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20/07/2025

Cara y ceca de los vicepresidentes argentinos: historias de renuncias, enfrentamientos y traiciones en lo más alto del poder

Fuente: telam

Los chisporroteos que se transformaron en verdaderos corto circuitos entre el presidente Javier Milei y su vicepresidente Victoria Villarruel, no son novedad en nuestra vida institucional. El sistema presidencialista que impera en el país relega a un discreto segundo plano al acompañante de fórmula. Historias de hombres y mujeres con sus propios planes y ambiciones

>Los dos estaban acostumbrados a mandar y ambos tenían concepciones distintas sobre la política a implementar desde el poder. Domingo Faustino Sarmiento, tenía 57 años cuando asumió la presidencia en 1868, ya estaba más que fogueado en el arte de provocar y polemizar con todos los que se habían cruzado en su camino.

Enseguida friccionó con el sanjuanino –“ese cabrón egocéntrico” como lo describió Paul Groussac- quien no le dejó pasar ni una. “Usted no se meta en mi gobierno; limítese a tocar la campanilla en el Senado durante seis años, y lo invitaré de tiempo en tiempo a comer para que vea mi buena salud”, fue su tajante indicación, muy propia del carácter intratable de Sarmiento.

Alsina quiso ser candidato a presidente, pero debió darle paso a Nicolás Avellaneda, de quien sería su ministro de Guerra. Cuando se preparaba nuevamente para enfrentar una contienda electoral, lo sorprendió la muerte.

Hubo otros que debieron asumir la primera magistratura, como el caso del gringo Carlos Pellegrini, por la renuncia del cordobés Miguel Juárez Celman. No se llevaba bien con el presidente, y le remarcaba sus desacuerdos.

Es que al primer mandatario la situación económica financiera se le había ido de las manos. La revolución del Parque de 1890 selló su suerte, además su concuñado Julio A. Roca hacía tiempo que le había soltado la mano, y debió renunciar. El vice Pellegrini terminó el mandato con una administración prolija y encauzada al crecimiento.

Cuando el golpe del 6 de septiembre de 1930 era casi una realidad, el médico cordobés Enrique Martínez, vicepresidente de Yrigoyen, si bien no lo admitía, se habría sentido presidente cuando se exigía la renuncia del anciano primer mandatario. Él mismo trató de convencerlo de delegar el mando, lo que ocurrió el 5 de septiembre por la tarde.

Años después, con el contralmirante Alberto Teisaire, Juan Domingo Perón se llevaría una sorpresa, y no sería grata. Cuando fue su derrocamiento el 16 de septiembre de 1955, el gobierno de facto dio a conocer una filmación de doce minutos de Teisaire, vicepresidente elegido en 1954 y que había ocupado cargos de importancia desde 1945: ministro del Interior y de Marina del gobierno de facto previo al peronismo y Senador Nacional y presidente provisional del Senado, en el primer y segundo mandato de Perón en la Casa Rosada.

En esa filmación, que el gobierno de facto ordenó pasarla en todos los cines, Teisaire acusaba al ex presidente por ser desleal y cobarde. Dijo que el que se oponía al presidente era tildado de traidor o vende patria y que discrepar con él resultaba peligroso. Nunca le perdonó el hecho de haber abandonado el país y dejar a sus colaboradores a la buena de Dios. Eso no lo salvó de ser encerrado en la isla Martín García, privado de su grado y del uso del uniforme. Teisaire fue liberado en 1958 y murió en 1963, en el anonimato.

Habían pasado solo seis meses del gobierno de Arturo Frondizi, que había asumido el 1 de mayo de 1958. En ese tiempo su vice Alejandro Gómez se le plantó varias veces: le exigió cumplir con su programa electoral, le sugirió recomponer relaciones con la Unión Cívica Radical del Pueblo, cuya cabeza principal era Ricardo Balbín. Pero Frondizi no quiso saber nada.

Tampoco se pusieron de acuerdo con la cuestión petrolera, a la que Frondizi había convertido en su caballito de batalla, especialmente con su libro Petróleo y Política. El presidente dejaba abierta la puerta a la participación de empresas extranjeras, mientras Gómez era partidario de mantener la nacionalización.

Hubo otros casos curiosos como el de Héctor Cámpora y Vicente Solano Lima, presidente y vice que asumieron el 25 de mayo de 1973. Cuando Perón hizo notar su malestar por la orientación izquierdista del gobierno de su delegado y su descontento por las medidas que tomaba, en una descarnada interna peronista a cielo abierto, y en un clima signado por la violencia, los atentados y los secuestros, fue el propio conservador Solano Lima el primero en renunciar, forzando en cierta medida la dimisión de un jaqueado Cámpora el 13 de julio, para así allanar la candidatura de Juan Domingo Perón.

La Alianza por el Trabajo, la Justicia y la Educación llevó como fórmula presidencial a Fernando de la Rúa-Carlos Chacho Álvarez, que triunfaron en las elecciones de octubre de 1999. Casi un año después el vicepresidente renunció luego de denunciar el caso de coimas en el Senado y posibles casos de corrupción en el gobierno. Siempre insistió en que la caída del gobierno de la Alianza, en diciembre de 2001, no tuvo que ver con su decisión.

En otro capítulo de la historia, una carta dada a conocer en septiembre de 2021 por la vicepresidente Cristina Fernández, ponía de manifiesto sus discrepancias con la gestión de Alberto Fernández. “Solo le pido a Alberto que honre su decisión”, escribió. Recordó que habían mantenido 19 reuniones de trabajo en la Quinta de Olivos, que siempre había alertado sobre “una delicada situación social”, y que llevaba, a su entender, una equivocada política de ajuste fiscal, entre otras tantas críticas.

Muertes y renuncias

Fuente: telam

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