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11/11/2025

De la nobleza a los hogares: cómo la tarjeta de visita construyó la primera memoria fotográfica colectiva

Fuente: telam

El pequeño formato impulsó nuevas formas de sociabilidad y creatividad en el siglo XIX. Cómo estas imágenes, que retrataban a todas las clases sociales, dejaron un testimonio visual propio que transforma la cultura y la historia mundial

>En la La popularización de este formato marcó un punto de inflexión en la cultura visual española, democratizó el acceso a la fotografía en el siglo XIX y abrió la puerta a un legado colectivo sin precedentes.

El origen de la tarjeta de visita en España se sitúa en 1859, cuando los primeros estudios fotográficos especializados en este formato se instalaron en Madrid. Carlos los Celles, académico no numerario de la Real Academia Hispánica de Filatelia e Historia Postal, reunió más de 2.000 de estas imágenes en su obra ‘Los retratistas pioneros de la Corte (1859-1966)’.

La llegada de la tarjeta de visita representó una auténtica democratización de la imagen personal. Antes de la fotografía, solo la realeza, la alta nobleza, altos mandos militares y el clero accedían a un retrato pictórico que los inmortalizara. Con la nueva técnica, la mayoría de las personas logró, por primera vez, dejar un legado visual a sus descendientes.

Los estudios fotográficos de la época ofrecieron un servicio y se convirtieron en puntos de encuentro social y en escenarios de intensa competencia comercial. Solo tres de estos establecimientos retrataron a miembros de la realeza como Isabel II, Amadeo de Saboya o Alfonso XII, lo que les otorgó un prestigio especial y los transformó en objeto de deseo para la clientela. Otros estudios, aunque no fotografiaron directamente a la familia real, recibieron autorización para ostentar el título de “fotógrafos de la Casa Real” en sus tarjetas, lo que les proporcionó un importante reclamo publicitario. La competencia por captar clientes impulsó la innovación técnica y artística y consolidó a los estudios como espacios de sociabilidad y modernidad.

El archivo reunido por los Celles también reveló anécdotas y curiosidades que ilustran la complicidad entre fotógrafos y clientes. Una de las series más llamativas es la del príncipe Lobkowitz, quien posó en ocho tomas sucesivas que culminaron con una imagen en ropa interior, testimonio de la confianza y el entendimiento que surgía en el estudio.

El valor documental de estas tarjetas de visita es incalculable. Las imágenes retratan a personajes ilustres y ofrecen una ventana a la vida cotidiana de la sociedad posromántica: desde hombres que se anunciaban como lectores y escritores de cartas para una población mayoritariamente analfabeta, hasta aldeanas transportando sacos, escenas callejeras, cazadores, artistas de circo o toreros. Este vasto archivo visual, compilado y analizado por los Celles, constituye una fuente esencial para comprender la sociedad, la cultura y las aspiraciones de una época en transformación.

Fuente: telam

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