguales, prometen y no cumplen, pero siempre roban”. Contame qué sentías cuando escribiste esa frase.
— Insisto: al Congreso tampoco volverías, ¿no?
— Después de ver algunas escenas esta semana me imaginé esa respuesta.
— ¿Es también un policial?
Fuente: telam
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