Viernes 14 de Noviembre de 2025

Hoy es Viernes 14 de Noviembre de 2025 y son las 12:43 ULTIMOS TITULOS:

14/11/2025

“No quiero cambiar de vida, solo quiero dejar de sufrir”

Fuente: telam

Vivimos escapando de ciertas situaciones para no pagar costos altísimos, sin darnos cuenta de que al no hacerlo termina siendo aún más costoso. ¿Seré capaz de soportar el precio de esa verdad?

>—¿Cómo le digo a mi familia que a los cincuenta años me volví gay de golpe?

Las palabras del terapeuta me golpean. ¿Cómo no reconocer su verdad? En el fondo, llevo cuarenta años lidiando como puedo con este tema. En realidad, más tiempo. Ya en el jardín de infantes me gustaba vestirme de mujer, aunque los problemas se hicieron evidentes en la pubertad. Hoy los adolescentes tienen margen para expresar su sexualidad con más libertad, pero antes era muy difícil. A mí, ni mis padres, ni el colegio, ni el club me hubiesen perdonado.

No entiendo qué me pasó, cómo fui deslizándome por la pendiente hasta llegar acá. Al principio, fue la necesidad de dejar de ser tan correcto —y de estar con alguien diferente— lo que me llevó a empezar a engañar a mi mujer con prostitutas después de tantos años de fidelidad. Me justificaba diciendo que necesitaba oxigenarme y para no correr el riesgo de enamorarme de otra persona, decidí que era mejor recurrir a una profesional. Pero eso desató una pulsión contenida que ya no tuvo marcha atrás.

Me acuerdo perfectamente del jueves que vi a Nicky por primera vez en el bar. Era una mujer hermosa, de una belleza imponente. A los pocos minutos me di cuenta de que tenía nuez, no pasó mucho tiempo. Fue un golpe tomar consciencia de que me había sentido tan atraído por otro hombre, aunque estuviese vestido de mujer. Algo se movió en mi interior, a tal punto que días después volví a cruzar mis propios límites y fui a buscar una chica trans a los bosques de Palermo. Después de tener sexo con ella sentí una mezcla de alivio y desasosiego.

Estoy por entrar nuevamente al consultorio del terapeuta y tengo sentimientos encontrados. Quiero que me ayude, y también siento pánico de las consecuencias que intuyo. “Ayudame, no quiero que me ayudes”, diría Alejandra Pizarnik.

—¿Se da cuenta de que esto no puede traer ningún tipo de bienestar a mi vida?

—Es que no acordamos buscar su bienestar, sino su verdad.

Vivimos escapando de ciertas situaciones para no pagar costos altísimos, sin darnos cuenta de que al no hacerlo termina siendo aún más costoso. ¿Seré capaz de soportar el precio de esa verdad? Porque en el fondo, no sé si quiero cambiar de vida; solo quiero dejar de sufrir. ¿Pero es posible uno sin lo otro?

De nuevo estoy acostado en el diván. Le explico a Gabriel todas las razones por las que siento que no puedo seguir adelante. Sería suicidarme, destruir mi vida. Cruzar el Rubicón es una historia conmovedora pero yo no soy Julio César. A mí la realidad me va a despedazar.

—¿Usted no puede ayudarme a volver a ser heterosexual?

Después de una larga pausa, me contesta.

La emoción me desborda y me pongo a llorar como un chico. Después de un largo rato las lágrimas van disminuyendo. Siento la paz que genera la verdad.

***

Renunciar a nuestras fantasías y aceptarnos puede ser aterrador, pero es menos doloroso que no hacerlo.

Fuente: telam

Compartir

Comentarios

Aun no hay comentarios, sé el primero en escribir uno!