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12/11/2025

La presentación del libro de Juana Libedinsky sobre Jane Austen fue un viaje en el tiempo y una celebración de la lectura

Fuente: telam

Acompañada por Guillermo Martínez y Tamara Tenenbaum, la autora de “Queremos tanto a Jane” creó una original atmósfera de época con música, baile, vestidos y hasta una tormenta de verano típicamente británica

>En un atardecer porteño realmente veraniego y por qué no, con ecos del cambiante clima británico -empezó con calor, llegó el viento y la tormenta, bajó la temperatura y finalmente llovió-, un rincón del barrio de Belgrano fue escenario de una singular presentación literaria: la del libro Queremos tanto a Jane (Seix Barral-Planeta) de la socióloga y periodista Juana Libedinsky.

Este es el año Jane Austen, por cierto. Alrededor del mundo se suceden los homenajes, simposios, celebraciones y todo tipo de episodios culturales -con el gran Festival Jane Austen en Bath como evento canónico- que remiten a la mujer que nació en Steventon, Hampshire, en 1775. Hace 250 años, número que redondo que disparó una ola de austenmanía (signo de las tiempos, la palabra que define esa fidelidad, es fandom) y en la cual cabe encuadrar el libro de Libedinsky: por supuesto apasionada y consecuente lectora de Jane Austen. “Nos llaman los Janeites. El término, utilizado ya desde el siglo XIX, designa a quienes sentimos una conexión emocional intensa con las novelas, los personajes y el universo moral de Austen. Carga con un matiz de burla –por los excesos que puede implicar esa devoción–, pero también con un fuerte componente de orgullo por la pertenencia.”, escribió en sus páginas.

En palabras de Guillermo Martínez, uno de los expositores en la tormentosa noche del martes, Queremos tanto a Jane permite “ver todas las dimensiones que tienen las novelas de Jane Austen, que quizá pasan por alto en las lecturas de la adolescencia, cuando uno no sabe de qué trata la vida en el fondo. Entonces, hay una parte de ingenuidad al leer y no entender del todo qué es lo que está en juego. Y quizá eso tiene una parte buena que es, creo yo, la parte de alegría, de nostalgia y de esperanzas que recobran después, eh, las Janeites. Creo que Jane Austen pertenece a ese grupo selecto de escritores que hacen un doble movimiento. Que sería el de conseguir que sus personajes y sus mundos, no solamente traspasen a lo real, sino que moldeen, conformen y se establezcan como parte de lo real >En el inicio de su alocución, el autor de Los crímenes de Oxford y La última vez, mencionó que con esa particularidad Jane Austen integra esa liga ilustre de autores: “de Conan Doyle con su personaje de Sherlock Holmes, Lewis Carroll con Alicia en el País de las Maravillas, y el Hércules Poirot de Agatha Christie, a los emblemas y los símbolos de la obra de Borges. No son tantos los autores en los que uno puede pensar. Están también Mary Shelley con Frankenstein y Bram Stroker con Drácula“. Es decir, todo estos autores generan un movimiento: ”de la ficción a lo real y de parte de sus lectores devotos, de nuevo a tratar de reinstalar la ficción en la realidad. En ese sentido, me parece que el libro explora cómo es ese movimiento, incluso en la propia vida de Juana, que pasó de ser lectora a formar parte de este mundo >Y remató, en su introducción, con el elemento disruptivo (masculino, evidentemente, y por eso la pequeña estatua-vela de Mr. Darcy, el personaje emblemático del universo austeniano “fino y alto, buenmozo, de noble semblante”), cuando dijo: “todo esto son algunos comentarios al pasar, algunos incluso que pueden sonar un poquito escandalosos. Pero tómenlos como de un varón que no sabe nada de estas cosas”. Hubo risas en el auditorio.

A su turno, Tamara Tenenbaum -desde otro registro, otro punto de vista y no solo por su condición de género- arrancó diciendo que “hubiera sido divertido que Jane Austen viviera en nuestra época para ver cómo los hombres también salen a cazar herederas a las que se les está por pasar el arroz, ¿no? Es un buen plan. Pero, bueno, le tocó vivir en una época donde las cosas estaban repartidas de maneras más estructuradas >Para la licenciada en Filosofía, periodista y escritora, el libro es “super ameno y super divertido. Y también me parece que hace un recorrido muy poco estructurado por el mundo del fanatismo por Jane Austen. Y uso la palabra fanatismo de manera intencional porque, igual tal vez que Conan Doyle y muchos autores de género en general, Austen es una autora que tiene lectores pero también tiene fans. Y ser lector y ser fan no es lo mismo. En general, todos los fans son lectores de la obra, pero no todos los lectores son fans. Eso creo que es notable. Y yo como lectora de Austen, que no la abandoné después de la adolescencia, la adopté y me la quedé. Aunque nunca participé del fandom y podría decir que hasta durante un tiempo me, me producía mucha distancia >Continuó: “Yo creo que Juana no se planta ni en contra ni a favor de ese universo fandom, sino que se acerca con curiosidad a esta pregunta: ¿por qué ser fan de Jane Austen? Y se pregunta por las mil maneras de serlo. De hecho, a lo largo del libro hay muchos tipos: hay lectoras, hay gente que se lookea, hay gente que hace obra a partir de la obra de Jane Austen y reinterpreta. Eso me hizo pensar en las lecturas que se permiten hacer obras sobre la obra, ¿no? Que es algo que el lector más snob no se permite. El lector más snob, ¿qué hace? Hablo por mí. Va y lee las clases de Nabókov sobre o las de Bloom y se queda afuera de la obra. Entonces, este libro me hizo pensar que el fan tiene esa libertad de meterse adentro de la obra, de animarse a decir ‘esta obra todavía no está terminada’. Hay algo valioso en esa lectura, es interesante y también es atractivo >El cierre a cargo de la autora, luego de los agradecimientos, definió la génesis de este libro: “Mi relación con Jane Austen viene de chica. Pensaba que la relación con la palabra escrita tenía un límite y eran los libros, que para mí era el momento de estar encerrada y devorar. Y no devoraba nada como Jane Austen”. Porque, como reveló en el final de su alocución, descubrió “una cosa muy democrática” en estas reuniones para discutir y pensar la obra de la escritora británica. “Ahí encontrabas a toda esta gente que eran extraordinarios académicos, con una vida dedicada a una observación que se supone también muy lejana e imparcial. Pero lo que encontré fue esta enorme buena onda, por llamarlo de alguna manera, entre gente que venía porque le gustaba vestirse de época, le había gustado una de las películas basadas en las novelas, fan de cualquier cosa o simplemente porque odia el mundo contemporáneo... Lo que fuera. Pero siempre era gente que es gran lectora. Sentí esa energía”.

Fuente: telam

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