02/11/2025
Es una de las fotos más recordadas de la vida de Maradona y detrás esconde una historia trágica y luminosa
Fuente: telam
La imagen se convirtió en viral varias veces desde la muerte del Diez: quién fue Pichón Pacheco, la estrella del equipo de Corrientes al que el astro consoló tras una derrota en los Juegos Evita de 1973. El gesto de Pelusa años más tarde que no pudo evitar el triste desenlace
>Maradona todavía no era Maradona. Era el principio de una leyenda, que se transmitía de boca en boca; una especie de duende de la pelota, un prodigio que imantaba espectadores en la mata de pasto en la que decidiera prestarle vida al balón. En ese momento, en aquellos Juegos Evita disputados en Embalse (Córdoba) en 1973, fue actor de reparto, al menos en la foto que se volvió a viralizar el jueves, en ocasión del 65 aniversario del nacimiento del ídolo, que murió aquel fatídico 25 de noviembre de 2020.
La contraseña es Alberto Pacheco. Pichón, tal su apodo. Es el lado B de la foto. En efecto, Maradona concurrió a los Juegos a participar junto a los luego míticos Cebollitas, que en ese certamen perdieron contra Club Social Pinto de Santiago del Estero, tras igualar 2-2 en tiempo regular. Según consignó El Gráfico, el Diez (que ya usaba la 10) falló un penal: en realidad se lo atajó el arquerito Julio Cancina.
Pero hubo otro partido, vibrante, en el que Diego fue espectador. Jugaban una final el representantivo de Corrientes, de donde eran oriundos sus padres (por eso acompañaba a don Diego como hincha), y el de Entre Ríos, que terminó imponiéndose. Y surgió la empatía entre los talentosos. El mejor jugador del perdedor era el N° 10, el citado Pichón Pacheco, quien se derrumbó tras el tropiezo. Y el pequeño Maradona se acercó para tenderle la mano en el pozo. “Cuando Diego vio que era tan bueno, le dijo: ‘No tenés que llorar, las finales se ganan y se pierden, te tenés que quedar tranquilo’. Incluso lo acompañó a recibir la medalla. Y se hicieron amigos”, le quitó el velo al diálogo íntimo Antonio Pacheco, hermano del protagonista.
“La primera casa que compraron cuando firmó su contrato era larga, con pasillo. La casa estaba en el fondo, estaban las hermanas de Diego; Lalo y Hugo eran chiquitos, y jugábamos en ese pasillo al fútbol, mientras mi mamá, doña Tota y don Diego tomaban mate atrás. Cuando Diego venía de entrenar con mi hermano, se ponían a jugar con nosotros”, desarrolló Antonio, y ofreció la punta del ovillo de una historia recurrente.
Sí, porque Pelusa siempre quiso que Pichón “llegara”, como lo consiguió él. Hizo lo posible y lo imposible para empujarlo al fútbol grande. “Lo llevó a Argentinos Juniors con él, quedó, pero no quiso jugar. Diego le había ofrecido la 10 y que él jugaba con la 8, no tenía problemas. Pero mi hermano fue alejándose un poquito, porque le gustaba tomar y no quería que él lo viera de esa forma”, contó el hermano del hombre de la foto, y de alguna manera prologó cuál fue el obstáculo que distanció a Pichón de su pasión por la redonda.“El último club en el que jugó fue en el Lipton, cuando tenía 17 años. Después empezó a jugar en los barrios. Fue dos veces a Buenos Aires, lo probaron en River y Boca y quedó, pero después fue con los amigos al subsuelo del hotel y empezó a tomar”, describió cómo Pacheco dilapidó la oportunidad. Diego no se rindió, a pesar de saber que su colega atravesaba problemas. No se olvidó de él ni siquiera cuando su habilidad ya lo había sentado en el trono.Es que la historia de Pichón tuvo un final trágico. “Mi hermano se suicidó hace 22 años, porque también dentro de todo lo que le pasaba, se había casado, la mujer le había dicho que iba a ser famoso, dejó el fútbol... Fue trágico, pero lindo a la vez, porque ellos siempre fueron muy amigos”, reveló Antonio en la entrevista radial, en la que se quebró al evocar esa conexión que se eternizó en una foto.
El pasado 25 de noviembre, cuando en medio del almuerzo escuchó la noticia de la muerte de Maradona, aquella foto y los momentos compartidos irrumpieron como una avalancha. “Es un momento que iba a llegar, pero no de esa forma. Se fue una parte de mi vida con él. Con mi hermano y con él. Arriba se van a encontrar seguro”, aventuró. Y tal vez Antonio tenga razón y estén construyendo paredes sobre alguna nube random, vengando el dolor de aquella foto, que al fin y al cabo era un dolor puro, inocente; el dolor por el capricho de una pelota que dictaminó simplemente un resultado deportivo.
Fuente: telam
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